Por un partido combativo

Es por ello que en la actualidad se vuelve cada vez más urgente, que las grandes organizaciones de masas como Morena, así como los sindicatos giren sus programas y sus métodos hacia la lucha por acabar con el capitalismo. Morena, ahora como partido político no debe sólo limitarse a la lucha electoral o parlamentaria. Tenemos que cambiar la idea de que sólo ganado elecciones vamos a cambiar las cosas. Del mismo modo, un partido político como Morena, para poder tener triunfos electorales significativos y que realmente sirvan para cambiar las cosas, debe girar cada vez más a la izquierda.

En relación con lo anterior debemos tener muy  claro que lo que estamos viviendo es una lucha de clases; no es sólo una lucha entre corruptos y no corruptos o entre honestos y deshonestos. Las reformas que ha impulsado el gobierno de Peña Nieto no son otra cosa más que la radicalización de la clase burguesa  (dentro del marco de la lucha de clases), por obtener mejores negocios y mayores ganancias a costa de empeorar las condiciones de vida de la clase opuesta, es decir, de la clase trabajadora, que somos la gran mayoría. En pocas palabras, las reformas son la lucha de la clase dominante por apropiarse las ganancias, explotando al trabajador de manera cada vez más rapaz.

Todo esto ha resultado en unas condiciones de vida verdaderamente deplorables para la mayoría de la población, que sumado a una tremenda descomposición de la sociedad, nos llevan a vivir bajo condiciones insostenibles. Por ello, para nosotros los trabajadores es muy urgente un verdadero cambio de la situación. Dentro de este contexto, Morena puede convertirse en esa organización que realmente genere este cambio, pero sólo a condición que desde la dirección se dé un giro más a la izquierda, adoptando un programa de lucha anticapitalista, vinculándonos con las luchas sociales del pueblo trabajador y los campesinos pobres, haciendo llamados fuertes y consistentes a impulsar la consigna del frente único de lucha con los sindicatos como medida para unificar el movimiento y dar golpes más contundentes, e impulsar un paro nacional contra las reformas de Peña Nieto. Morena no debe ser un partido meramente electorero, sino que se deben aprovechar las elecciones y los candidatos para agitar en torno a las medidas antes mencionadas, y de este modo elevar el nivel de conciencia y de organización de sus militantes en un sentido revolucionario.

La lucha por la defensa de Pemex

Morena asumió como bandera la lucha contra la reforma energética. Tras las elecciones de 2012, éste prácticamente ha sido el único terreno en el cual se ha intervenido y se han llevado a cabo acciones. Sin embargo, y tenemos que decirlo con todas sus letras, en esta batalla no se han tenido muchos avances, claro que esto no significa que tengamos una derrota irreversible. Pero hay una cuestión concreta: la reforma fue aprobada más rápido de lo que incluso se esperaba el mismo gobierno y prácticamente sin ninguna oposición fuerte.  La mayoría de los argumentos al interior de Morena van en el sentido de que la gente no es muy consciente todavía y por ello no se tuvo la respuesta esperada. Sin embargo, esa es una explicación mecánica de los procesos porque a pesar de la gravedad de esta reforma la gente no sale a la lucha de manera mecánica. Existen muchos factores dentro de la ecuación, y entre esos está el papel de la dirección, la cual tiene que contribuir a elevar el nivel de consciencia de las bases.

Por lo mismo la dirección de Morena debe comprender que para echar atrás la reforma energética no es suficiente sólo con los mecanismos legales. La campaña de firmas por la consulta sobre la reforma ha sido una medida correcta, pero por sí sola está muy lejos de lograr su objetivo. Incluso si se llegara a hacer la consulta, aun así nada nos garantizaría que la reforma no se lleve a cabo, cuando ya se tengan contratos firmados y  a las empresas privadas estén más metidas que nada en la industria energética. Es decir, la batalla legal es totalmente insuficiente para derrotar la reforma. Esta reforma, como lo mencioné anteriormente, es reflejo de la radicalización de la clase dominante por seguir manteniendo su tasa de ganancias dentro del contexto de la crisis del capitalismo, por ello, la manera de derrotar la reforma es también radicalizando la lucha de la clase trabajadora. Dentro de Morena se ha dicho que Peña Nieto nos está llevando a una situación incluso peor a la que se vivía en el porfiriato, y si recordamos, la única manera de derrotar la injerencia de empresas extranjeras en la industria petrolera durante ese periodo fue a través de la expropiación, por lo que en la lucha actual necesitamos algo incluso superior a eso, es decir, la expropiación de la industria eléctrica, la minera y toda aquella que se ha beneficiado parasitariamente de los contratos con PEMEX y de la reaccionaria reforma energética de Peña, pero acompañada del control democrático por parte de los trabajadores sobre todas las áreas de los energéticos.

Las candidaturas

Aunque Morena sea un partido político, no debe limitarse solo a las cuestiones electorales. Sembrar falsas esperanzas de que solamente teniendo diputados, senadores o algunas gubernaturas se puede transformar a México, nos puede llevar a serios errores e incluso traiciones. Debemos tomar en cuenta varios aspectos: en primer lugar, no debemos perder de vista que la lucha parlamentaria significa estar en el ring de la derecha, es decir, todos estos aspectos del Estado burgués o el parlamento burgués, están totalmente controlados y cooptados por los grandes empresarios y sus partidos políticos PRI y PAN, ahora alineándose a ellos el PRD, lo cual significa que solamente entrando al juego parlamentario estaremos muy limitados de impulsar un proceso de verdadero cambio.

Morena tiene muchas posibilidades de ganar elecciones en muchos estados y aquí en el D.F., porque es un partido de masas con comités de base por todo el país y un montón de gente valiosa y revolucionaria que está dispuesta a dar todo por cambiar las cosas en nuestro país, sin embargo, los métodos que se han utilizado en el proceso de selección de candidatos encierran en sí mismo elementos que más que encaminarse en una dirección auténticamente revolucionaria, nos podría dejar atados de manos. Desgraciadamente hemos visto en muchos casos métodos que se han tomado de la política tradicional (agandalle, verticalidad, dedazo, etc.), en los que los candidatos,  llamados ahora “Promotores de la Soberanía Nacional”, son electos desde las cúpulas, excluyendo cualquier participación democrática de la base militante de Morena. En muy pocos lugares se han llevado a cabo asambleas para elegir a los candidatos, y algo más grave, muchos de los candidatos que se han elegido tienen un pasado dudoso o son personajes que ya están acostumbrados a vivir y muy bien de la política tradicional con todos sus vicios, además de que su participación en la construcción de Morena ha sido baja.

Los marxistas que participamos en Morena planteamos que los candidatos deben salir de las bases con una participación activa de por lo menos dos años, mismos en los que hayan demostrado su lealtad a Morena, a la lucha del pueblo y de los más pobres. Pero lo más importante es que tenga un programa de lucha que conecte con las necesidades más apremiantes de la clase trabajadora y los campesinos pobres, y desgraciadamente sobre este aspecto se habla muy poco. Los candidatos de Morena deben luchar por un aumento considerable de los salarios, por la basificación de todos los trabajadores a los 15 días laborados, por créditos baratos para los campesinos, por la industrialización del campo, por la construcción de escuelas públicas y el aumento al presupuesto para la educación, por la renacionalización de la industria eléctrica bajo control democrático de los trabajadores, etc. Es decir, los candidatos no deben limitarse solo a impulsar medidas sociales en los congresos, sino que deben impulsar demandas que conecten con la gente y vayan encaminadas a realmente cambiar toda la estructura económica del capitalismo. Además estas medidas deben servir para agitar y desarrollar más la organización de las bases, y Morena debe vincularse con todos los movimientos sociales de nuestro país impulsando un frente único de lucha. Unidad es lo que necesita el movimiento.

“Todo es un proceso” ¿Hacia dónde?

A veces, para desacreditar las medidas antes mencionadas, se oyen discursos de nuestros dirigentes en el sentido de que no podemos impulsar medidas utópicas porque “todo es un proceso” y debemos ir poco a poco. Este tipo de argumentos no contribuyen en nada sino que lo único que hacen es justificar la política reformista de la dirección que busca un capitalismo con rostro humano o democrático, sin embargo, esto es más utópico que nada. Esta argumentación ha sido utilizada en el pasado para justificar una serie de traiciones por parte de los dirigentes de izquierda.

Por su puesto que todo es un proceso, pero los procesos tienen un contenido, los procesos no caminan por sí solos hacia una dirección determinada. Las luchas sociales son procesos vivos que de acuerdo a los partidos, los programas o los dirigentes, toman un sentido determinado. Por ello, si desde Morena realmente queremos acabar con el actual régimen económico, debemos darle contenido a esto y caminar en esa dirección, no solamente decirlo y generar un proceso hacia otro lado. Desde ahora en Morena debemos impulsar la lucha hacia el derrocamiento del capitalismo, impulsando medidas que realmente nos lleven hacia allá, como las anteriormente planteadas, porque una cosa es clara: solamente ganado elecciones no estamos impulsando el proceso hacia el fin del capitalismo, que es lo que realmente podrá acabar con toda la miseria que se vive en nuestro país. La única manera de acabar con la pobreza, el desempleo, el analfabetismo, la delincuencia y en general con la barbarie en la que vivimos actualmente, es acabando con el capitalismo y Morena tiene todo para lograr esto, pero tenemos que impulsar el proceso hacia esa dirección desde ahora. No hay términos medios: socialismo o barbarie.


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