A continuación presentamos un resumen de la carta que nos ha enviado Gabriela a la Redacción. La versión completa puede encontrarla bajo el mismo título en nuestro sitio de internet.
La lucha de los trabajadores mexicanos en defensa del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), es básicamente, la lucha por la defensa de todo el movimiento obrero organizado, frente a la embestida feroz del gobierno más anti obrero que se recuerde desde Porfirio Díaz, hace más de 100 años. Las organizaciones de los trabajadores son patrimonio de toda la clase obrera y su esperanza de que una sociedad distinta a la actual sea posible.
La defensa de los intereses de los trabajadores en las organizaciones sindicales es un pecado mayúsculo para la burguesía, especialmente en épocas de crisis, cuando pretenden hacer cargar todo el peso de los esfuerzos para salir de la debacle económica a espaladas de los trabajadores. La extensión del fascismo en Europa se debió en gran parte a una situación de desesperación de la burguesía ante el impasse del capitalismo en los años treinta y la posibilidad real de que el proletariado llegara al poder.
No obstante, no olvidemos que estamos en crisis y la característica principal del presente periodo es que ante la agitación social no hay mecanismos para comprar la paz social, no hay reformas que ofrecer y por lo tanto los dirigentes reformistas que gestionan el Estado se convierten en ejecutores de programas de derecha, despidos, recorte de presupuesto, etc.
Por su parte, no habría fuerza en el país capaz de resistir la acción conjunta de las organizaciones de los trabajadores en pos de un objetivo común y en este conglomerado hay organizaciones claves, es decir elementos que son puntales de la posibilidad del proletariado para actuar como clase. Son estos organismos que la burguesía tratará de eliminar dado que no quiere puntos de convergencia. Por esta razón ha lanzado una batalla sin cuartel en contra del PRD, incluso a pesar de que muchos dirigentes arden en deseos por ser reconocidos como “gente decente”.
La primera forma que los trabajadores asumirían en un proceso de unificación de carácter clasista sería la movilización unitaria defendiendo un derecho que consideran propio e indigno que se les arrebate. Por ello la estrategia de los trabajadores puede y debe orientarse a construir un frente único en su propia defensa.
La primera medida es la convocatoria a un paro general de 24 horas. Por supuesto que la Asamblea de organizaciones sindicales debe elaborar un pliego petitorio conjunto y lanzar el primer paro general de 24 horas antes en las próximas dos semanas. El paro implicaría por supuesto la suspensión de labores pero también acciones como bloqueos de calles por parte de todas las organizaciones del movimiento urbano y de carreteras por parte de las organizaciones campesinas, la suspensión de todas las actividades educativas (CNTE y estudiantes y del sector público, activistas anti ley del ISSSTE…) Todos estos sectores ya han parado por separado en los meses y años anteriores y no existe fuerza represiva alguna que pueda evitar que lo puedan hacer, la diferencia es que ahora lo harían de manera simultánea, golpeando juntos, el mismo día a la misma hora.
La participación del movimiento dirigido por AMLO y del PRD tampoco sería desdeñable, como ya hemos señalado en otras ocasiones, una de las grandes deficiencias de todos los movimientos sindicales ha sido su carácter local o regional. Salvo los mineros, no tenemos en los últimos años luchas que se hayan desatado en todos los estados, la convocatoria a participar en el paro de 24 horas le daría tareas a los casi 3 millones de afiliados del gobierno legitimo.
Todo esto señalado anteriormente no requiere más que de la disposición de los dirigentes para interactuar, las masas ya demostraron el 15 de octubre que están listas “ pa´las que sea”. A propósito no hemos señalado al conjunto de organizaciones sindicales charras, en la primera fase sería muy difícil involucrarlas. No porque los trabajadores de esas organizaciones simpaticen con el gobierno, sino porque en general no consideran que sea posible luchar y ganarle al gobierno, no obstante una vez que el movimiento de haya desatado seguramente habrá una gran presión de los trabajadores para intervenir en acciones unitarias como la huelga nacional.
No cabe duda que, pese a la disposición de las masas, el principal obstáculo que el movimiento debe enfrentar es el escepticismo de sus propios dirigentes, ante ellos habría que recordarles que esta no es una lucha cualquiera; no está en juego tal o cual clausula, sino la existencia misma del sindicalismo. Por el contrario una victoria significaría el derrumbe de los planes del Estado en este sexenio y su fin en términos prácticos, la fuerza de clase obrera marcaría las siguientes luchas en condiciones totalmente favorables y en el contexto de crisis capitalista tendríamos todas las condiciones para una autentica transformación social. No nos engañemos: o la más grande de las victorias o una de las más duras derrotas. No obstante podemos vencer y debemos hacerlo, todo depende de la organización y las ganas para hacerlo. En la unidad y la determinación de la clase obrera esta la victoria.
Viva el SME
Vivan los trabajadores del campo y la ciudad
Unidos y organizados Venceremos.