En el momento de escribir este artículo [10 de agosto] los aviones israelíes continúan con sus incursiones en Líbano y un ataque histórico contra la capital libanesa. Era la primera vez que la fuerza aérea israelí bombardeaba el centro de Beirut, desEn el momento de escribir este artículo [10 de agosto] los aviones israelíes continúan con sus incursiones en Líbano y un ataque histórico contra la capital libanesa. Era la primera vez que la fuerza aérea israelí bombardeaba el centro de Beirut, desoyendo la advertencia que hizo Nasrallah a Israel el pasado 4 de agosto cuando dijo que sus combatientes lanzarían misiles contra Tel Aviv si Israel atacaba la capital libanesa. Otro de los ataques aéreos ha tenido como objetivo la carretera que une la ciudad de Ballbek con la ciudad siria de Homs. Por primera vez los aviones israelíes han lanzado panfletos sobre el norte del Líbano, el norte de Tripoli, la segunda ciudad más grande de Líbano, a unos 25 kilómetros de la frontera siria, avisando a los camiones que transitan la carretera costera que une Líbano y Siria.

Al mismo tiempo, uno de los misiles disparados por Hezbolá golpeó una vivienda en el pueblo árabe de Deir al-Assad, en la región de Galilea al norte de Israel, asesinando a dos personas, una de ellas un niño de dos años de edad.

Desde ayer, soldados israelíes acompañados por tanques, y combatientes de Hezbolá, protagonizan una lucha feroz en Al Khiam y Marjayoum, una ciudad cristiana a unos 8 kilómetros en el interior de Líbano. La ciudad está situada en un lugar estratégico cerca del río Litani. Según la cadena de televisión de Hezbolá, al Mannar, siete tanques israelíes fueron atacados y sus tripulantes muertos o heridos, obligando al ejército israelí a retirarse. Ayer los generales israelíes tuvieron que admitir que murieron 15 soldados y otros 25 resultaron heridos.

Las batallas en Marjayoun se produjeron unas horas antes de que Rafi Eitan, un veterano funcionario israelí, anunciara que el ejército no extendería su ofensiva terrestre para dar una oportunidad a la diplomacia. Eitan dijo lo siguiente a Radio Israel: “Existen consideraciones diplomáticas. Todavía existe una oportunidad para que una fuerza internacional llegue a la zona. No tenemos interés en estar en el sur de Líbano”.

El frente diplomático

Durante muchos días los imperialistas han estado intentando obligar a Líbano a que acepte una victoria diplomática para Israel precisamente porque Israel no puede ganar esta guerra por medios militares. El primer borrador de la resolución de los diplomáticos franceses y estadounidenses pedía el fin inmediato de la lucha, mientras que no pedía que los soldados israelíes abandonaran el sur de Líbano. Esta resolución fue rechazada inmediatamente por Nasrallah. Debido a que Nasrallah es percibido por las masas árabes como un gran héroe capaz de derrotar a la poderosa maquinaria militar de Israel, Fouad Siniora, primer ministro de Líbano y todos los miembros de la Liga Árabe tuvieron que seguirle. Ellos se presentaron con un plan de siete puntos que incluye la retirada del ejército israelí y el regreso del ejército libanés al sur del país. El imperialismo francés, consciente de que no podía imponer la resolución anterior, estaba abierto a algunos cambios a favor de Líbano, pero el gobierno norteamericano aún está apoyando a Israel y ha rechazado los cambios ofrecidos. Bush se niega a reconocer la derrota de los generales israelíes que quieren más tiempo para cambiar la situación utilizando una masiva operación terrestre.

El gabinete de guerra israelí tras una larga reunión el miércoles aprobó, en principio, el plan de los generales para extender la operación terrestre, pero retrasaron su implantación para dar una oportunidad a que el Consejo de Seguridad de la ONU redactara una resolución que se adecuara a los gobernantes de Israel como una condición para poner fin a la crisis.

La operación, propuesta por el ministro de defensa Amir Peretz, líder del Partido Laborista que prometió a los seguidores del PL reformas sociales, ahora se ha convertido en el portavoz de los generales, y pretende “reducir significativamente” la capacidad de fuego de Hezbolá contra Israel, destruir la infraestructura de Hezbolá en el sur de Líbano y matar a tantos operativos de Hezbolá como sea posible. Pide unas cuantas divisiones de las Fuerzas de Defensa Israelíes para entrar en la zona que está al sur del río Litani. La operación duraría un mes según dijo a los ministros. Pero según otras estimaciones, eso costaría dos o tres meses. El jefe del Estado Mayor israelí, Dan Halutz, sugirió destruir toda la infraestructura civil de Líbano, como la red eléctrica, pero su plan fue rechazado.

Según Haaretz, 10 de agosto, durante la reunión, el primer ministro israelí Ehud Olmert, habló ante su jefa, la secretaria de estado norteamericana Condoleezza Rice. Ella le prometió que las posibilidades de que el Consejo de Seguridad adoptara una resolución pidiendo el final de la lucha (con mejores resultados para Israel) no eran “malas”.

Después de hablar con Rice, Olmert llamó a Peretz y al ministro de exteriores, Tzipi Livni, a su despacho, los tres acordaron dar una oportunidad a los movimientos diplomáticos antes de extender la operación terrestre.

Según dijo a Haaretz Ben Aluf, un veterano periodista:

“La propuesta del establishment de defensa de extender la operación de las Fuerzas de Defensa Israelíes en Líbano, fue aprobada por una gran mayoría de los ministros el pasado miércoles: nueve ministros apoyaron la propuesta, mientras que tres se abstuvieron. Pero según algunos de los asistentes, los resultados de la votación no refleja la verdadera opinión de los ministros. ‘Si todos hubieran votado de la forma en la que hablaron, la mayoría se habría opuesto a la propuesta’, esto es lo que dijo un ministro. ¿Por qué no votaron en contra de la propuesta? Temían, explicó el ministro, mostrar a la opinión pública y a Hezbolá que existían disensiones dentro del gobierno y fisuras en su apoyo a la FDI.

“El problema es que estas fisuras existen y nadie hace realmente un esfuerzo por ocultarlas. Las diferencias entre el primer ministro Ehud Olmert y el ministro de defensa Amir Peretz. Las diferencias entre el ministro de exteriores Tzipi Livni y el jefe del Estado Mayor Dan Halutz. Y las que existen ente el responsable del Mossad, Meir Dagan, y el jefe de los Cuerpos de Inteligencia, Amos Yadlin. Las que existen entre Peretz y su predecesor, Shaul Mofaz y entre Mofaz y Avi Dichter. Uno de los presentes resumió la situación diciendo: ‘todos estaban implicados en al menos una pelea’.

“Al primer ministro no le gusta el plan maestro que le han preparado esta semana Peretz y Halutz. Temía que enviando a varias divisiones a operar durante un mes, posiblemente dos, en el territorio hostil libanés, provocaría múltiples bajas, una ocupación continua y que eso disminuya el ya menguante apoyo internacional que le queda a Israel. Hay dudas de que se vaya a detener el fuego de Katyusha sobre las ciudades del norte de Israel, incluso después de esta operación. Siempre habrá algún hombre de Hezbolá montado a lomos de un burro, sereno y dispuesto a cohete en Galilea, como los palestinos que lanzan Qassam desde Gaza”.

La reunión de gabinete terminó en un compromiso bastante predecible: la aprobación de un perfil de operación en principio, mientras que posponen su implantación para permitir el desarrollo de conversaciones en la ONU. Las tropas, sin embargo, tomarán posiciones preparando la operación. Israel le habla a la ONU como si fuera un niño que sabe que no puede luchar contra un niño más grande: “por favor sujetadme”.

Sin embargo, este ejercicio transparente no impresiona al líder de Hezbolá. En un discurso televisado el miércoles, del que se pudieron ver algunas partes en la televisión israelí, Nasrallah dijo que el plan de siete puntos presentado por el gobierno libanés era lo menos que aceptaría como parte de una resolución para alcanzar el alto el fuego y el final del combate. Sin embargo, en una parte que no se pudo ver en la televisión israelí, Nasrallah pidió a los residentes árabes de Haifa que salieran rápidamente de la ciudad para evitar se heridos por los misiles de Hezbolá. Prometió a los generales israelíes nuevas sorpresas si continuaban adelante con su amenaza.

El coste de la guerra

Los economistas en Líbano calculan que el coste total del conflicto para la economía podría estar en los 5.000 millones de dólares. Según el gobierno libanés, la ofensiva israelí ha desplazado a más de 915.000 personas y destruido unas 7.000 viviendas, 175 fábricas y más de 150 puentes y pasos. Según el cálculo de los economistas israelíes, el coste del daño a Israel supera los 1.000 millones de dólares. Ya han muerto más de 100 israelíes, más de la mitad soldados. Un tercio de los israelíes ha tenido que huir al sur y muchos otros están viviendo en albergues con poca comida para un mes.

Se puede imaginar que se podría hacer con este dinero para mejorar la vida de la gente corriente.

¿Cuánto tiempo la población de Israel apoyará a los generales?

Mientras que los generales y los medios de comunicación están llenos de alabanzas por el apoyo de la población del norte de Israel a la guerra, hay muchas entrevistas y reportajes con el sufrimiento de la población, demostrando que la gente corriente no alaba a los generales ni al gobierno. El apoyo a la guerra ya ha caído al 64 por ciento. Se sienten abandonados y desamparados, y una vez que llegue el alto el fuego esta furia se desatará. Conocen más la verdad de lo que imagina el gobierno, y en el futuro comprenderán aún más que mientras los ricos consiguen beneficios a ellos se les exigirá que paguen el precio.

Esta guerra abrirá la puerta para una lucha de clases feroz en Israel. En esta lucha los trabajadores y los pobres aprenderán que mientras la clase capitalista e imperialista continúe en el gobierno, nunca habrá paz y ellos tendrán que pagar el precio con sus vidas, el sufrimiento, los traumas y sus condiciones de vida.

Aprenderán a reconocer al verdadero enemigo, al enemigo de clase, mientras que su único futuro reside en la lucha común con los trabajadores y pobres árabes por la transformación socialista de todo Oriente Medio.


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