Para muchos, la crisis económica por la que estamos atravesando se está reduciendo a la pérdida indiscriminada de empleos. Cientos de patrones están utilizando los despidos masivos so pretexto de conservar fuentes de trabajo, otros tantos están reduciendo los salarios y muchos más están empleando los paros técnicos para, según ellos, salvar sus empresas. Lo cierto es que, detrás de todo ello, quienes verdaderamente pierden son los trabajadores y sus familias.
El gobierno del empleo no ha podido sustentar las promesas de campaña. No sólo no está generando empleos sino que está desapareciendo miles de ellos. Los datos de los principales estadistas y medios de comunicación varían pero en lo que la mayoría coincide es en que la economía de América Latina se convirtió en una trituradora de empleos tras la caída de la producción y el consumo iniciada a fines del 2008, dejando al descubierto la cara más dramática de la crisis global: millones de personas sin dinero y sin trabajo. (Reuters).
En México, la tasa de desempleo subió un 5%, su más alto nivel desde hace 12 años. Los empresarios optaron por despedir a trabajadores eventuales pero tras no quedarles ninguno han empezado a despedir a trabajadores de base, gente que ha laborado durante años o incluso décadas.
Este es el caso de los trabajadores de la trasnacional Olympia, famosa empresa de máquinas de escribir que data desde 1903 y que adoptara su nombre en el año de 1930. Olympia fabricaría desde entonces máquinas de escribir y dotaría al mercado mundial de estos importantísimos aparatos hasta antes de que entraran al mercado los ordenadores o computadoras.
El mercado de la trasnacional se iba ampliando al igual que sus plantas alrededor del mundo. Nuestro país inauguraría desde 1967 Olympia de México S.A. de C.V., echada a andar con capital nacional y extranjero.
Durante todos esos años y hasta la década de los 90, donde se diera el auge de las computadoras, Olympia se benefició de millones de personas, sin embargo, con el paso del tiempo, una tras una de sus filiales a nivel mundial fueron desapareciendo hasta quedar únicamente una sucursal en la India y otra más en México. La entrada de las computadoras obligó a la empresa a fabricar no sólo máquinas de escribir, sino también equipos de telefonía, baterías, calculadoras y bocinas. Esto obligó también a generar mano de obra especializada. Gente que pudiera dedicarse a la fabricación de estos productos.
Esa gente que se encuentra detrás de los famosos productos Olympia, gente común y corriente, obreros que han dado su vida durante 41 años para satisfacer las exigencias del mercado y de sus patrones, están siendo echados a la calle ahora. Lo que empezara como un impago de salarios y violaciones al CCT ha pasado a ser un desprecio por parte de los empresarios, quienes han respondido a la lucha de los trabajadores de manera déspota e incluso de desprecio.
Doscientos trabajadores sindicalizados de la empresa, ante el no pago de salarios, decidieron irse a la huelga el pasado 15 de enero. Han pasado más de 2 meses y no han recibido respuesta alguna. Siguiendo el ejemplo de trabajadores venezolanos, brasileños y argentinos, quienes ante problemáticas similares decidieron tomar las empresas bajo control de los trabajadores, los compañeros de Olympia han decidido exigir a las autoridades la reapertura de las fuentes de trabajo o la nacionalización de la fábrica bajo control de ellos mismos.
Esta idea no es algo loco que haya salido de la imaginación de los trabajadores ni tampoco es la primera vez que se oye hablar de ello. El movimiento de fábricas ocupadas ha tenido un gran auge sobre todo en Venezuela, Brasil y Argentina. En todos los casos, los trabajadores han venido a confirmar que efectivamente una fábrica puede funcionar sin patrones pero no sin trabajadores.
La crisis capitalista está dejando grandes lecciones a millones de trabajadores en todo el mundo, hoy vemos huelgas y tomas de fábricas en países que nos decían que eran del primer mundo como es el caso de los trabajadores estadounidenses o los británicos quienes han salido a la lucha también. Lo mismo sucede en países como España, Alemania, Italia o Francia, donde las movilizaciones en defensa del empleo han sido masivas.
Los obreros de la fábrica Olympia de México no han esperado más y han actuado, nos corresponde a nosotros seguir su grandioso ejemplo. Es hora de demostrar a los explotadores que los obreros somos capaces de mantener las fábricas sin su ayuda y si de eso somos capaces, somos capaces de cualquier cosa, incluida la transformación de la sociedad.
Viva la lucha de los trabajadores de Olympia de México S.A. de C.V.
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