México es uno de los países donde más se labora y menos se gana, es decir, el salario no ha sido suficiente para cubrir las necesidades básicas de la clase trabajadora. Según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (2022), el 51.1% de los obreros trabajan una jornada laboral de 40 a 48 horas semanales, mientras que el 14.3% de 49 a 56 y el 13.3% más de 56 horas.

Hay sectores como los guardias de seguridad, que llegan a trabajar hasta 72 horas semanales con turnos de 24 horas; en la maquila se trabaja hasta las 72 horas, y son obligados a trabajar hasta 16 horas diarias, con descansos de apenas unos minutos y a veces sin descanso.

Carlos Slim, un importante empresario mexicano, ha declarado que las jornadas laborales sean de 12 horas para mejorar la productividad. No sorprende la lógica de este burgués, pues es congruente con la visión explotadora del capitalismo, en el que se nos vende que la productividad es igual a trabajar más horas, “ponerse la camiseta”, cuando en realidad es mera explotación.

Los trabajadores terminamos exhaustos, y se ha extendido el llamado “síndrome de burnout”, un estado de agotamiento físico, emocional y estrés crónico que empeora la calidad de vida. Además, la explotación trae enfermedades crónico degenerativas como cáncer, lesiones permanentes en articulaciones y músculos, y aumenta accidentes laborales mortales.

Defendemos nuestro derecho a una vida digna, al descanso, al tiempo de ocio y recreación sana. Como decían los obreros que luchaban por la jornada de 8 horas: 8 horas para trabajar, 8 horas para descansar y 8 horas para recrear y cultivarse; para participar políticamente y organizarse, añadimos ahora.

Al mismo tiempo sabemos que sólo unidos y organizados como clase trabajadora lograremos tener una vida sin explotación. No podemos confiar en que todo se resolverá en el Congreso y que sólo tenemos que esperar a que se nos otorgue la ley, tenemos que impulsar la organización en cada centro de trabajo, extendiendo la información y haciendo crecer el sindicalismo asambleario, de acción, combativo y que cuestione este sistema de explotación: el capitalismo.

Así lograremos arrancar nuestros derechos y que se respeten, ya que las violaciones a la Constitución, la LFT y los contratos colectivos son el pan de cada día, muchas veces de manera ilegal, pero otras muchas “legalmente” mediante argucias en los tribunales, leyes secundarias o corrupción.

Reducir la jornada es una condición directa para detener el embrutecimiento de nuestra clase, y disponer de tiempo para cambiar esta sociedad, luchar no sólo por mejores condiciones de trabajo sino también, a través de la lucha revolucionaria, liberarnos de nuestras cadenas y construir una sociedad más justa, sin explotación asalariada.

  • Derogación total de las contrarreformas laborales.
  • Jornada de 36 horas semanales sin reducción salarial.
  • Subsidio de desempleo.
  • Fin de la precariedad laboral, otorgamiento de la base a los 15 días.
  • Derecho a la libre sindicalización.
  • Demandamos contratos colectivos y eliminación del outsourcing.
  • Por un salario mínimo de $28,000 para una vida digna.
  • No más acoso laboral ni sexual en los centros de trabajo.
  • Guarderías y comedores gratuitos y dignos en los centros laborales.

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