El año pasado, en nuestro país se registraron 2,572 feminicidios, en promedio, siete cada día. Éstas cifras lejos de disminuir, han aumentado, en enero de este año se registraron 272 feminicidios, es decir, un promedio de nueve al día, sólo tomando en cuenta los casos registrados.
Los feminicidios no son crímenes aislados, son crímenes de Estado
Bajo el sistema capitalista los ataques a las mujeres trabajadoras y a la juventud, adquiere diversas formas, todas ellas horribles, pero el feminicidio es el caso más bárbaro y escalofriante. Estados como México, Chihuahua, Veracruz, Guerrero, Sinaloa, Nuevo León y Jalisco concentran el mayor índice de compañeras arrebatadas por la violencia machista, incluso diversos de estos estados tienen la alerta de género activada, sirviendo para dos cosas únicamente: para el enriquecimiento de la alta burocracia estatal con el presupuesto asignado y fingir que se atiende esta emergencia.
Como bien decía Silvia Federici en su reciente visita a la UNAM: “el Estado capitalista ha intervenido para explotar el cuerpo de las mujeres en todas sus dimensiones. La violencia feminicida es la mayor de sus expresiones; su ocultamiento, paradójicamente, la mayor de sus evidencias.”
Casos como el del ampo Algodonero, Cristo Negro, Arroyo el Navajo y Ecatepec, reflejan que detrás de diversos feminicidios hay un andamiaje donde el Estado está completamente coludido o es parte del crimen organizado que trafica con nuestros cuerpos para la trata, prostitución, venta de órganos, abusos sexuales y tortura; degeneraciones tan aberrantes originadas por este sistema putrefacto donde las mujeres no somos más que un pedazo de cosa desechable que se puede usar, asesinar y tirar como basura sobre la vía pública.
El Estado, su moral y su iglesia insisten que nuestras vidas y cuerpos no nos pertenecen y que podemos ser castigadas e incluso asesinadas sino cumplimos con los cánones de su moral en turno. Los feminicidios son crímenes originados por este sistema patriarcal y capitalista donde las mujeres no somos más que objetos sexuales que pueden ser usados y desechados como cualquier cosa. Es la expresión más cruda del rol que el capitalismo decadente nos condena a vivir. Sus leyes, jueces, tribunales y justicia no sólo fortalecen esa idea sino que son parte de esa estructura que cada día lacera más nuestra sociedad cobrando cada día cientos de vidas de mujeres y niñas en el mundo.
Nuestras vidas importan, ¡ni una más! Esta brutal cotidianidad en muchas ocasiones generan miedo, frustración y parálisis en diversos sectores, sin embargo, tenemos que hacernos de herramientas que nos permitan entender que está ocurriendo, quiénes son los principales culpables y generar alternativas de combate a esta barbarie. La organización, movilización y lucha en las calles son nuestro mejor mecanismo no sólo de defensa de nuestras vidas sino de cambio radical de esta situación. Las compañeras madres de víctimas en Ciudad Juárez son el mejor ejemplo de esta situación, se sobrepusieron al miedo y temor, salieron a las calles, lucharon, se organizaron y se movilizaron, ellas y todas las madres, padres y familiares que han salido a exigir justicia han dejado de manifiesto que este sistema ya nos ha arrebatado todo, hasta el miedo, y que lo único que tenemos que perder son nuestras cadenas de opresión y barbarie.
Las vidas de niñas, jóvenes, trabajadoras, jornaleras e indígenas importan y las vamos a defender mediante la lucha organizada, conformemos comités de autodefensa en cada colonia, escuela, centro de trabajo o barrio contra los feminicidios y todo tipo de violencia machista. Estamos hartas de discursos vacíos, hipócritas y sin trascendencia del Estado y sus políticos, ellos y ellas, quieren hacernos creer que iluminando los edificios de rosa cada 8 de marzo y cada 25 de noviembre van a devolvernos a cada compañera arrebatada por sus mafias y por la violencia machista, ¡se equivocan!, no creemos en sus leyes, en sus jueces, en sus instituciones, ni en su capacidad de entender la opresión de las mujeres trabajadoras, ya que ellos son los encargados de perpetuar esta opresión para garantizar sus privilegios.
Es por ello que no debemos de abandonar las calles y cada vez salir con más fuerza, este 25 de noviembre hacemos un llamado a todas las agrupaciones de mujeres a respaldar e impulsar la convocatoria a la manifestación así como también hacemos un llamado serio a las organizaciones sindicales independientes que salgan a la calle a marchar: no queremos únicamente discursos de solidaridad o apoyos simbólicos, queremos su apoyo codo a codo en las manifestaciones y en la batalla, a los secretarios generales les decimos que son sus compañeras de los sindicatos, las trabajadoras, las que este sistema está asesinando, necesitan salir a las calles y defender las vidas de las mujeres de la clase trabajadora, la lucha es el único camino.
25 de noviembre todas y todos a la calle
La lucha por erradicar la violencia machista y feminicida cada vez adquiere más amplitud y fuerza, este año las mujeres hemos salidos a las calles en diversas ocasiones exigiendo el fin a las violencias machistas, presentación con vida de todas las desaparecidas, justicia para los feminicidios, nos más acoso y machismo en nuestras escuelas y las instituciones y también exigiendo que sea ley el aborto libre, legal y gratuito. Hemos levantado la voz integrando cada vez más a más mujeres, ensanchando las filas de la lucha feminista contra este sistema. Nuestra lucha es constante y permanente, a la par que mostramos nuestro puño en las marchas también tenemos que acrecentar la organización y participación en las escuelas, centros de trabajo y colonias.
Este 25 de noviembre desde Libres y Combativas no sólo exigiremos justicia para los casos de feminicidios, demanda principal y más sentida de nuestra manifestación, sino también exigiremos e impulsaremos que en el sistema educativo se integre la educación sexual libre de estereotipos y moral burguesa como un primer paso para erradicar la cultura del abuso, violación y cosificación de nuestros cuerpos así como eliminar las ideas morales del estereotipo de mujer sumisa, condenada al hogar y a la maternidad, queremos formación para que podamos elegir libremente nuestro futuro y vida.
Constituyamos comités de autodefensa en cada rincón del país, si tocan a una, respondemos todas. Exigimos la aplicación de la alerta de género, pero como debe de ser el protocolo, mayor presupuesto para destinarlo a las necesidades de las mujeres trabajadoras como guarderías, comedores, hospitales, anticonceptivos gratuitos, empleos dignos y cerca de nuestras casas, aborto legal, libre y gratuito, programas que atiendan y traten la violencia intrafamiliar, albergues y casas de refugio, asesoría legal y psicológica gratuita con perspectiva de género, destitución de todo funcionario público que fomente y accione la violencia y el machismo contra las mujeres tanto en las instituciones administrativas como en la educativas.
Saldremos a las calles, las veces que sean necesarias hasta ver derrumbado este sistema asesino, explotador, racista y misógino, no descansaremos, nos han declarado la guerra y defenderemos nuestras vidas así como nuestra libertad levantando la bandera del feminismo revolucionario, anti capitalista y de clase.
¡Ante la violencia machista y feminicida, la movilización feminista!
¡Este 25 de noviembre únete y marcha con nostras!