Mientras el dueño de Telmex se posiciona como el hombre más rico del mundo, a los trabajadores de esta empresa se les regatea el aumento salarial y de prestaciones, así como la posibilidad de cubrir plazas vacantes. Esto ocasiona que el servicio sea deficiente ante la carga de trabajo con la que cuenta el personal sindicalizado.

El pasado 26 de abril, el conjunto de los trabajadores del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana (STRM) estuvieron a punto de estallar la huelga a causa del vencimiento del contrato de 35 mil trabajadores y de la negativa de la empresa, Telmex, para otorgar un aumento salarial y de prestaciones del 5.9% (inicialmente se exigía que fuera del 16%), así como de la contratación de 10 mil plazas vacantes.

La huelga estaba prevista para estallar al medio  jueves 26 de abril, no obstante, ese mismo día por la mañana el sindicato prorrogó el estallido un día más, para dar oportunidad a que la empresa accediera a las demandas del sindicato. Esta decisión fue tomada por  24 mil trabajadores que se negaron a aceptar el incremento salarial y de prestaciones del 4.9% que la empresa ofrecía. Tampoco aceptaron que de las diez mil plazas que el sindicato demandaba se abrieran como vacantes, sólo fueran aceptadas mil quinientas.

Tal acontecimiento resulta importante ya que desde 1985 el STRM no presentaba un emplazamiento a huelga tan aguerrido. Debemos aclarar que si no ha habido un movimiento similar durante 27 años no se debe a la falta de entusiasmo o de combatividad de los telefonistas, sino a la presión que el gobierno ha ejercido sobre la dirección del sindicato, para evitar que este se movilice. Por otro, la táctica de lucha y negociación que ha establecido la dirección sindical con la empresa, también ha sido un factor para que la lucha de los telefonistas no haya trascendido a las marchas, con un carácter rutinario, sobre todo en los últimos años. Las presiones sobre la base del sindicato para evitar su radicalización han sido muchas, sobre todo si tomamos en cuenta que se ha puesto a Telmex como un buen ejemplo de lo que representa la privatización de las empresas estatales.

Para nosotros los trabajadores nos queda claro que la privatización no es la salvación de la economía y mucho menos de las necesidades de la clase obrera. Recordemos que fue en 1990 cuando Teléfonos de México se privatizó y durante estos veintidós años los trabajadores no han tenido mejores condiciones de vida, sino al contrario, sus jornadas laborales se han incrementado ante la carga de trabajo que representa el aumento de usuarios de líneas telefónicas e internet que se ha elevado en los últimos años.

Cifras indican que Telmex atiende a quince millones y medio de usuarios a los cuales se les tiene que proporcionar servicio, mantenimiento e instalación de nuevos paquetes de comunicación. Esto contrasta con los 33 mil trabajadores con los que cuenta el sindicato para responder a esta demanda. Mientras las líneas van en aumento los trabajadores disminuyen, ya que en 1990 se contaba con 42 mil trabajadores a pesar de que la carga laboral era mucho menor a la que ahora existe.

Es por ello que apoyamos la demanda correcta de los trabajadores de Telmex al exigir la contratación de personal para cubrir la demanda y para disminuir los excesos laborales a los que se ven sometidos los trabajadores actuales. Es una demanda totalmente necesaria y ejemplar para el resto de sindicatos. Toda empresa tiene que cubrir las plazas que resultan vacantes, por jubilación o por cualquier otro motivo, con personal de base y sindicalizado

Sin embargo con la existencia de la subcontratación (outsourcing) las empresas recurren a esta dinámica de contratación para quedar excluidas de obligaciones con los trabajadores. Los sindicatos deben promover la unidad de todos los trabajadores, exigiendo la basificación de los subcontratados, promoviendo su adhesión sindical, fortaleciendo así la capacidad de lucha de los trabajadores contra la patronal.

Telmex es justamente un claro ejemplo de las contradicciones del sistema capitalista. Su dueño y accionista mayoritario (Carlos Slim) goza de una fortuna calculada en 72 mil 463 millones de dólares, lo que lo posiciona por tercer año consecutivo como el hombre más rico del mundo. Mientras tanto a los trabajadores se les niega un aumento salarial para que puedan vivir en las condiciones más básicas. Es evidente que la negativa de la empresa no se debe a la falta de recursos sino a un mero capricho del patrón por no ver “afectados” sus intereses: aunque pobre no se va a quedar.

Aunque dicha huelga no se desarrolló sí dejo la señal clara de que los telefonistas están en pie de lucha. Los trabajadores de México debemos unificar fuerzas para poner un alto a los empresarios y al sistema capitalista. Basta de ataques a la clase trabajadora. Podemos demostrar que sin los trabajadores no se prende un foco, no gira una rueda y mucho menos, suena un teléfono.

¡Por un aumento salarial de emergencia del 100% para todos los trabajadores!

¡Escala móvil de salarios, respecto a la inflación real!

¡No a la división de los trabajadores: basificación y sindicalización de los subcontratados!


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