“Mañana la revolución se levantará nuevamente, haciendo sonar sus armas y para terror suyo proclamará con sonido de trompetas: ¡Fui, soy y seré!” –R.L.

El pasado 8, 9 y 10 de febrero, la Izquierda Revolucionaria en México celebramos nuestro XIX Congreso Nacional, en donde seguimos construyendo las ideas y una herramienta de lucha para empujar al movimiento de nuestra clase hacia la transformación socialista de la sociedad.


A casi 30 años del inicio de la publicación de nuestro periódico Militante, nos dimos cita para analizar la situación económica y política mundial y nacional para poder orientarnos en la lucha de clases durante el próximo periodo.


Trabajadoras, estudiantes, campesinos, obreros, amas de casa, sindicalistas y gente de las provincias acudieron a lo largo de los tres días, durante los cuales debatimos los análisis y perspectivas internacionales de lucha así como también el perfil de la lucha de clases en nuestro país, cuáles son las estrategias y tareas que nos corresponden para ayudar en el avance del movimiento en este nuevo periodo. Recordamos nuestra unificación con el Comité por una Internacional de Trabajadores (CIT/CWI) que se celebró el congreso pasado en 2017 y tuvimos la presencia de dos representantes del CIT del Estado Español e Inglaterra.


“No debemos olvidar que no se hace la historia sin grandeza de espíritu, sin una elevada moral, sin gestos nobles.” –R.L.


A 100 años del asesinato de Rosa Luxemburgo, estamos enfrentando la etapa más cruenta de la crisis capitalista. Nuestra clase ha resistido los ataques más sanguinarios, nunca dejando de dar la batalla en todos los terrenos. Vemos paradojas en donde las traiciones de gobiernos reformistas como Syriza en Grecia, Lula en Brasil o Kirchner en Argentina han provocado la desmoralización entre capas de la clase trabajadora y la clase media, que en su confusión por querer tener una vida mejor y la falta de una alternativa realmente revolucionaria que pueda aglutinar a una gran capa de trabajadores y jóvenes, dan entrada mediante la vía electoral a gobiernos de ultraderecha como ahora el caso de Jair Bolsonaro en Brasil.


La falta de un partido revolucionario hace que la dirección del movimiento se disperse y esto ayuda a la derecha a refortalecerse, poniendo en el poder a reaccionarios como Trump en EUA, Macron en Francia o Modi en India. Pero estos “avances” de la extrema derecha y sus políticas misóginas, racistas y antiobreras preparan el terreno para una ofensiva anticapitalista de las y los trabajadores en luchas como la de los chalecos amarillos, las movilizaciones masivas de mujeres, estudiantes y ahora maestros en EUA o la avasallante muralla de más de 5 millones de mujeres en la India que vio estrenar este año. Sin duda, el viento revolucionario se respira.


“Las masas son el elemento decisivo, ellas son el pilar sobre el que se construirá la victoria final de la revolución.” –R.L.


Este es un nuevo periodo de lucha de clases en nuestro país, el pasado 1 de julio dimos un golpe duro a la derecha, votando millones de trabajadoras y trabajadores por López Obrador, a quién no ciegamente entregamos el voto sino que exigimos que cumpla en los hechos la restauración de derechos que el PRIAN nos ha arrebatado por décadas.

No podemos caer en sectarismos y hacer un análisis de la situación unilateralmente. Sabemos que no es lo mismo un gobierno del PRIAN a un gobierno de MORENA, pero también sabemos quién compone MORENA y con quiénes se alió con el pretexto de ganar representatividad, el Partido Encuentro Social, Miguel Torruco Marqués, Fastlicht Sackler, Esteban Moctezuma Barragán, Alfonso Romo, Ricardo Monreal o Alfonso Durazo son, como diría un compañero, chapulines profesionales en busca no del cielo, sino del presupuesto prometido y elementos derechistas muy dañinos para la clase obrera. La derecha y todos sus intereses siguen estando fuertemente representados en un partido que el proletariado eligió para que le cumpliera, la política de conciliación de clases y su programa reformista no hallarán cabida en la situación social y económica en que se encuentra la clase trabajadora mexicana. Ya lo podemos ver en las oscilaciones que ha tenido que hacer López Obrador con respecto a la construcción del NAICM, al recorte de estancias infantiles y refugios para mujeres violentadas, en donde el pueblo le ha recordado quién fue quien lo puso en el poder y se ha tenido que retractar, pero en otros casos, su conciliacionismo y contradicción han brincado la voluntad del pueblo como es el caso de la Guardia Nacional y la terminación de la termoeléctrica en Morelos.


Otro factor al que nos enfrentamos es a la violencia brutal que estamos viviendo la juventud y en específico las mujeres, 9 feminicidios ocurren diariamente según datos oficiales, pero todas aquellas que no entran en las estadísticas nos harían quedarnos sin dedos para contarlas. Las movilizaciones masivas que hemos dado desde el 8 de marzo pasado, al igual que el estallido del movimiento estudiantil del año pasado, han demostrado que no sólo nos organizamos y paramos para exigir un cese a la violencia sino que necesitamos que el nuevo gobierno escuche, atienda y solucione las demandas más urgentes y sentidas de nuestra sociedad. El cese de la violencia no se dará hasta que se creen las condiciones materiales para la emancipación de la mujer trabajadora, con lavanderías, comedores, estancias infantiles y geriátricas públicas y de calidad; la restructuración del sistema educativo, con educación sexual desde la infancia, educación crítica y de género, construcción de más centros de estudio en todos los niveles, así como también de arte y ciencia, en especial para la zonas más marginadas del país, para esto se necesita la inversión de por lo menos el 10% del PIB; el pleno derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, con clínicas eficientes y equipadas en donde podamos conseguir anticonceptivos o atender abortos y partos con un trato humano. La salud es un derecho que el gobierno debe garantizar. Acceso a la justicia para las víctimas y familiares de víctimas, atención psicológica y jurídica inmediata sin negligencia, corrupción e impunidad. Desarticulación, erradicación y cárcel a líderes e integrantes de cárteles del narcotráfico, grupos paramilitares y porros, y sobre todo las redes de trata de mujeres para la mercantilización sexual y de saqueo de órganos.


Para protegernos no queremos a los militares que han violado, torturado, desaparecido y asesinado a nuestra clase en las calles, a los culpables los queremos en prisión y los demás al cuartel. Para nuestra seguridad seguiremos creando grupos de autodefensa y policías comunitarias.


Nuestra clase es capaz de organizarse para cambiar la realidad, lo hemos visto con las huelgas en Matamoros y que se han contagiado a nivel nacional. El 20/32 es el inicio de un movimiento obrero que tiene un potencial revolucionario incuestionable, en dónde no sólo se le está arrebatando a la patronal mejoras mínimas pero significativas para los trabajadores, sino que se está evidenciando la violencia machista que se vive a diario en los centros de trabajo.


Está claro que nosotros seguiremos en las calles, en contra de los megaproyectos de muerte, de la precarización laboral, educativa y del sistema de salud, por ponerle un fin a la violencia hacia nuestra clase. Porque nuestra lucha es por la vida y por una vida digna es momento de organizar la Izquierda Revolucionaria con audacia, audacia y más audacia, compañeras y compañeros de clase, es ahora o nunca, socialismo o barbarie.


¡Únete a Izquierda Revolucionaria y lucha por el socialismo!

 


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