El contexto en el que estallaría la huelga nos era sumamente favorable, desde 2006 a la fecha hemos visto como millones de personas comunes y corrientes, han salido varias veces a las calles para defender su derecho a la existencia y su dignidad de pueblo, el movimiento de los trabajadores ha venido en un ascenso ininterrumpido teniendo victorias importantes y acrecentando su capacidad de organización y la experiencia de su vanguardia, y las derrotas que han llegado a sufrir se han absorbido como una experiencia con muchas lecciones más que como un final trágico.
Todas estas contradicciones se ven exacerbadas por la crisis capitalista que está afectando a miles de millones de trabajadores y personas pobres en el mundo, las huelgas aumentan, las manifestaciones se nutren y han comenzado las ocupaciones de fábrica. Haciendo de las necesidades de los pobres y explotados de la ciudad y el campo nuestra bandera de lucha hubiésemos conseguido todo el apoyo que el gobierno y el director de LyF no se pueden generar con sus spots contra nuestro sindicato.
Un primer paso fue la reivindicación de la tarifa social y el rechazo a la rebaja de tarifas industriales, pero esta fue una campaña que no se llevó hasta sus máximas posibilidades por parte de la dirección, sino sólo en conferencias de prensa y algunos mítines, cuando los que necesitan la tarifa social están en las calles y los barrios pobres, es ahí donde el SME necesita llegar a través de sus afiliados. Lo mismo ocurre con la demanda de nacionalizar las AFORES.
Otro caso parecido es el del mentado convenio de productividad, la dirección de la empresa y la burguesía nos acusa de que somos los trabajadores los que detenemos la modernización de LYF, cosa curiosa ya que nosotros somos quienes movemos todo en la empresa, ¡o alguna vez se ha visto a Jorge Gutiérrez trabajando en los tendidos eléctricos? Lo que es cierto es que LyF si puede producir más, pero no a costa de aumentar la explotación de la fuerza de trabajo sino mediante el control democrático que los trabajadores puedan ejercer sobre la producción a través de consejos obreros en cada centro de trabajo.
Tomando en cuenta todos estos factores: la crisis capitalista, el auge de movimiento obrero, y agregando la función primordial que los trabajadores electricistas cumplimos en el proceso productivo moderno, volvemos a insistir en que con un política consecuente con los objetivos dados y coherente en la defensa irrestricta de la clase obrera, tanto la del gremio como toda la demás, los trabajadores del SME teníamos todo para ganar; por todo esto debemos abrir un debate de frente a resolver como en el último momento la dirección sindical no confió en sus agremiados, en la magnífica fuerza que representamos los trabajadores organizados y al sentirse en desventaja prefirieron el acuerdo a la exigencia legítima.
¿Y la requisa?
Más allá de una discusión legaloide sobre si es constitucional o no, ¿alguien recuerda cómo se defendieron los centros de trabajo en la huelga del 36?, ¡con guardias de obreros armados! Y si nos dicen que eso es violencia y provocación contestaremos: y aún así la huelga se ganó sin un sólo disparo; pero entre más organizados y politizados estemos, más innecesario nos será la utilización de este tipo de medios.
Por una industria eléctrica al servicio del pueblo productor y no de los patrones:
¡Control obrero y democracia sindical!
Para la defensa inquebrantable de la clase obrera mexicana y mundial:
¡Una dirección política clasista, revolucionaria y socialista!