A pesar de todos los esfuerzos, las explicaciones del Gobierno Federal sobre la muerte de Juan Camilo Mouriño no convencen a nadie. En las calles, los trabajadores comentan que algo muy importante está detrás del espectacular avionazo de noviembre. En las altas esferas del Gobierno tampoco se tragan fácilmente las explicaciones oficiales. Finalmente, la muerte de Mouriño ha venido a fortalecer la desconfianza hacia el gobierno calderonista, convirtiéndose así en una de las crisis más sintomáticas sobre la salud del régimen actual.
Un enemigo de clase
Mouriño ha recibido grandes homenajes en el PAN, la presidencia del país y Campeche, entre otros lugares. Se le intenta presentar como un hombre que luchó por el bienestar social, por la justicia y por los más altos valores “humanos”. Poco ha faltado para que esta gente pida su canonización. Detrás de todos estos discursos lacrimógenos no hay más que la defensa de las políticas que defendió el Secretario de Gobernación. Cuando la derecha en nuestro país le enaltece como un “gran hombre” lo que está enalteciendo en realidad es la explotación a los trabajadores que practicó en vida Mouriño.
Nosotros los trabajadores debemos decir que todos esos discursos del presidente del PAN, de Calderón y de la alta iglesia católica son miserables y ocultan la verdad. Mouriño fue un hombre relacionado con el lavado del dinero que se enriqueció con negocios sucios. Fue un hombre que impulsó la reforma de PEMEX, donde él y su familia tenía una serie de contratos bastante jugosos. Mouriño no fue un “santo”. Al contrario, fue la mano derecha de Calderón, el presidente que usurpó la presidencia del país mediante uno de los fraudes más descarados que haya conocido nuestro país. Mouriño fue un hombre dedicado a cuidar los intereses de los empresarios y banqueros, el ex secretario de Gobernación fue uno de los responsables de que los trabajadores mexicanos estemos viviendo con salarios de hambre, o desempleados. Mouriño fue un enemigo de los trabajadores, y se ganó a pulso el desprecio de los que sufrimos las políticas de derecha que él impulsó.
El sospechoso “accidente”
La explicación oficial, plantea que el avionazo donde murió Mouriño se debió a un error del piloto y copiloto, una “ráfaga de viento” que nadie a bordo supo controlar. Lo cierto es que la hipótesis oficial genera más dudas de las que resuelve. A todo el mundo le resulta difícil creer que los pilotos de los altos funcionarios panistas sean unos “estúpidos” como lo plantean los informes oficiales. A todo el mundo le genera dudas el hecho de que en este accidente aéreo (como en pocos), la aeronave se haya destruido por completo sin siquiera un llamado de auxilio. “Haiga sido como haiga sido”, lo cierto es que nadie cree la versión oficial. En las colonias, las fábricas, las escuelas y el campo, la gente sabe que esto no fue un hecho aislado, saben que algo hay escondido. Y es que en el PAN, las batallas intestinas han sido muy fuertes. Recordemos el caso de Santiago Creel, Fernández de Ceballos y las batallas de las pasadas elecciones internas, etc. El propio Calderón recordó ese ambiente dentro del PAN cuando, en homenaje a Mouriño, declaró que “también homenajearlo es dejar atrás de una vez las mezquindades, las ruindades que nos impiden servir, que nos impiden hacer el bien y que nos atrapan en pleitos envidias. Ruindades, en fin, que paralizan la acción del partido”. Ni una duda dejó el espurio.
La muerte de Mouriño quedará archivada a lado del asesinato de Colosio, de Roberto Madrazo y de otros tantos. Investigar a fondo a personajes de este nivel es investigar al mismo narcotráfico, a todo el tráfico de influencias e intereses económicos relacionados con los personajes que hoy están en el poder. Las batallas internas dentro de la misma clase dirigente han sido evidentes y sólo vienen a demostrar la debilidad de ésta para seguir dirigiendo la sociedad. En momentos de crisis revolucionaria como éste, no son raros los asesinatos o los “suicidios asistidos” o las misteriosas desapariciones de personajes como Mouriño.
Su muerte sólo pone sobre el tapete la debilidad de Calderón y toda la clase dominante. En unos días como los actuales en los que el capitalismo demuestra su fracaso más absoluto, la burguesía se divide y flaquea. Pero su debilidad es nuestra fortaleza, la de los millones de jóvenes y trabajadores que luchamos para librarnos de sus cadenas.