El pasado 8 de marzo miles de mujeres trabajadoras, campesinas, jornaleras y estudiantes de todas la edades llenamos la Avenida Reforma de la Ciudad de México para denunciar, visibilizar y combatir las violencias machistas que vivimos todos los días en el hogar, trabajo, escuela, espacios públicos, etcétera. Pero no sólo nos movilizamos en la capital, también en varios estados del país hubo movilizaciones o acciones de protesta en el marco de la Huelga General de Mujeres que se convocó a nivel mundial.
Las pasadas movilizaciones han sido las más masivas en la historia del movimiento feminista a nivel mundial, esto no es casualidad, debido al grado de salvaje opresión al que el capitalismo ha llegado contra la mujer y que ahora con la crisis capitalista se ha recrudecido aún más.
La rabia, coraje y deseos de combate y organización se respiraban a lo largo y ancho de la movilización, reflejando el hartazgo de vivir en un país donde todos los días asesinan a 7 mujeres, desaparecen decenas y que posee el sitio de referencia a nivel mundial en tráfico de mujeres, el Estado de Tlaxcala.
Este ambiente radicalizado demuestra la rabia y la urgencia de cambiar esta situación. Con la marcha marcamos el camino de combate, de cómo responder a cada agresión a la mujer trabajadora y cómo realmente vamos a lograr nuestra emancipación: con la lucha organizada y unificada en las calles. Siguiendo el ejemplo de las madres de Ciudad Juárez, hemos tomado como bandera la movilización y no quedarnos calladas, por ello una de nuestras principales reivindicaciones fue justicia y alto a los feminicidios, la consigna más coreada sin duda fue: ¡Ni una más, ni una más, ni una asesinada más!
Esta demanda, la más importante de la lucha feminista en México, ha sido la punta de lanza del resto de nuestras reivindicaciones. Por esto, son las madres de las víctimas las que siguen encabezando nuestros contingentes en medida que este Estado machista no ha generado justicia y cuando lo ha hecho ha sido porque le hemos obligado con la protesta social.
Este año nuevamente los sindicatos independientes se han sumado al llamado de la manifestación. Pero esto ha sido insuficiente, en los hechos no se realizó un trabajo concreto de convocatoria en cada centro de trabajo, jamás se impulsó de manera real el paro de las y los trabajadores, de haberse hecho una labor militante y un llamado verdadero, así como dar un contenido revolucionario a la protesta, no sólo se hubiera abarrotado las principales avenidas de esta ciudad sino también se hubiera generado un impacto mayor en la conciencia del conjunto de los trabajadores, además de lograr avances concretos como la igualdad salarial o el fin al acoso laboral. Sin embargo, se impulsó una jornada despolitizada, controlada y/o orientada exclusivamente a lo jurídico e incluso se llegó al extremo de frenar el avance de la marcha dándola por concluida en el Hemiciclo a Juárez.
Sin embargo, ante esto, siendo muy conscientes de tal maniobra para impedir que la marcha concluyera su recorrido, que todo el ambiente tan combativo se siguiera contagiando y por otro lado, que se viera afectado el Centro Histórico cuyo orden con tanto celo cuidan, con determinación y valentía varios colectivos que hemos construido esta lucha desde abajo con trabajo de base, entre ellos, nosotras las y los compañeros de Libres y Combativas, decidimos avanzar demostrando la fuerza y contundencia del movimiento y para que le quedara claro al Estado que no estamos dispuestas a detenernos en esta lucha por nuestra emancipación.
La entrada al Zócalo la realizamos por la calle de Madero, sitio que la burguesía ha convertido en un andador de boutiques y que era la calle por excelencia de la protesta social. Por esta ocasión, la tomamos y junto con nuestros compañeros volvimos a desfilar demostrando que las calles serán siempre nuestras. Al entrar al Zócalo todas y todos estábamos hinchados de orgullo gritando ¡si se pudo, ni una más y América Latina será toda feminista! Demostrando una vez más el potencial que tiene el movimiento. La lucha que estamos protagonizando millones de mujeres en el mundo es, sin duda, la punta de lanza de la transformación social y de un cuestionamiento abierto al sistema capitalista patriarcal.
Ahora todo este entusiasmo y ganas de transformación social debemos de convertirlo en organización permanente en nuestros centros de estudio y de trabajo. Puedes crear un comité de Libres y Combativas; si eres estudiante empieza por convocar una reunión en tu escuela, si no estás estudiando puedes tomar esta iniciativa en tu trabajo, en la colonia o dónde consideres que es más práctico, nosotras podemos ayudarte a prepararlo, organizarlo y difundir la reunión. Con todas las compañeras que se apunten para participar, podremos organizar las actividades que se van a llevar adelante. Así, tejeremos una red cada vez más fuerte con la que movilizar a más mujeres y construir un gran movimiento feminista anticapitalista y revolucionario.
Esta lucha no va a parar hasta ver derrocado este sistema y que las mujeres podamos por primera vez, vivir libres de toda opresión de género, raza, etnia y clase.