Detrás de la urgencia del gobierno federal de modificar la Ley Federal de Trabajo se encuentran una serie de factores que debemos analizar con detenimiento. El pasado 16 de febrero Javier Lozano aseveró que una reforma laboral antes de abril podría ser posible incluso ante los efectos y consecuencias de la crisis que azota a los trabajadores de nuestro país.
La crisis económica, que ha puesto al sistema capitalista al desnudo en su política miserable, ha sido el perfecto pretexto de pequeños y grandes empresarios quienes, de manera desmedida, han despedido a cientos de miles de trabajadores sin motivo alguno además de que han utilizado la intimidación mediante el recorte a salarios y prestaciones, cosa que no está permitida por la ley y que a estos individuos no les importa ni un ápice.
Las consecuencias han sido severas. Alrededor de 6 mil trabajadores están siendo despedidos a diario. La población desocupada en el país se situó en un millón 922 mil 596 personas al cierre de 2008, es decir, 306 mil 515 personas más que en 2007, lo que ubica al desempleo en el país en su máximo nivel histórico (El Universal, 14 febrero 2009).
Tras las declaraciones del secretario de trabajo, Javier Lozano, se encuentra el claro intento de terminar de abatir los Contratos Colectivos del Trabajo. Las primeras iniciativas han sido puestas en marcha. La aprobación de la nueva ley del ISSSTE en 2007 fue un golpe fuerte hacia los trabajadores, pero aunado a ello, los intentos de dejar sin sustento al trabajador se hacen evidentes.
Lo que se necesita, según Lozano, es mayor productividad de los trabajadores, más competitividad, que facilite el acceso al mercado laboral y fortalezca la previsión social. (La Jornada, 16 febrero 2009). Pero veamos: ¿mayor productividad? Léase mayor explotación. ¿Más competitividad? Peleemos por conseguir un trabajo. En realidad no hay ningún cambio en la política de la derecha.
La lucha de los capitalistas por la obtención de más riqueza, y la de los trabajadores por tener un trabajo y un salario con el que se pueda vivir ha sido un conflicto de clases permanente desde los inicios del capitalismo, así mismo, ha sido fundamental en el desarrollo de éste. Si no existieran estas relaciones de producción y el antagonismo que implican, el capital no se hubiera podido desarrollar. Incluso la lucha de contrarios que se desarrolla dentro del capitalismo se puede reducir, en última instancia como lo explicaba Marx, a la lucha por la apropiación del excedente del trabajo, es decir, la plusvalía.
Pero veamos de qué competitividad hablan. 200 familias en todo el mundo concentran la riqueza que la población mundial genera con su fuerza de trabajo. Mientras un empresario gana millones de pesos, puede tener una, dos o tres propiedades, carros último modelo y puede darse el lujo de viajar a cualquier parte, ya no digamos de México, sino del mundo, a la hora que le de la gana vacacionar. Por su parte, un trabajador pasa horas laborando para adquirir sólo lo necesario para vivir. Los centros turísticos y vacacionales no están a su alcance, mucho menos los viajes alrededor del mundo. Un trabajador puede morirse pagando el crédito de un miserable departamento en el que tiene que vivir hacinado con su familia y debe conformarse con viajar en un sistema de transporte realmente obsoleto.
Para la burguesía todo esto resulta natural. Así ha sido toda su vida. Pero no así para los trabajadores. Nosotros tenemos algo que ese puñado de burgueses no tiene. Los trabajadores poseemos las fuerzas de producción y somos nosotros quienes realmente decidimos a dónde van a parar los recursos. Esa es la realidad y debemos creérnosla.
¿Qué debemos hacer ante una posible reforma hacia la Ley Federal del Trabajo?
La insinuación del Secretario del Trabajo, el oportunismo priísta y la indecisión del ala de derechas del PRD, encabezada por Jesús Ortega, confían en que los trabajadores no saldremos a las calles a oponernos. Pero se equivocan. Lo hemos demostrado desde 2006. Hemos salido a defender la seguridad social, la educación, los energéticos y el empleo. Como dijera Rosario Ibarra, vieja luchadora social, "Nosotros nunca hemos visto funcionar una fábrica sin obreros, pero sí hemos visto funcionar fábricas sin patrones"
La posible aprobación de facto de la reforma laboral dejará al descubierto, todavía más, los intentos del gobierno y la burguesía de cargar la crisis a la espalda de los trabajadores. Hoy es fundamental que todos los sectores que nos encontramos en lucha unifiquemos nuestras demandas y obliguemos a las dirigencias de nuestros sindicatos y del PRD a luchar por la defensa de las conquistas laborales que consiguieron nuestros antepasados en la revolución mexicana.
La defensa del empleo se presenta como un hecho primordial. Tan sólo en enero y febrero hemos visto paros laborales de diversos sectores en defensa del empleo. En la lucha de clases no hay caminos a medias, debe haber un vencedor y ese vencedor será el movimiento de las clases explotadas. Debemos tomar el ejemplo de los trabajadores venezolanos y brasileños y no permitir un ataque más a las condiciones laborales.
Podemos y tenemos todas las posibilidades de defender nuestras conquistas. Defender los salarios, la seguridad social, la vivienda, la educación y las necesidades básicas de cada familia obrera de nuestro país. En la sociedad somos los trabajadores los necesarios, no así los patrones y sus leyes. Aquellas leyes que de una u otra manera benefician a los trabajadores no existen por la buena voluntad de la burguesía sino porque los trabajadores en su lucha han puesto al sistema en una situación de peligro tal que los burgueses prefieren hacer concesiones en algo para no perderlo todo.
No hay otra alternativa que la organización y la lucha. Como diría Marx en su magnífica obra, el Manifiesto del Partido Comunista, los trabajadores no tenemos nada que perder mas que nuestras cadenas, sin embargo tenemos un mundo que ganar. Proletarios del mundo…uníos.