Uno de los principales ejes de la economía nacional y el principal creador de empleos es el sector terciario o de servicios. Dicho sector aglutina a las áreas de comercio, transporte, restaurantes y servicio de hospedaje entre otros. Además, este sector ocupa el mayor porcentaje de la Población Económicamente Activa (PEA), con un 63% de ocupación. Siendo el área de restaurantes el segundo en tener el mayor número de empleados, tan sólo por debajo del comercio.
El segundo trimestre del 2019, con respecto al mismo trimestre del año pasado, esta área creció en 398,711 empleados. Al mismo tiempo, muchas de estas personas también forman parte de las cifras de la informalidad laboral, entendido éste como trabajadores subordinados, que, aunque trabajan para unidades económicas formales, lo hacen bajo modalidades en las que se elude el registro ante la seguridad social. (Encuesta Nacional de Empleo y Ocupación, segundo trimestre 2019, INEGI)
Estamos a sus órdenes… para la precariedad
Es importante destacar que, a pesar de la importancia en el número de empleos que ocupa el sector servicios, también es el sector en donde se encuentra la mayoría de personas que no posee los derechos más elementales como trabajadores, y en donde se da el índice más alto de violación a los pocos derechos que se poseen.
Es en los restaurantes y bares que se dan las mayores irregularidades hacía con los trabajadores, todo a la luz del día y de manera cínica e ilegal.
Para empezar, la mayoría de estos lugares emplean a jóvenes (menores de edad o que es su primer empleo), sin ningún tipo de contrato de trabajo, con lo que eluden de manera clara el pago de seguridad social y otras compensaciones a las que tiene derecho el trabajador. En caso de despido o renuncia, la "empresa", se deslinda de todo pago al que el joven pueda ser acreedor.
La rotación de personal es muy constante. La contratación es permanente ya que debido a que no hay un contrato de por medio, los patrones pueden despedir a la hora que quieran a los trabajadores, so pretexto de que no son aptos para el trabajo, de que no tienen actitud de servicio o bien, que no tienen el "carácter" que se requiere para estar en esos sitios.
En este tipo de lugares se dan de manera más frecuente los abusos por parte de los patrones y los jefes a cargo. Aunado a eso, los trabajadores de bares y restaurantes deben tolerar las actitudes prepotentes, elitistas, discriminatorias, misóginas y de acoso hacia las compañeras, por parte de algunos comensales y clientes.
Las condiciones bajo las que laboran los empleados atenta contra su salud y viola la legalidad de las 48 horas que debe cubrir a la semana. En algunos sitios son obligados a doblar turnos sin previa anticipación, a laborar tiempo extra sin recibir pago extra por ellas, no tener una hora específica para comer y en ocasiones, laborar hasta las 12 horas diarias o no contar con descanso. Todo esto se suma a la rotatividad de las jornadas y días de descanso que ya son un problema para la estabilidad del trabajador.
En el caso de las compañeras hostess, meseras, bartenders, deben pasar por entrevistas o filtros que más que evaluar su aptitud o experiencia, los jefes anteponen la cuestión física, sexual y machista para su contratación y tareas dentro del lugar. El clásico lenguaje e idea sexista de "la mujer vende" es común denominador en estos sitios.
Los compañeros lavalozas, garroteros o ayudantes generales, no quedan exentos de tratos nefastos. Por lo regular quienes ocupan estos puestos son menores de edad, personas con un grado básico de estudios, chicas o chicos de provincia en búsqueda de mejores condiciones de vida. Es en este sentido que las actitudes de discriminación, desprecio y abusos, se magnifican para ellos.
La cuestión de las propinas es otro tema grave. El descuento de un porcentaje por parte de los patrones es un secreto a voces, la controversia sobre la obligatoriedad de éstas por parte de los clientes, son el pan nuestro de cada día para los que laboramos en este sector.
¿Gracias por su propina?
La Ley Federal de Protección al consumidor se encarga de decidir si el cobro de una propina atenta contra la libertad del consumidor. Ésta, como su nombre lo dice, protege al consumidor más no a la persona que ofrece su servicio. Según la Organización Internacional del Trabajo define el término propina como "el dinero que el cliente da voluntariamente al trabajador, además del que debe pagar por los servicios recibidos; [...] independientemente de las propinas, los trabajadores deberán recibir una remuneración básica que será abonada con regularidad." (Convenio sobre las condiciones de trabajo (hoteles y restaurantes) No. 172, artículo 6).
La Ley Federal del Trabajo (LFT) en su artículo 346 establece que: Las propinas que reciben los trabajadores que prestan sus servicios en hoteles, casas de asistencia, restaurantes, fondas, cafés, bares y otros establecimientos análogos, forman parte de su salario…
Es en este punto en donde el trabajador queda en la indefensión. Por un lado, el empleador bajo la idea de que los trabajadores reciben muchas propinas, ofrecen sueldos muy bajos tan sólo porque "con las propinas se recompensa", (de hecho, es común que en varios sitios se obligue a los meseros a cobrar la propina sino son castigados). Por otro, el comensal, quien no tiene ninguna obligación de dejar propina y con la creencia de "para eso se les paga bien", el trabajador termina recibiendo ingresos precarios.
Aunado a esto, las propinas son repartidas en porcentajes diferentes dependiendo el puesto y, los dueños o gerentes terminan despojando desde el 5 hasta el 15 por ciento de propinas pagadas con tarjetas. Las principales razones de este despojo son: "así es en todos lados", obviamente quedándoselo para sus bolsillos o "es un asunto fiscal, ya que las propinas pagan impuestos", lo que es una medida ilegal.
El mismo artículo 346 de la LFT respecto al tema de las propinas, dice "Los patrones no podrán reservarse ni tener participación alguna en ellas.", prosiguiendo en el art. 347 "Si no se determina, en calidad de propina, un porcentaje sobre las consumiciones, las partes fijarán el aumento que deba hacerse al salario de base para el pago de cualquier indemnización o prestación que corresponda a los trabajadores."
Es evidente que el despojo de las propinas es ilegal y más que responder a un asunto fiscal, responde a un asunto personal y de beneficio propio. Además miles de trabajadores de bares y restaurantes ni siquiera son incorporados al seguro social o registrados ante Hacienda, por lo cual, los patrones no tienen la obligación de demostrar gastos o ingresos ante el SAT en este rubro.
Ante todo este ambiente es claro que, además de todas los atropellos en materia laboral, estos espacios recurren muy continuamente a la evasión de impuestos y a un sin fin de irregularidades que prefieren seguir ocultando debido a la cantidad de negocios sucios que se manejan al interior y que en complicidad con las autoridades se mantienen vigentes.
¡Fue un placer atenderles, ahora nos organizaremos!
Al igual que los trabajadores de tiendas departamentales y comida rápida, los empleados de bares y restaurantes se encuentran en la indefensión total.
La ausencia de sindicatos u organizaciones que velen por sus intereses y defiendan sus derechos los hace más proclives a seguir recibiendo día a día las nefasta políticas internas de los lugares para los que laboran.
La dinámica de presión constante por parte de los encargados del lugar, la competencia interna, la necesidad de ingresos y el desgaste al que son expuestos, hace que los trabajadores de bares y restaurantes, para lo último para lo que tengan tiempo sea para la organización y la lucha por la defensa de sus derechos.
Es necesario el llamado a todos nuestros compañeros a mantenerse unidos contra los golpes de los dueños y encargados de estos lugares, a la solidaridad y empatía de los comensales y clientes para poner un alto a los ataques que estamos sufriendo. Además de que se hace necesaria la creación de una organización de nosotros y para nosotros para hacer frente, de manera organizada y conjunta, a las violaciones y atropellos de los que somos víctimas y exigir mejores condiciones de trabajo.
Por otro lado, debemos levantar la bandera de que ningún joven debe abandonar la escuela y que tenga todos las condiciones para que pueda concluir sus estudios y evitar que caiga en estos trabajos precarios.
Defender la bandera del feminismo y abogar porque las compañeras no sufran las actitudes y lenguaje machista y sexista por parte de dueños, jefes y clientes. ¡Por espacios de trabajo libres de violencia machista!
Por una vida digna para jóvenes, mujeres y migrantes. No a la discriminación ni estigmatización por su condición social.