Durante años los medios informativos han gastado ríos de tinta para narrar la dura problemática social de Iztapalapa (robos, secuestros, pandillerismo…) dándole un cariz sensacionalista para descontextualizar la amarga realidad de esta demarcación y transformarla en la nota roja de la prensa nacional, recurriendo incluso en ocasiones, en aras de tal objetivo, a exabruptos que superan los márgenes de lo grotesco tal como fue el caso de la manada-pandilla de 25 perros “asesinos” de personas que entre diciembre del 2012 y enero de éste año “asolaron” las inmediaciones del cerro de la Estrella dejando un saldo de “cuatro muertos” y una noticia que le dio la vuelta al mundo no por los supuestos acontecimientos dramáticos sino por lo absurdo del supuesto hecho. El periódico El País de España titularía una nota a propósito de ello titulada “El caso de los perros ‘asesinos’ de personas deja incrédulo a México”.
Transformado a Iztapalapa en el corazón de la nota roja de la prensa nacional, el régimen pretende echar una cortina de humo a una realidad que de manera más que nítida expresa la decadencia capitalista y la barbarie que brota de esta; pero más aún, otra realidad que se vive de manera cotidiana en dicha demarcación es la de cientos de miles de trabajadores y sus familias que lejos de la postración provocada por la pauperización, todo los días luchan por trasformar su amarga realidad desde posiciones abiertamente de izquierda, y no como una expresión marginal sino como una tendencia abrumadoramente mayoritaria que hace palidecer a los partidos de derecha a tal grado de transformarla en una fuerza política prácticamente nula.
Desde que es posible votar por autoridades locales (antes del 2007 estas eran designadas por el respectivo presidente de la República) Iztapalapa siempre ha sido la localidad del DF que ha asegurado el triunfo de la izquierda proporcionando para ésta abrumadoras cantidades de votos que trasforman a los partidos de derecha en algo más que una pálida sombra en dicha demarcación, tal como se demuestra en la siguiente tabla donde se exponen los resultados electorales en la delegación para el caso de Jefe de Gobierno capitalino:
Año |
Candidato ganador y votos totales en DF |
Votos x la izquierda en Iztapalapa |
Votos x PRI en Iztapalapa |
Votos x PAN en Iztapalapa |
1997 |
C. Cárdenas: 1.861.444 |
347.861 |
179.101 |
78.711 |
2000 |
AMLO: 1.674.966 |
332.563 |
179.379 |
222.319 |
2006 |
Ebrard: 2.213.969 |
453.561 |
165.979 |
205.999 |
2012 |
Mancera: 3.031.156 |
595.359 |
159.296 |
91.724 |
Sin excepción y por márgenes bastante amplios, Iztapalapa siempre ha sido la mayor fuente de votos para la izquierda en este tipo de elecciones de entre las diferentes delegaciones que conforman al DF; pero no sólo eso sino que, como podremos ver, el voto por la izquierda en Iztapalapa casi se ha duplicado durante todos esos años mientras que el marginal voto de la derecha se ha mantenido estancado, siendo ello un reflejo de la composición de clase mayoritariamente proletaria de esta región y de las profundas contradicciones sociales que la caracterizan.
Pobreza y pauperización
Según cálculos del INEGI, en 2010 Iztapalapa tenía un millón 800 mil habitantes, siendo de esta forma la demarcación más poblada de todo el país; en buena medida este es resultado del boon migratorio que provocó el auge industrial de la Ciudad de México estimulado por la Guerra Mundial. Siendo así entre 1950 y el año 1970 el número de habitantes de esta delegación pasó de los 75 mil a más de 500 mil; en el año 2000, con un millón 773 mil 343 habitantes, Iztapalapa albergaba a dos de cada 10 mexicanos. En ese marco Iztapalapa junto con Ciudad Neza y otros municipios de la zona oriente y conurbados con la Ciudad de México, sería transformada en una estupenda fuente de mano de obra barata para la industria del DF y el Edomex, además de bastión de un gigantesco ejército industrial de reserva, favoreciendo de esa manera la concentración capitalista y el desarrollo económico que en relativamente pocas décadas cambiaría el rostro de México, el cual dejaría de ser un país eminentemente rural.
El papel asignado a Iztapalapa y sus pobladores por la burguesía derivaría en una problemática social especialmente exacerbada, haciendo de esta delegación un claro reflejo de todas las lacras típicas capitalistas, ello a consecuencia de que, de acuerdo a estimaciones del censo de 2000, en Iztapalapa los ingresos anuales fueron de 30 mil pesos, una tercera parte de los que se obtenían en la delegación Miguel Hidalgo. Otro par de datos que explican el drama cotidiano que se vive en Iztapalapa es el hecho de que, por un lado, el 66.8% de los trabajadores perciben ingresos que oscilan entre menos de uno y no más de dos salarios mínimos; y por otro lado se encuentra el déficit de empleos que a datos de 2005 fue de 478 mil 320, es decir el 67.7% de la PEA de aquel año en dicha delegación.
A ello se agregan todos los problemas derivados del hacinamiento (en 2004 de acuerdo al CONAPO, la densidad de población en Iztapalapa ya era de 16 mil 263 habitantes por kilómetro cuadrado) y la falta de servicios: en 2009 se registraron 550 zonas de riesgo por grietas, deslaves e inundaciones y en 2010 había 75 colonias afectadas por la escasez o falta de agua; además en la actualidad (2013) 363 mil habitantes no cuentan con agua potable, sólo por citar algunos ejemplos.
Ese contexto de pobreza y marginación ha sido el caldo de cultivo favorable para la pauperización social, arrojando saldos como los siguientes: en 2009 el 15.11% de los crímenes cometidos en el DF se desarrollaron en Iztapalapa; además en 2010 se contabilizaron 2 mil narcotienditas. Por otro lado, según informes del 2013, de las 500 bandas delictivas que operan diariamente en la Ciudad de México, 112 son de Iztapalapa, la cual es solamente superada por Cuauhtémoc con 140 grupos criminales.
Clase obrera
Nos obstante lo anterior la decadencia no es lo único que caracteriza a Iztapalapa, pues como lo explicamos más arriba su población ha representado durante varios años el bastión más duro y sólido de la izquierda en el DF y uno de los más emblemáticos y representativos de todo el país, de ahí la campaña de la burguesía tratando de crear una imagen según la cual en esta localidad sólo hay degradación social.
Para mala suerte del Régimen, algunos de sus representantes ya ha tenido que pagar con creces el costo por actuar como caja de resonancia de dicha campaña, tal fue el caso de la empresaria y entonces candidata del PAN al gobierno del DF, Isabel Miranda de Wallace, quien tuvo la osadía, en junio del 2012, de intentar desarrollar un acto de campaña en la UAM-I tras, días antes, haber acusado de “analfabetos” a los habitantes de Iztapalapa por votar por el PRD.
Sobre la composición de clase y el posicionamiento industrial de Iztapalapa resulta ser una demarcación muy importante:
En 2005, de acuerdo al INEGI, su PEA ya era de 716 mil 950 personas.
Ese mismo instituto para el mismo año señalaría que Iztapalapa generaba 64 mil 444 empleos del ramo industrial, significando dicha cantidad el 28.26% de los empleos de la demarcación.
Ya antes, de acuerdo al Censo Económico de 1999, Iztapalapa se encontraba en el primer lugar de entre todas las delegaciones del DF en la instalación de unidades económicas industriales, poseyendo 5 mil 846 fábricas de las 31 mil 068 que en total se alojaban en aquel año en la Ciudad de México.
El 13.6% de su población total trabaja en sector industrial, jugando en este caso el sexto lugar de entre las 10 delegaciones del DF, por debajo de Azcapotzalco (39.1%; está claro el papel que en este caso juega el parque industrial de Vallejo), Miguel Hidalgo (34.7%; delegación beneficiada en ese sentido por el cordón industrial más poderoso del país instalado en la zona conurbada del Edomex por la región de Ecatepec, Naulcalpan, Tlanepantla, etc.), Iztacalco (23.6%), Coyoacán (18.8%) y Benito Juárez (15.9%).
En lo tocante a grupos de edad, en datos del 2000, el 40% de los pobladores de Iztapalapa era menor de 24 años.
También en 2000 el número de estudiantes mayores de 12 años en la demarcación era de 189 mil 534.
Seguramente a propósito de todo lo anterior, a estas alturas las cifras ya han variado; sin embargo en lo fundamental la situación de Iztapalapa en cuanto a su composición de clase y la presencia de trabajadores industriales, además del asentamiento de industria local, no se ha modificado. Además el enorme rango de población joven en Iztapalapa también hace de esta demarcación en términos políticos una importante promesa para lucha de clases.
Lucha de clases
Todos los anteriores elementos combinados representan un coctel molotov bastante volátil, no obstante ello además dicha expectativa descansa en ese evidente giro a la izquierda en Iztapalapa que se ha desarrollado por década y media y que se puede medir gráficamente por un lado en la casi duplicación del voto para la izquierda entre 1997 y 2012, y por otro en el papel más que marginal que desempeñan los partidos de derecha en la demarcación.
La forma en que se ha expresado la lucha de clases a través del voto en Iztapalapa es al mismo tiempo la expresión de un proceso general de alcance regional (DF) y nacional, obra de la exacerbación de las contradicciones sociales a partir de tres décadas de políticas salvajes de ajustes, recortes y ataques en todos los terrenos por parte de los capitalistas contra las condiciones de vida y de trabajo del conjunto de la clase trabajadora de todo México, mismas que en Iztapalapa se han manifestado de una forma especialmente cruda transformándola en la mayor concentración urbana con los índices de pobreza más altos en todo el país.
El capitalismo está cocinando una explosión social sin precedentes en la historia contemporánea del país, los acontecimientos de 2006 ya han sido una más que seria advertencia de lo que se avecina, Y hoy día, por mencionar sólo un ejemplo, el brote de decenas de grupos de autodefensa armados en el campo, ya es un síntoma por sí mismo importante a tener en cuenta al momento de trazar las perspectivas de la lucha de clases. Por el momento este proceso no ha ido más lejos por el papel objetivo que están desempeñando como obstáculo los dirigentes de las organizaciones de masas, mismos que sin embargo pueden estar jugando ese papel indefinidamente.
Reconociendo esa aseveración y apoyándonos en la idea de León Trotsky sobre la existencia de un límite moral de la clase obrera para tolerar los ataques, una vez roto el dique que hasta el momento ha podido contener un estallido social en nuestro país, inevitablemente acontecimientos más álgidos de la lucha de clases en México tendrán una expresión especialmente álgida en Iztapalapa, tal como sucedió en octubre del 2003 en el municipio de El Alto, Bolivia, ubicado en el área metropolitana de La Paz y principal centro de asentamientos de inmigrantes rurales que buscan mejores oportunidades en la capital de esta nación andina. El Alto, núcleo urbano boliviano especialmente golpeado por la miseria, se transformaría en un trascendente destacado punto de apoyo de la lucha del pueblo boliviano fastidiado de la política de saqueos capitalistas y que en octubre del 2003 por medio de lo que se conoció como la “guerra del gas” se lanzaron contra la política energética del entonces presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, hasta provocar su dimisión.
En esencia es precisamente el potencial de lucha que por sus condiciones objetivas encierran regiones como Iztapalapa, lo que pretenden eclipsar las diferentes campañas negras que se lanzan contra esta demarcación haciéndola pasar como un sitio del cual brota decadencia por todos los poros. Sin embargo la realidad es más poderosa que esto último y la clase trabajadora ya se ha encargado de darle reiterados reveces al régimen a través de las urnas; llegado el momento, al igual que lo fue en el caso de El Alto en el marco general de la lucha de clases de Bolivia en 2003, el malestar social se trasladará de las urnas a las calles trasformando a Iztapalapa en uno de los más importantes bastiones proletarios de la lucha contra el régimen y contra el capitalismo.
Reagrupación y reorganización
Para luchar por mejores condiciones de vida en Iztapalapa también hace falta una mayor y mejor organización a la existente. En los años 90 un cauce de organización en esta delegación fue la conformación de comités de base del PRD, fenómeno que tras las elecciones de 1997 derivó en la integración de esta clase de comités de manera muy vertiginosa. En ese periodo, proceso que fue de alcance nacional, brotaron como hongos decenas de comités de base del PRD en la mayor parte de colonias de Iztapalapa, ello, como sucedió en todo el país, motivados por el revés del PRD contra el PRI ese año (el PRD además de ganar la primera elección por el gobierno capitalino, paso de menos de 40 a 179 diputados federales) y por la tesis del partido movimiento impulsada por AMLO como entonces presidente nacional de dicho partido y consistente en llamados a la organización de comités de base y una mayor vinculación con la lucha social. Lamentablemente ese proceso sería abortado con la llegada a la dirección nacional del ala de derechas perredista, en este caso por medio de Amalia García, misma que encabezaría al PRD entre 1999 y 2002. Con la derecha al frente del PRD se lanzaría una enérgica política para desmantelar, dividir, desorganizar y dispersar a los comités de base con el objetivo de eliminar cualquier contrapeso a la política de colaboración con el régimen. En buena medida, y de forma paralela a la política titubeante de Cárdenas como candidato, en esa política de aniquilación de comités de base del PRD podemos encontrar buena parte de la derrota electoral del año 2000, contienda que posibilitó al mismo tiempo la llegada al poder del PAN y de Fox.
Otra oportunidad de organización en Iztapalapa y en el resto del país se presentó en el marco de la lucha contra el desafuero de AMLO, la lucha contra el fraude electoral del 2006 y todos los acontecimientos relacionados con la preparación de las elecciones del 2012 y su desenlace con el congreso fundacional de Morena en noviembre del 2012. Durante ese periodo, al igual que lo fue en el resto del país, los trabajadores en Iztapalapa respondieron muy bien a los llamados de AMLO formando decenas de comités desde los relacionados con la Convención Nacional Democrática (CND) hasta los que tiene que ver con Morena, siendo esta última la culminación del proceso de lucha y organización de masas iniciado en 2005. Como sucedió en otros lugares, durante todos esos años en Iztapalapa los sectores más decididos del proletariado se entregaron literalmente en cuerpo y alma a la tarea de organizar comités de lucha, transformándose en una verdadera fuerza de organización y movilización; si bien es cierto que las enormes simpatías por la figura de AMLO eran un verdadero aliciente para llenar las plazas a través de las convocatorias de este dirigente, también es verdad que los mítines extraordinariamente repletos no pueden ser explicados sin esa labor de trabajo arduo de todos los días a nivel de los barrios y la colonias populares de parte de cientos de lo mejor de los trabajadores organizando a sus vecinos y compañeros de trabajo para participar en la lucha organizada. Sin embargo, desafortunadamente, todos esos trabajadores que se echaron sobre los hombros la construcción de comités y de Morena fueron excluidos y marginados por la dirección de esta organización al momento de lanzar la iniciativa de transformarla en partido político a finales del año pasado; en esencia lo que pretendía la dirección de Morena al impedir la participación de la mayor parte posible de esta clase de luchadores sociales era impedir a toda costa la manifestación de posiciones políticas más a la izquierda y que pusieran en entre dicho la oposición de terciopelo que los dirigentes de este nuevo partido aun sin registro oficial han adoptado desde la contienda electoral de 2012 a la fecha. Para Iztapalapa, del mismo modo que ha sucedido en el resto del país, el resultado ha sido la desorganización y desaparición de decenas de comités de Morena.
No obstante la maniobras de los dirigentes para reiteradamente desorganizar al movimiento, las lecciones de la lucha de clases demuestran que el proletariado tiende a reagruparse con relativa facilidad cada que las circunstancias de la lucha de clases así lo requieren. Si hay un lugar en el que existen sobradas razones para organizarse y luchar es en Iztapalapa y dicha realidad hará que más temprano que tarde los trabajadores se reagrupen intentando expresar sus deseos de transformación social a través de sus organizaciones tradicionales, siendo ello un mal augurio para la oposición de terciopelo que domina en estos momentos a Morena y, ¿por qué no?, para la propia dirección del PRD.
Llegado el momento el ala más proletaria y consiente del movimiento se recuperará para intentar retomar su legitima posición en el movimiento, sin embargo para dar esa batalla con mejores posibilidades de éxito y transformase en una fuerza capaz de favorecer verdaderas tendencias de izquierda al interior de las organizaciones de masas, incluidos los sindicatos, será necesario que esta vez desarrollemos iniciativas que vinculen a la lucha a los trabajadores de las fábricas instaladas en Iztapalapa. Se trata de miles de trabajadores dispersos y muchos de ellos ni siquiera sindicalizados, mismos que si logramos organizar y sacar del aislamiento pueden ser toda una verdadera fuerza para darle un vuelco de 360 grados a la política que defienden las organizaciones tradicionales de la clase obrera. Para ello será necesario adoptar un programa de clase que vincule la lucha política con las demandas laborales (mejores salarios, estabilidad laboral, IMSS, pago de horas extras, etcétera) y los derechos sindicales, y en el que se explique la necesidad de expropiar a los capitalistas.
En Iztapalapa, del mismo modo que lo será para el resto del país, la clave para el éxito de los sectores oprimidos en su lucha por el capitalismo, será la participación organizada y decida del proletariado industrial bajo un programa socialista.
La lucha por el socialismo
El grado de barbarie que afecta a Iztapalapa es resultado de la decadencia del capitalismo y al mismo tiempo ejemplo fiel de que los problemas que la azotan no pueden ser superados al margen de la lucha de todos los proletarios del país contra el capitalismo. Si bien es necesario seguir luchando por mejores servicios y condiciones de vida en general para la población de este que es el núcleo urbano más poblado del DF, al mismo tiempo hace falta vincular esas demandas con reivindicaciones asociadas con la importancia de expropiar las fortunas de los banqueros y empresarios para ponerlas al servicio de los trabajadores y sus familias. Para que nos hagamos una idea de lo que dicha medida podría significar para las familias trabajadoras basta señalar que la fortuna de Carlos Slim es de, traducida en pesos mexicanos, 939 510 mil millones, cantidad trescientas veces superior al presupuesto asignado en 2012 al gobierno delegacional de Iztapalapa mismo que en ese año fue de 3 mil 130 millones 113 mil 60 pesos.
Un balance publicado por Univisión en 2010 titulado ¿Qué podría comprar Slim?, cuando la fortuna de este magnate era de 53,500 millones de dólares (actualmente es de 73 mil millones de dólares) destaca que la riqueza de este gran burgués mexicano sería suficiente para reconstruir a Chile tras la devastación provocada en aquel año por un terremoto de 8,8 grados (de mayor magnitud al de septiembre de 1985 en México) que sacudió ese país; las estimaciones del gobierno chileno para el gasto en la reconstrucción fue de 30 mil millones de dólares, cantidad 23 mil 500 millones por debajo de lo que entonces poseía Slim como riqueza personal.
El anterior ejemplo es suficiente para asegurar que bastaría expropiar la fortuna de Slim para solucionar todos los problemas de escasez de servicios urbanos, de hospitales y clínicas de salud, escuelas, de vivienda, etcétera, que laceran todos los días las condiciones de vida en Iztapalapa. Lo mismo tendríamos que hacer con las 30 familias más ricas de México que monopolizan el 13% de la riqueza nacional. Sólo eliminado la propiedad privada de los empresarios que se nutren como parásitos de nuestro trabajo podremos solucionar los problemas de todas las familias trabajadoras de nuestro país.
El potencial revolucionario en Iztapalapa es mucho y la campaña negra de los medios informativos no lo puede inhibir por mucho que se esfuercen, esto quedará demostrado poco después de que de nuevo la ciudad de México y todo el país se convulsione con renovados e incluso más agudos episodios de la lucha de clases. En esas circunstancias la nota roja ya no lo será por el sensacionalismo sino por el rojo con el que se asocia la lucha de los trabajadores contra los patrones y el capitalismo.
Durante el reinado Luis XVI la bandera roja sería izada cada que era impuesto el Estado de sitio y también para dar la señal de orden y lanzar al ejército contra las manifestaciones de repudio a la monarquía, sin embargo en el marco de la Revolución francesa de 1791 las masas oprimidas expropiaron dicha bandera para adoptarla como propia en homenaje a los muertos a cargo de las fuerzas represivas. Varias décadas después la Comuna de París de 1871 retomaría la bandera roja para cobijar debajo de la misma a los obreros parisinos en su heroica lucha contra el capitalismo. Estos acontecimientos crearían toda una tradición histórica, misma que sería adoptada por los obreros rusos bajo la dirección de los bolcheviques en la Revolución de octubre de 1917, en la que el color rojo en adelante sería asociado con la lucha del proletariado contra sus opresores. ¡Iztapalapa es Roja!