Éste 31 de enero, una parte importante de la clase trabajadora de México y el campesinado pobre salió a las calles del Centro Histórico del Distrito Federal; han usado la fuerza de su garganta para hacer de los trabajadores un solo puño y una sola voz, para enfrentar esta lucha por la demanda más coreada durante la movilización, la de mayor alcance, la que emergió de las profundidades de su desesperación e indignación: “Derroquemos al gobierno de Calderón”
Tan pronto como amaneció, la nota del alza al precio del petróleo conjuró el recrudecimiento de esta lucha, 2011 no será un año de paz social y tranquilidad para México, la clase trabajadora está dispuesta a la lucha; la burguesía y el gobierno están inquietos y a las direcciones sindicales les incomoda el corpulento traje que deben llenar.
Este año comenzó con la canasta básica por arriba en un 115% en relación al inicio del gobierno de Calderón y los índices de desempleo en 5.7%; además se especula que uno de los sectores más afectados serán las mujeres que son madres, el bajar su tasa anual de contratación en 8 puntos porcentuales. Nos despedimos del 2010 con cenas navideñas escuálidas, con el limón a 30 pesos el kilo; la tortilla, el jitomate, también alimentos cotidianos sufrieron aumentos, junto con muchos otros. Y los altos precios del petróleo, más que ser un beneficio para el gasto público, será un abono a las cuentas de los empresarios, por ejemplo, a través del ahorro de impuestos, entre ellos los incentivados por la contratación de primer empleo. Y más aun, este que podría ser beneficio pero no a manos de los presta nombres de la burguesía en el gobierno federal, será un aumento más a los ya de por sí altos precios de muchos productos básicos. Bajo este gobierno sólo esto nos puede esperar a la mayoría que somos los que extraeremos, refinaremos, trasladaremos, administraremos, promocionaremos el petróleo, bajo sus diferentes formas o cualquier trabajo que nos corresponda.
La contradicción de ser los que producen la riqueza y a los que se les quiere gastar su mala administración, ha hecho salir a las calles a sectores de trabajadores antes al margen. Sectores como la CROC y la CROM, hicieron ver a esta marcha, como la réplica de un 1º de mayo, a excepción de que esta vez marchamos conjuntos. Fue un vistazo a las enormes posibilidades que tendremos de fortalecer la lucha obrera si logramos democratizar esos sindicatos y ponerlos al servicio de lo trabajadores de manera legitima, cuando echemos al charrismo sindical al basurero de la historia.
Así mismo se le llame como se le llame a la revolución en Egipto y en Túnez, no solo contagia al medio oriente, ya suficientemente peligroso para el imperialismo, sino incluso aquí el tsunami revolucionario ha viajado atravesando al mundo entero y ha traído inspiración y animo a nuestra clase.
El ambiente de lucha se respiraba, se notaba su influencia en los discursos donde el llamado a la “insurrección civil pacífica” y el “derrocamiento de Calderón” seguía falto de modos, de respuestas al cómo y cuándo. Sí, sí queremos derrocar a Calderón, pero los discursos y las consignas están vacías si no tenemos plan.
Aproximadamente 30 mil trabajadores, los más combativos los del SME, los de mexicana, los del seguro social, tenemos la tarea de contagiar e integrar al resto de sectores de la clase trabajadora, de luchar por la independencia de clase en los sindicatos, por su democracia, por direcciones a la altura de los acontecimientos. Necesitamos prepararnos para los embates del futuro, fortalecer a nuestros sindicatos, afilarlos, disponerlos para la lucha obrera, al mismo tiempo que luchamos por un programa socialistas para el movimiento obrero y sus organizaciones tradicionales.
Militante estuvo en esta marcha asó como lo ha hecho en las movilizaciones más relevantes de los último 20 años; se aseguró de llevar estas ideas a dónde más se pudo a través de nuestro periódico, volantes y documentos, es parte de nuestra labor en esta lucha y seguiremos adelantes, hombro a hombro con nuestra clase.