Las pasadas elecciones del 1° de julio representaron un punto de inflexión en la lucha de clases en Jalisco no sólo porque marcan la culminación de 18 años de gobiernos panistas en dicha entidad y el retorno del PRI, sino porque además esta contienda ha significado un significativo avance electoral para la izquierda.

18 años de estancamiento

En buena medida las pasadas elecciones pueden ser interpretadas como un balance hecho por los trabajadores de la ciudad y del campo de Jalisco sobre lo que han representado para ellos las tres administraciones consecutivas del PAN, mismas a las que se le suma el gobierno interino del panista Gerardo Octavio Solís Gómez (2006-2007).

Conocidos por sus excesos en todos los terrenos, los gobiernos panistas escribieron parte de las paginas más negras de la historia de Jalisco, desde Alberto Cárdenas (1995-2001) quien contrataría un seguro de vida con cargo al erario público por 500 mil dólares, hasta Francisco Ramírez Acuña (2001-2006) reprimiendo salvajemente en mayo del 2004 a una manifestación contra la III Cumbre de América Latina y el Caribe –Unión Europea; el saldo serían 100 detenidos de los cuales 48 fueron consignados, además de 19 casos de tortura y 73 incomunicaciones. Y ni qué decir del homófono yunquista Emilio Gonzáles Marqués (2007-marzo 2013) quien impulsaría en noviembre del 2009 el “Nuevo Cancún”, complejo turístico en la Costa Alegre de Jalisco, empleando 89 millones de dólares del fondo de pensiones de los trabajadores del gobierno estatal. Lo anterior sin olvidar además las generosas donaciones al Santuario de los Mártires por 30 millones de pesos y a Caritas por 15 millones. Si esos recursos se hubieran destinado a la inversión en servicios en colonias como Lomas de Tabachines, Balcones de la Cantera o Arroyo Hondo, lugares donde malviven los más pobres de la Zona Metropolitana de Guadalajara, en algo habrían mejorado las condiciones de vida.

A distancia todo lo anterior podrían parecer hechos anecdóticos sobre los habituales exabruptos de la ultraderecha en el poder, pero en realidad todo ello habla en mayor medida de un perfil de gobierno en el que el objetivo de fondo es crear las condiciones políticas y materiales necesarias para profundizar la concentración de riqueza en una cuantas manos a costa de condiciones de vida cada vez más precarias para la mayoría. Hoy por hoy, tras década y media de panismo, Jalisco es uno de los estados con más desigualdad en todo el país. En ese proceso la primera piedra fue puesta por Alberto Cárdenas gracias al cual, de acuerdo al informe de Expansión sobre las 100 principales empresas en México de 2000, en dicha entidad para ese año tan sólo 10 empresarios locales ya poseían una fortuna total de 1, 833 millones de dólares, cantidad equivalente al 6% del Producto Interno Bruto (PIB) estatal y al ingreso de 1.3 millones de jaliscienses.

Al amparo del panismo empresarios como Jorge Vergara (Omnilife) y Javier Arroyo Chávez (Farmacias Guadalajara) forjaron sus imperios. El primero actualmente tiene posiciones en 19 naciones y el segundo se ha extendido cuando menos a dos terceras partes del territorio nacional. La llave mágica que ha permitido la conformación de ingentes fortunas por parte de un puñado de empresarios ha sido la explotación de la clase trabajadora abaratando los costes de la mano de obra, de ahí que los salarios en Jalisco estén 20% por debajo del promedio nacional, de acuerdo Nora Ampudia, catedrática de la Universidad Panamericana. Otra forma de incrementar los beneficios empresariales es negar el derecho a la salud a los trabajadores, y ésta formula ha sido aplicada a rajatabla con la venia del PAN contra los habitantes de Jalisco, entidad en la que hoy en día el 37.2% de sus habitantes, es decir 2 millones 590 mil personas, no cuentan con acceso a los servicios de salud (¡¡¡!!!).

Esa clase de resultados indican que los gobiernos del PAN en Jalisco fueron más lejos incluso que Fox y Calderón a escala federal en el desmantelamiento de los niveles de vida de la familias trabajadoras: el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) reportó en 2011 la existencia de 2 millones 718 mil 300 jaliscienses que viven en condiciones de pobreza, representado ello un incremento de 71 mil 500 personas más en esa condición respecto al registro de 2009. Además el censo nacional de población del 2010 reporta que Jalisco tiene 7 millones 350 mil 682 habitantes, mismos de los cuales 558 mil 651 adultos son analfabetos. Por su parte la población adulta sin primaria ni secundaria es de 2 millones 95 mil 648 personas.

El desempleo es otra cara a la que son obligados a padecer los habitantes de Jalisco pues este rubro se ubica en el 5.2 %, superior al 4.5% de media nacional reportado por el INEGI al cierre de 2011. Entre los jóvenes del estado el desempleo supera el 10%.

En ese marco inevitablemente la falta de oportunidades hace de Jalisco uno de los principales estados exportadores de mano de obra, muestra de ello son el millón 400 mil personas nacidas en esta entidad que radican en los EEUU, ello de acuerdo al Consejo Estatal de Población (Coepo). Si tomamos en cuenta el informe del Banco Mundial según el cual la población de inmigrantes mexicanos en el extranjero es de 11,8 millones, por consecuencia aproximadamente uno de cada 10 connacionales que viven en los EEUU son originarios de Jalisco.

Para colmo la inseguridad durante todo el panismo se incrementó significativamente  (por ejemplo entre 2008 y 2011 los homicidios se triplicaron al pasar de 380 a mil 222 anuales) a tal grado que hoy día “la cuarta parte de los jaliscienses declara haber sido víctima de algún delito”. Además otra obra del PAN ha sido la de transformar de nuevo a Jalisco en un centro de operaciones del narcotráfico similar al que formó en esta misma localidad en la década de los años 80 quien fuera conocido como el Narco de Narcos, Rafael Caro Quintero.

PAN y PRI son lo mismo

En todo ello se ha traducido el martirio de las administraciones del PAN en Jalisco, situación que no es otra cosa más que la expresión local de la bancarrota general del capitalismo en México. En esencia es esto lo que está tras la pasada derrota electoral del panismo tanto en el plano estatal y en el nacional.

No obstante, al igual que lo será para todo México si es que prospera la imposición de Peña Nieto, el regreso del PRI al poder en Jalisco no significará ningún cambio en el rumbo de la política del gobierno y los empresarios se continuarán beneficiando a costillas de seguir empobreciendo a las mayorías. El PRI y PAN son lo mismo y representan los mismos intereses.

Una evidencia al respecto de lo anterior es el acuerdo logrado entre el gobernador panista Emilio González Márquez y el mandatario electo, el priísta Aristóteles Sandoval, para que sus respectivas fracciones parlamentaria en el congreso local aprobaran al unísono el incremento a las tarifas del transporte público y de agua, ello el pasado martes 14 de agosto.

Otro augurio de lo que significará el gobierno de Aristóteles Sandoval es la voluminosa deuda pública de Jalisco, la cual pasó entre 1995 y 2012 de 3 mil 391.9 millones a los 35 mil 907.40 millones de pesos, representado un incremento del 668%. Frente a ello y ante las exigencias de pago de los banqueros lo que no va a hacer Aristóteles es declararan una moratoria o canelar la deuda del estado para contar con recursos frescos para obras públicas y sociales para combatir la pobreza sino todo lo contrario: el nuevo gobierno priísta mantendrá firme sus compromisos con sus acreedores, factor que inevitablemente lo forzará a continuar con los recortes al gasto público a la vez que por medio de los impuestos y las tarifas de servicios del gobierno estatal y de los ayuntamientos, todo en mancuerna con la administración federal, tratará de sacar más dinero del bolsillo de los trabajadores.

El único panorama posible bajo el gobierno del PRI en Jalisco es el de una mayor descomposición social y más pobreza generalizada.

La izquierda avanza

No obstante todo lo anterior no todo son nubarrones negros sobre Jalisco, un hecho a destacar es el de que en las pasadas elecciones también quedó de manifiesto el enorme deseo de las clase trabajadora del estado por transformar de raíz su amarga realidad. El significativo avance del voto hacia la izquierda registrado el pasado 1° de julio ya habla de ello.

En las elecciones por la presidencia de México Andrés Manuel López Obrador (AMLO) paso de los 559 mil 266 votos (el 19.2% del total en la entidad) alcanzados en 2006 a los 756 mil 907 sufragios (22.6%). Sin embargo donde el repunte fue más que verdaderamente significativo fue en el caso de la contienda por el gobierno del estado en las que Enrique Alfaro contendiera por el Movimiento Ciudadano (MC) alcanzando el millón 161 mil 622 votos (34.2%) contra el millón 309 mil 466 (38.6%) del candidato ganador, el priista  Aristóteles Sandoval. Por su parte el PAN sería aplastado al ser favorecido solamente por el 19.8% de los votos. Seis años antes el PAN ganaría con el 45% de los votos mientras la izquierda se quedaría apenas con 224 mil 590 sufragios, es decir menos del 8%.

Debemos luchar

Lo cerrado de la contienda nos permite señalar que la izquierda pudo haber ganado las elecciones por el gobierno del estado, sin embargo un factor que jugó un papel nocivo para dicho objetivo fue la decisión del PRD estatal de no apoyar a Alfaro y sí a cambio llevar como candidato al ex alcalde panista Fernando Garza, logrando apenas el 3.4% de los votos. Este hecho no solo dividió parte del voto sino además creó confusión entre miles de simpatizantes de la izquierda, viéndose favorecido el abstencionismo. El anterior es un ejemplo más del hecho de que la política de derecha implementada por la dirección estatal del PRD representa un obstáculo objetivo para el desarrollo de la izquierda en la entidad, razón por la cual los sectores democráticos organizados en Morena, en el PT en el MC y los militantes de base del PRD y demás tendencias de lucha del estado, se deben plantear como una de sus prioridades la de luchar al lado de la clase trabajadora por arrebatar a este partido de las garras de los grupos de derecha a su interior.

Otra tarea de la izquierda es lanzar una política que la vincule más claramente con los diferentes sectores en lucha, en especial con el movimiento obrero de Jalisco. Los militantes de base de Morena, del PRD, del PT y del MC deben adoptar todas esas luchas como propias y marchar hombro con hombro con obreros, campesinos y estudiantes.

Al mismo tiempo es necesario dotar al movimiento de masas del estado de un programa que unifique su lucha con la del resto de trabajadores y campesinado pobre del resto del país y en el que se llame a expropiar a los empresarios de Jalisco y de todo México bajo líneas socialistas para poner sus cuantiosas fortunas al servicio de las necesidades de la mayorías explotadas y oprimidas.

La izquierda de Jalisco unificada y trabajando bajo esos ejes de acción obtendría como resultado una base política superior a la actual que la podría llevar al poder en Jalisco y que al mismo tiempo le permitiría apoyar sólidamente para que la izquierda a nivel nacional se transforme en gobierno.

Camarada únete a Militante y lucha por una izquierda revolucionaria en Jalisco y en todo México.


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