Recientemente ha transcendido que durante los apenas dos años que estuvo en el cargo de ministro de Trabajo Eduardo Zaplana, destacado dirigente del PP, utilizó decenas y decenas de miles de euros de las arcas públicas para financiar gastos personales para él y sus allegados tales como jets privados, joyas y restaurantes de lujo. Aun siendo esto escandaloso no debería sorprendernos que un elemento como Zaplana, fiel representante político de los intereses del gran capital, se considere a sí mismo legitimado a apropiarse de "su parte del pastel" por los servicios prestados. A pesar de lo que los medios de comunicación burgueses quieran hacernos creer estos comportamientos distan mucho de ser excepcionales, son la norma de la política burguesa, donde la corrupción, el soborno y el chantaje son el mejor aceite con el que engrasar las relaciones entre la administración y las empresas.
Algunos hipócritas señalan que si hay corrupción entre los diputados y concejales es porque sus salarios "no están a la altura" de los puestos ejecutivos del sector privado. En realidad los salarios de los concejales y diputados autonómicos demasiado a menudo multiplican en muchas veces los del trabajador cualificado medio. Y esto sin tener en consideración el resto de privilegios asociados al cargo y las posibilidades de enriquecimiento ilícito, especialmente en lo que a recalificaciones y ordenación urbanística se refiere. Por desgracia los escándalos de corrupción no afectan únicamente a los políticos profesionales de la derecha sino que son cada vez más los casos donde están implicados miembros de los partidos de izquierda, debido a su aceptación del sistema
Frente a esta situación que ya se viene arrastrando desde hace demasiado tiempo, y ante las próximas elecciones autonómicas y municipales los marxistas de El Militante no podemos dejar de reivindicar la tradicional consigna de nuestra clase: diputado obrero, sueldo obrero. Es tarea de la base militante de la izquierda el exigir su cumplimiento a sus cargos públicos, al tiempo que el movimiento obrero exige la transparencia en las cuentas de la administración a todos los niveles, algo que sólo se puede garantizar a través del control obrero ejercido por los trabajadores de los ayuntamientos, ministerios... junto a los sindicatos de clase. Sólo así los jóvenes y trabajadores podremos arrebatar al estado burgués y a los capitalistas el control de nuestros representantes políticos.