Esta reforma rompe los acuerdos que el año pasado estudiantes del IPN acordaron con las autoridades después de la huelga. Se trata de un ataque a la educación pública de magnitudes extraordinarias que tanto autoridades del Instituto como del gobierno federal intentan ocultar.
Los estudiantes y activistas del poli que defendieron con uñas y dientes la calidad educativa del IPN durante la magnífica huelga del 2014, deben regresar a las calles de manera contundente; rompiendo el cerco informativo, ganando la simpatía de millones de trabajadores hartos de tantos ataques de la derecha.
Urge explicar que la desarticulación del IPN es el primer paso para la destrucción de las universidades, para convertirlas en campus aislados, sin presupuesto y sin viabilidad, que tenderán a desaparecer y a funcionar con la lógica de las universidades privadas, estableciendo cuotas como principal fuente de financiamiento. Peña Nieto está desmembrando las principales instituciones educativas del país para romper con el carácter público, masivo, gratuito y de calidad de la educación.
El movimiento estudiantil politécnico debe vincularse con otros sectores que se encuentran en lucha pues ahora no cuenta con el respaldo político que le brindó la lucha en solidaridad con Ayotzinapa durante la huelga del 2014. Deben alertar a otras instituciones educativas, como la UNAM, de que el ataque se extenderá en su contra. La comunidad politécnica organizada debe superar la resistencia de las autoridades para dotarse de un perfil de izquierda, que se base en la movilización y en la participación amplia y democrática de la comunidad en la toma de decisiones.
La huelga del 2014 hizo retroceder al gobierno priísta, pero es preciso derrotarlo. Movilizando todo el hartazgo social contra Peña Nieto, podemos defender al IPN.