Esa medida se enmarca en la salvaje ofensiva lanzada contra la clase trabajadora que ha tenido importantes estragos en el empleo, particularmente en los dos últimos años. Por mencionar algunos ejemplos, de acuerdo a la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes, dicho sector despidió en 2014 a 56 mil trabajadores; además en 2015 en Jalisco los despidos alcanzaron las 15 mil plazas y en Michoacán, ese mismo año, quebraron 2 mil pequeñas empresas.
El desempleo que asola todo el país es doblemente dramático pues se trata de un fenómeno típico de una economía en condiciones de agudo colapso, tal como sucedió en la crisis de 1995 tras los mentados “errores de diciembre”.
En 1995, tras el ataque especulativo contra el peso que prácticamente vació las reservas internacionales en diciembre de 1994, el peso se devaluó en más del 120%. El tipo de cambio pasó de 3.37 a 8.14 pesos por dólar y la inflación escaló hasta el 51.97%, de un año a otro. Ese año la economía decreció un 6.5%. El conjunto de la clase trabajadora del país padeció en extremo, dada la generalización y profundización de la pobreza.
Otro resultado desgarrador de la crisis de 1994-95 fueron los despidos masivos. Si bien no hay un acuerdo oficial sobre el monto total de los trabajadores que ese año fueron echados a la calle (se habla de entre un millón y millón y medio de despidos) las cifras y las fuentes de donde éstas provienen dibujan un panorama aterrador: la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (una de las principales organizaciones patronales del país) en enero de 1995 informaba del despido de 6 mil 700 obreros industriales para después, en julio, plantear una perspectiva de 800 mil despidos al finalizar el año. En el ramo automotriz, de acuerdo a la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automóviles, entre diciembre del 94 y enero del 95, fueron lanzados a la calle 20 mil obreros; por su parte el Consejo Coordinador Empresarial (auténtico cónclave de la burguesía mexicana), el 3 de agosto del 95, reconocía 727 mil despidos, destacando que esa cifra cerraría en un poco más de un millón al terminar el año.
Si bien en 1995 el capitalismo le cobró con sangre los costos de la crisis a la clase trabajadora, siendo los despidos masivos una durísima expresión de esa realidad, ¡la situación actual es todavía más grave! Debemos tomar en cuenta que los despidos masivos en Pemex, a los que hay que sumar el anuncio de 10 mil despidos en la administración pública federal, tan solo en 2016, a diferencia de lo que ocurrió en 1995: ¡no se están produciendo en un contexto de agudo colapso económico! sino en un contexto de “crecimiento” formal de la economía. La oleada de despidos que en sí misma es brutal, demuestran que incluso en tiempos de “bonanza” los trabajadores siempre salimos perdiendo. Por otro lado, el incremento del desempleo es un síntoma muy claro de las dificultades que tiene la burguesía y puede ser el presagio de una nueva crisis económica con consecuencias todavía más graves para la clase trabajadora.
La crisis que se está cocinando en el seno del capitalismo mexicano sólo puede ofrecer más miseria y desempleo para la clase trabajadora, haciendo con ello más dura una vida que ya de por sí es muy sufrida. En estos momentos resulta doblemente relevante un programa que plantee la expropiación de los capitalistas.
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