La pandemia de Covid-19 se ha convertido en una auténtica guerra de los empresarios y sus compañías nacionales e internacionales contra millones de trabajadores en todo el mundo. Así es como transcurre este 1° de mayo del 2020, día internacional de los trabajadores, ante la mayor evidencia de que los empresarios no son nuestros aliados, como muchos gobiernos nos quieren hacer creer, sino nuestros explotadores, verdugos, y en muchos casos (no exageramos) nuestros sentenciadores a la muerte.

La crisis económica actual, desatada en 2008 y que después de 10 años está al borde de una nueva recaída de sobre producción con carácter casi crónico. Esta crisis económica se ha extendido como pólvora por todas las economías del planeta, empezando por las dos grandes potencias: EEUU y China, pasando por la economía europea y que hoy ha hecho de América Latina su nueva víctima. La crisis sanitaria se ha convertido rápidamente en una crisis económica, en un sistema orgánicamente anárquico, en donde la única ley es la competencia desenfrenada por la máxima ganancia. Naturalmente, no parará en un mundo interconectado por fuertes relaciones de producción y terminará afectando hasta al último rincón del planeta, México, por supuesto, no será la excepción.

En los últimos días, la amenaza de una caída histórica de la economía mexicana ha pasado de ser una promesa a ser una realidad. A más de un mes de confinamiento, la economía ya ha perdido 1.6% del PIB durante el primer trimestre del año declarándose así en recesión. Se prevé que pueda llegar a contraerse hasta 7% al final del año. Las alarmas de todos los sectores se han prendido, pero aquellos que tienen el mando económico en esta sociedad capitalista han sido los primeros en actuar con decisión lanzando a la calle a miles de trabajadores. Actualmente se han contabilizado 346 mil oficialmente hasta la primera semana de abril; en medio de una pandemia sin precedentes en la época moderna, sin seguro médico, liquidaciones dignas, seguro de vivienda, etc. En los hechos se ha sentenciado a la condena de la muerte por covid-19 o la muerte por el hambre a miles de familias mexicanas.

La intransigencia empresarial

Pese a los decretos presidenciales publicados en el Diario Oficial de la Federación del 24 de marzo en el que se estipuló que se debía enviar a casa con el 100% del salario y prestaciones íntegras a todos los trabajadores en condiciones de vulnerabilidad (personas de más de 65 años, mujeres embarazadas o con co-morbilidades como diabetes e hipertensión) pocas empresas actuaron oportuna y efectivamente. Más tarde, el 31 de marzo, salió un nuevo decreto donde se redujo la edad de los adultos mayores, que debían dejar de trabajar a los 60 años, y las medidas antes señaladas se extendían incluso a los sectores claves para el combate a la pandemia. Las empresas que no aplicaran el decreto serían multadas e incluso de habló de la suspensión total.

Sin embargo, la actitud de las instituciones encargadas de vigilar el cumplimiento de tales decretos, fue tibia, condenando a miles de trabajadores. A pesar de la poca eficiencia para la aplicación de los decretos, la reacción de los empresarios no se hizo esperar, desde los de ultraderecha, eternamente hostiles al gobierno de AMLO, hasta los más conciliadores y supuestos “aliados” como Salinas Pliego, pasaron de criticar y exigir hipócritamente al gobierno de AMLO tomar medidas inmediatas contra la pandemia a negarse a cerrar las empresas y luchar por medio de amparos, justificaciones, clandestinidad, corrupción y una serie de maniobras contra ello.

Parte de la obstinación empresarial ha sido la escandalosa táctica utilizada por Salinas Pliego a través de TV Azteca y en complicidad con el gobernador de Baja California, el empresario Jaime Bonilla, para llamar a todos los mexicanos a “no creer a Lopéz-Gatell” por haberse vuelto “irrelevante”. Cientos de empresas han utilizado toda clase de mecanismos para mantenerse abiertas, muchas de ellas con el criminal aval de la enorme mayoría de los sindicatos charros y los gobernadores estatales y municipales, en especial de los estados más industrializados y del norte, totalmente subordinados a las transnacionales y el gobierno estadounidense.

Una tragedia anunciada recorre las maquilas

El costo de esta ofensiva empresarial ha cobrado la vida de al menos 32 trabajadores de la maquila en la zona norte. El estado fronterizo de Baja California ha registrado la segunda tasa de letalidad del virus por varios días consecutivos, sólo por debajo de la Ciudad de México, tan sólo en la última semana se calcula que hay 60 trabajadores de la industria hospitalizados en este Estado.

Ante esta situación la reacción diletante del gobierno y la indiferencia guardada por los sindicatos independientes ha sido criminal. El gobierno de AMLO no ha comprendido o no quiere comprender que los empresarios tienen intereses opuestos a los trabajadores, lo que para ellos es vida y ganancias, para nosotros los trabajadores es precariedad y muerte. No es posible la unidad entre intereses tan opuestos, menos aún en una situación crítica. En México laboran en maquila 2 millones 147 mil trabajadores, más de 274 mil de ellos en la frontera norte, la mayoría en condiciones precarias, con salarios de miseria, sin prestaciones como créditos de vivienda, hacinados en las empresas, a menos de medio metro de distancia, más allá de los salarios y las prestaciones o cualquier cuestión económica, se trata de la vida de cientos, miles o millones de trabajadores

La situación es dramática, así los describe el Diario El País:

“Unos ojos claros de largas pestañas pintadas es lo poco que se ve en la cara con mascarilla de una mujer de 28 años embarazada. No quiere dar su nombre, nadie quiere. Con la comida no se juega. Está de siete meses y ha pasado marzo sin trabajar, cuando el Gobierno decretó la emergencia y mandó proteger a los más vulnerables. Pero esta mañana de lunes ya le tocaba incorporarse. Absurdo: el embarazo no hay concluido. Ni tampoco las diabetes, ni las hipertensiones. Tiene dos hijos, necesita el dinero, así que, si la empresa cierra y solo les paga la mitad, prefiere que siga abierta. ¿No tiene miedo? Todo el del mundo, pero se resigna. La familia espera en casa a su madre, no al coronavirus, pero …”

Un gran componente de la fuerza laboral en las maquilas son mujeres, muchas de ellas cabezas de familia, que han tenido que aceptar salarios de $600 para poder llevar algo a casa y están viviendo sin luz y sin agua pues ya han comenzado los cortes.

La catástrofe es mayor para los sectores más vulnerables, pero no se limita sólo a ellos. En México hombres y mujeres de entre 40 a 55 años están siendo contagiados masivamente y muchos de ellos también están muriendo, siendo el segundo grupo de edad de mayor mortalidad. Esto se explica en parte por las co-morbilidades en un país que tiene el primer lugar en obesidad infantil y el segundo en obesidad adulta y atraviesa una pandemia crónica de diabetes e hipertensión a edades cada vez menores por la introducción masiva de comida de baja calidad y refrescos. A todo esto, se suma la política empresarial de obligar a trabajar y la masividad del trabajo informal que implica a más del 50% de la población económicamente activa del país.

Lo que ha sido indiferente para muchos, se ha convertido en la prioridad para otros, los mismos trabajadores se han organizado para dar la batalla contra la situación que atravesamos y que cada vez es más urgente solucionar. En al menos 31 empresas se han realizado paros laborales, de ciudades como Mexicali, Cd. Juárez, Matamoros, Nogales, y Gómez Palacio, según un estudio independiente hecho a través de redes por Canarias-Semanal (24 de abril, 2020). La exigencia es el cierre con el 100% del salario, sin embargo, en muchas fábricas se han ofrecido bonos para comprar tu permanencia en la línea o te mandan a casa, pero sólo con el 70% hasta 50% de la paga o únicamente con el salario base.

Muchos trabajadores están aceptando estas condiciones, por la presión económica en la que viven día a día o las deudas. Desafortunadamente, nos estamos enfrentando a una crisis internacional sin precedentes y sin un horizonte claro, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que el 50% de la Población Económicamente Activa (PEA) se quedará en la calle, de estos se calculan 250 mil empleos son de la maquila. Las fabricas se cerrarán y se declararán en quiebra, la economía colapsará y la recuperación no será rápida. Así que las medidas que ahora está tomando el empresariado no son para un periodo breve de tiempo, pretenden extenderlas, pues ellos ya hicieron sus cálculos.

Sin embargo, esta crisis no la hemos causado nosotros, los trabajadores, sino ellos, los empresarios y capitalistas. Son ellos quienes tiene que asumir los costos de esta catástrofe que estamos presenciando y que con el paso de los días se agravará.  

¿Qué debemos hacer?

Sin duda, nosotros, los y las trabajadores, debemos de hacer nuestros propios objetivos, ¿Cómo podemos enfrentar la catástrofe económica que se aproxima? En primer lugar, es fundamental reconocer la magnitud del problema para afrontarlo con seguridad. Los capitalistas están aplicando la máxima consigna de cualquier crisis: “Sálvese quien pueda” sin importar a quien se llevan entre las patas. Tenemos que ser conscientes de que los empresarios no verán por nosotros, no pensarán en nuestras familias, ni en si perdemos nuestras casas o si muere algún familiar, ni si nuestros hijos ya no podrán ir a la escuela; sólo pensarán en como quedar lo mejor parados para un nuevo auge económico, como perder lo menos posible o como sacar ventaja de todo esto, haciendo que el Estado (entiéndase nosotros a través de nuestros impuestos) absorba los costos.

  • ¡Paro ya! con 100% del salario

Lo primero y lo fundamental es mantener nuestra salud y la de nuestras familias, dar la batalla a brazo partido por parar las fábricas. Ampararnos en los Decretos gubernamentales y hacerlos valer por la vía de la organización política de la mayoría de los trabajadores, a través de asambleas y comités de fábricas, generar una organización que nos permita un largo aliento, con la mayor cantidad de trabajadores posible y la mayor claridad política de lo que está por venir. Los trabajadores de industrias esenciales en activo deberán exigir todas las condiciones ya dictadas por ley para salvaguardar su vida. Nuestras vidas no son mercancías, no se nos puede desechar para en seguida meter a otro trabajador, como pretenden los Salinas Pliego.

Muchas empresas cerraran y se declararán en bancarrota, chantajearán y pedirán apoyo del Estado, debemos ser firmes para evitar que el Estado, que no tiene otro dinero más que el nuestro, aporte un sólo peso para salvar a las empresas, porque estas no garantizarán abrir de nuevo, la crisis será tan profunda qué cómo ha pasado con crisis y rescates en el pasado, las empresas y los bancos se convertirán en un pozo sin fondo, mientras se mantienen las condiciones miserables para la mayoría, ya conocemos lo que ocurre con rescates y consecuentes deudas como el FOBAPROA. Ese dinero, por el contrario, debe destinarse directamente a apoyos a las familias trabajadoras.

  • Escala móvil de salarios y horas de trabajo

La crisis económica tendrá impacto en todos los aspectos inimaginables, basta ver la inflación que comienza a golpear nuestros bolsillos, será necesario que los trabajadores en activo exijamos una escala móvil de salarios en relación con la inflación, que por el momento se pronostica en más del 5%, pero no todo está dicho, de hecho, es aún cifra conservadora ante el escenario general. De igual forma es fundamental una escala móvil de horas de trabajo que permita a todos acceder al derecho al trabajo con la distribución de las horas de trabajo entre toda la planilla laboral ¡Ni un despido más!

  • Apertura de libros de cuentas

El chantaje y las lágrimas de cocodrilo no nos conmoverán, menos cuando nos echan a la calle. Exigimos que se abran públicamente las cuentas de las empresas para comprobar que efectivamente, porque así será, la empresa no está en números rojos, y no lo estarán por que llevan años chupando sangre obrera con una explotación histórica amasando estratosféricos benéficos. Los trabajadores mexicanos producen el equivalente a su salario en los primeros 9 minutos de su jornada laboral diaria según el estudio del Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM (La Jornada, 7 de mayo, 2012). El resto del valor generado por el tiempo restante; las al menos 7 horas 51 min, por los 5 días de la semana, de prácticamente todo el año, salvo alrededor de 10 días de vacaciones, se la embolsa el empresario. Dinero si hay, pero no está en las manos de quien lo produce, en eso radica la desigualdad histórica de este sistema. Si los empresarios se declaran en quiebra, expropiémoslas y organicémoslas nosotros.

  • ¡Fabrica cerrada, fabrica expropiada!

Las empresas que abandonen a sus trabajadores a su suerte, deben ser inmediatamente expropiadas y puestas bajo control obrero, mediante consejos de fábrica, como se ha hecho en otros momentos y en muchos lugares del mundo. Estas fábricas deben ponerse en funcionamiento inmediato con el apoyo Estatal para echarlas a andar y debe retribuir a la comunidad en la que están establecidas, el funcionamiento de cada empresa es bien conocido por el conjunto de trabajadores que laboran ahí desde hace años, incluso más que por los mismos dueños.

El control obrero asegura que las empresas puedan funcionar, generar ingresos para el Estado, las familias trabajadoras, la comunidad y la producción planificada permitirá en muchos casos asegurar que la producción sea social, es decir, lo que la sociedad necesita y no lo que la competencia, la especulación o las necesidades empresariales demandan, pero para asegurar esto último hace falta, no sólo tomar unas cuantas fabricas sino la mayor cantidad posible, de las misma rama industrial, así como la nacionalización de la banca y la participación estatal para aportar recursos que permitan echarlas a andar. Esta medida, también permite reducir la dependencia al imperialismo vecino y los organizamos financieros internacionales y por lo tanto a su intento de boicot y sometimiento.

  • Por un sindicalismo de clase, independiente y democrático

La organización obrera será fundamental en el próximo periodo para contrarrestar la ofensiva empresarial, es fundamental construir verdaderas herramientas de lucha, nadie más lo hará por nosotros, necesitamos sindicatos dispuestos a dar la batalla, en contraste con los sindicatos charros e incluso la misma UTN y los sindicatos independientes.

Son pocos los sindicatos que han mirado de frente para afrontar la situación y ponerse del lado de la clase trabajadora, entre ellos está el recién surgido Sindicato Nacional Independiente de Trabajadores de Industrias y Servicios (SNITIS), construido al calor de la lucha por hacer realidad el incremento salarial decretado en año pasado por el gobierno federal para la frontera norte, o el Sindicato Independiente Nacional de Jornaleros Agrícolas (SINDJA). Ambos sindicatos han dado la batalla desde el primer minuto, basados en su experiencia pasada y con una gran participación de obreros y jornales en su seno, necesitamos una central sindical que unifique todas las luchas de los trabajadores, jornaleros y campesinos de este tipo y una organización que vaya más allá de las demandas sindicales, organizando al conjunto de la población para reorganizar a la sociedad después del torbellino.

Este primero de mayo, como nunca, requerimos una lucha hombro a hombro: obreros, jornaleros, campesinos, mujeres trabajadoras y la juventud en la defensa y conquista de nuestros derechos como es la vida, el trabajo digno, salario decoroso y a la organización política independiente. Tomemos el futuro de nuestras vidas, nuestras familias y nuestra sociedad en nuestras manos y tiremos al basurero de la historia esta sociedad capitalista colapsada y decadente.  


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