El día de hoy (miércoles 12 de agosto) la Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó la libertad para los 20 indígenas sentenciados por el asesinato de 45 indígenas tzotziles el 22 de diciembre de 1997 en Acteal, estado de Chiapas demostrando las contradicciones de un Estado en putrefacción, el Estado capitalista.
No es raro que esto se dé bajo los reiterados señalamientos del gobierno norteamericano de que en México se respetan los derechos humanos, claro sin tomar en cuenta los 17 periodistas asesinados en México en los dieciocho meses transcurridos entre enero de 2008 y junio de 2009. Este tipo de hechos sólo viene a reforzar las contradicciones que se desarrollan bajo el Estado capitalista y que en países como México adquieren matices más violentos. Al igual que el caso de Aguas Blancas, Guerrero, que en junio pasado cumplió 14 años, se cumple un año más de impunidad.
A nadie engañan los amañados procesos en los cuales se pretende cumplir con las leyes que favorecen a una minoría explotadora por encima de una mayoría explotada y oprimida. La suprema corte ha otorgado 20 amparos de las 26 solicitudes presentadas. Son realmente risibles los supuestos bajo los cuales ahora los presuntos responsables quedaran en libertad sin llevarse a cabo un verdadero juicio donde se deslinden responsabilidades. Bajo el supuesto de que los juicios estuvieron amañados ahora se les otorgara el amparo, que es en las leyes mexicanas el último recurso legal siendo el fallo de este definitivo.
La Suprema Corte parece haber olvidado que nadie puede ser juzgado dos veces por el mismo delito. Es decir que si entre los amparados existe alguno que sea culpable, el mentado estado de derecho es completamente inservible, pues saldrá por que existieron inconsistencias en los juicios “sin embargo, no implica reconocimiento de inocencia” (La Jornada, jueves 13 de agosto de 2009, pp.3). Lo cual significa que aunque sean culpables serán puestos en libertad por que los procesos que los mismos organismos debieron haber cuidado fueron amañados. Independientemente de si los amparados son inocentes o no, evidente es que el Estado capitalista es el único responsable, el cual ni siquiera puede procurar juicios medianamente limpios, y en especial el entonces presidente Ernesto Zedillo quien no ha sido enjuiciado por los delitos de Acteal y Aguas Blancas, y que como otros tantos pasara su vida sin haber respondido ante las leyes que ellos dicen defender a capa y espada, como lo hizo Gustavo Díaz Ordaz.
Por años los campesinos, y en especial los indígenas, junto con los trabajadores han cargado con el peso muerto de la burguesía que se ha convertido en una clase parasitaria que vive del hambre y la explotación de millones. Lamentablemente el campesinado, al igual que los indígenas, no son una clase homogénea pues así como podemos observar campesinos poseedores de grandes cantidades de tierra, podemos ver campesinos e indígenas destinados a la miseria total. Cerca del 30% de indígenas en México no viven en condiciones de pobreza, contrarios al otro 70% de indígenas que viven en condiciones de completa miseria. De ahí la necesidad de ver problema del campo y la cultura desde una perspectiva de clase, desde la perspectiva del proletariado. Nuestros explotadores pueden hablar nuestro propio idioma, vivir en la misma ciudad e incluso vestirse como nosotros, pero seguirán siendo nuestros explotadores y nuestra única forma salir de la opresión y la explotación a la cual estos nos destinan es la lucha de clases y la revolución socialista.
Bajo el capitalismo, y su estado de derecho que no es más que las leyes al servicio del capital, este tipo de acontecimientos son inevitables pues como explica Marx el Estado “es el comité ejecutivo de los negocios de la burguesía”. De tal forma que no importa si la inocencia es evidente para la vista de un ciego el Estado burgués actuara en función de sus intereses, sin importar si ello significa que su Estado de Derecho demuestre una incongruencia total. Ejemplos de este tipo hay muchos, como de la sentencia de 110 años a Ignacio del Valle, miembro del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, un caso reciente que parece haber sido olvidado por los medios propiedad de la gran burguesía y donde la suprema corte no observo las incongruencias, pues en este caso el susodicho es un ejemplo del camino a seguir por los explotados y oprimidos por el capitalismo.
Cualquier foco de insurrección que represente un peligro para las leyes burguesas será una y otra vez atacado hasta ser completamente desmembrado. Por ello es indispensable la unificación de todos los explotados bajo una sola bandera, la del socialismo internacional. Mediante el cual se instaure una democracia obrera y campesina, con lo cual la justicia no sea un simple amuleto propiedad de los explotadores sino parte de la vida cotidiana.
¡Ni perdón ni olvido, justicia para Acteal!
¡Por un gobierno de obreros y campesinos, por un gobierno socialista!
¡Socialismo o barbarie!