La influencia de la influenza a unos meses después
Difícil borrar de la memoria aquellas escenas casi apocalípticas que dieron la vuelta al mundo y que presentaban a nuestro país como el condenado a ser devorado por el virus del entonces recientemente descubierto, de la influenza A (H1N1).
Mucho se ha hablado desde aquel entonces para acá; que si es pura política; que si todos nos vamos a morir; que si viene del puerco, de las aves o es creación maligna del imperio. En fin, lo cierto es que de aquellos informes y medidas alarmistas ya no queda nada, aunque de hecho el problema se ha agudizado.
Claramente la forma en que inicialmente fue presentado el problema de la influenza se aproximaba más bien a una visión catastrófica y fatalista que refleja la visión decadente de la clase dominante, el gobierno y los medios de comunicación. Sin embargo, a la luz de los acontecimientos el problema que se ha convertido en un problema de salud mundial, o en palabras clínicas en una pandemia.
El hecho destacado es cómo los que ayer angustiaban -gobierno y medios de comunicación- inútilmente a la población sobre el tema, hoy actúan con más cautela. Aún por estos días se sigue debatiendo si el manejo que se le dio en el inicio obedeció más a cuestiones políticas que a cuestiones de salubridad. Lo que está claro es que hoy por hoy la influenza es un problema considerable de salud pública y que por ello mismo se podría convertir en un problema político.
Como explicamos desde el principio, el tema de la tan mentada gripe ha puesto al desnudo el sistema de salubridad, al principio en nuestro país por ser el foco donde se propagó, pero luego en los países subdesarrollados y más concretamente los latinoamericanos.
Según los últimos informes de la Organización Mundial de la Salud -OMS-, a causa del virus han muerto mil 799 personas en el mundo, de las cuales mil 579 se han presentado en el continente americano. Destacable el hecho de Argentina, que, a pesar de la psicosis generada en aquel país, ha confirmado más de 330 decesos, ¡casi el doble del registrado en nuestro país!
Las muertes no están asociadas a la potencia del virus tanto como a las terribles carencias que presentan los sistemas de salud en la zona, así como las condiciones de vida de la propia gente. Como ya han explicado algunos especialistas, el virus en sí mismo no es mortal, pero combinado con una serie de factores como la falta de alimentación adecuada, la vida en estrés constante, hacinamientos extremos y finalmente inoperancia del sistema de salubridad a la hora de asistir al paciente elevan considerablemente la posibilidad del contagio y muerte por el virus.
Inevitablemente un sistema económico y político que es incapaz de dar cobertura a problemas como el que hoy se nos presenta tiene que ser cuestionado no sólo por su sistema de salud, sino por su sistema económico y político en sí mismo.
Realmente la única razón por la que este tipo de males no puedan ser controlados -e incluso en cierta forma previsto o hasta evitados- es por la forma irracionalmente anárquica en la que descansa este sistema. Bajo formas socialistas de producción y distribución de las mercancías, tales como las medicinas mismas, nos darían posibilidades infinitas para enfrentar estos problemas.
El hecho de las muertes y la gravedad del problema es un hecho que no puede ponerse en cuestión, lo que debemos cuestionar es la incapacidad del capitalismo como sistema, que, a pesar de los enormes avances científicos y tecnológicos, es incapaz de dar un respuesta racional y sistemática ante este tipo de problemas.