A inicios del siglo XX la industria eléctrica en México estaba en su gran mayoría concedida a empresas privadas, el 80% de la energía la generaba The Mexican Light and Power Company, compañía canadiense que tenía en sus manos el control de empresas como Compañía Mexicana de Electricidad, Compañía Mexicana de Gas y Luz Eléctrica y Compañía Explotadora, de las Fuerzas eléctricas de San Ildefonso, junto con The American and Foreign Power Company, y la Compañía Eléctrica de Chapala fueron las tres grandes empresas generadoras de energía en nuestro país, empresas privadas que mermaron la organización de los electricistas mediante la represión, amenazas, el trabajo descontrolado, sueldos mínimos, retenciones a sueldo, despidos y toda una serie de medidas para impedir cualquier ataque por parte de los trabajadores.
Es bajo estas circunstancias de represión que nace el Sindicato Mexicano de Electricistas en 1914, sin embargo la energía seguía en manos de las mismas empresas, la necesidad de de nacionalizar la industria eléctrica era cada vez más palpable, pues el desarrollo para la industria del país estaba totalmente paralizado por el sector privado, en este sentido el 24 de agosto de 1937 nace la ley decretada por el ex presidente Lázaro Cárdenas, se crea la Comisión Federal de Electricidad, encargada de organizar y dirigir un sistema nacional de generación, transmisión y distribución de energía eléctrica sin fin de lucro y con un costo mínimo.
Michoacán, Guerrero, Sonora y Oaxaca fueron los primeros estados dónde llevaron a cabo sus proyectos, sin embargo hasta 1960 CFE solamente aportaba el 54% de la energía, las empresas extranjeras aún estaban presentes, y no es hasta septiembre de 1960 que se da inicio a la nacionalización de la energía eléctrica con la compra de las grandes empresas privadas que tenían en sus manos el control de una gran parte de este sector, el gobierno obtuvo 52 millones de dólares, (90% de The Mexican Light and Power Co.,), la reforma del artículo 27 declarada por el ex presidente López Mateos indica claramente que se otorga el derecho total a la Nación en la generación y distribución de la energía y se prohíbe cualquier tipo de concesión a particulares.
Todos estos triunfos, desde el nacimiento del Sindicato de Electricistas, hasta la nacionalización de la energía eléctrica fueron frutos de la lucha de la clase trabajadora que en este último periodo están siendo arrancados de la forma más despiadada, insolente y apresurada posible. Primero con la desaparición de LyFC, el ataque a SME y ahora con la reforma energética estamos volviendo a los años de inicios del siglo XX.
Actualmente Comisión Federal de Electricidad genera aproximadamente un 55% de la energía total, lo demás es generado por empresas privadas por medio de generadores permisionados, luego CFE está obligada a comprarles a éstas la energía lo que obliga a que las mismas plantas generadoras de CFE dejen de trabajar.
Estas empresas privadas deben trasladar la energía largas distancias y requieren del uso de la red de transmisión de CFE, el pago que hacen por este uso es mínimo resultando en un gran negocio particular pero en contraparte responsabilizan a CFE de una manera desmedida. Cualquier problema que hubiese durante la transmisión de la energía, la permisionaria no tiene compromiso alguno, sino al contrario, le problema es de CFE que puede incluso ser demandada.
La extinción de Luz y Fuerza del Centro fue una es uno de los ataques más duros a los trabajadores mexicanos, el gobierno dejó de dar apoyo técnico y económico para que esta pareciera una empresa obsoleta, de tal forma que no fuese difícil convencer a la gente de la necesidad de borrarla del mapa. Es claro hoy en día que además se buscaba la desaparición uno de los sindicatos más representativo de lucha nuestro país, para la entrada de la llamada reforma energética. Este ataque no sólo dejó en la calle a 44 mil personas, sino que además provocó que los trabajadores de CFE recibieran una carga laboral mayor. La empresa no contrató al personal suficiente para desempeñar el trabajo necesario, sino que lo redujeron a lo más mínimo, pues existen personas con jornadas laborales de hasta 12 horas diarias y son obligados a asistir fuera de sus horarios normales trabajo.
Estas deplorables condiciones de trabajo a las que se somete a los compañeros de CFE, tratan de materializar la consigna Calderonista de que se puede “hacer más con menos”, lo cual “justificó” la destrucción de LyFC. La realidad es que estás presiones se traducen a enfermedades de todo tipo tanto físicas como psicológicas. Otro de los problemas que ha dejado el cierre de LyFC es el caso de las subcontrataciones del personal de limpieza, vigilancia, en fin es un problema grave para la clase trabajadora, pues delimita claramente sus derechos.
Con la aprobación de la reforma energética, es muy factible que haya una oleada de despidos dentro de CFE, pues ni siquiera está claro cuál es la posición de su sindicato ante la reforma, en ningún medio de comunicación se ha dado a conocer un pronunciamiento ante esta, de hecho los despidos dentro de la empresa ya se están dando de forma discreta. Junto a esto van a transformar las condiciones de jubilación, tal cual lo hemos visto entre otros trabajadores.
El gobierno ha declarado una guerra contra la clase trabajadora en todos los ámbitos, los trabadores en general han dado una batalla ejemplar, sin embargo la necesidad de unificar las luchas contra este gobierno totalitarista es indudable hoy más que nunca.