Finalmente, la votación en la Cámara de Diputados ha rechazado la Reforma Energética (RE) impulsada por AMLO y Morena, a su vez, con la mayoría simple necesaria se aprobaron modificaciones a la Ley Minera que suponen la propiedad nacional del litio. El resultado de la batalla no cierra, sino que abre un nuevo periodo de pugna intensa por la realización de los objetivos de las ansiadas reformas.
El movimiento no está derrotado, la táctica parlamentaria sí
¡Traición a la patria! grita Morena, ¡derrota total de Morena! grita la llamada oposición de derecha. Quienes desde afuera de San Lázaro esperábamos el resultado ya advertimos el veredicto y clamando que ahí no hay derrota del movimiento sino la de una táctica aplicada por la dirección de derecha de Morena, y que la lucha sigue y qué hay que reorganizarse.
Los dirigentes y parlamentarios de Morena ponen la responsabilidad y sus reclamos de los resultados contra el bloque legislativo de la derecha, pero es una clara forma de evitar todo tipo de responsabilidad al respecto. Desde su punto de vista ellos han hecho hasta la imposible porque la RE pase, sin embargo, desde semanas pasadas estaban preparando el ambiente entre la base y la opinión pública para parecer como los menos responsables y como los más comprometidos con el pueblo.
La sensación de derrota, artificialmente postergada, se combina con la evidente nula voluntad de reconstruir y reorganizarse para intentar vencer en el siguiente encuentro. Pero para el conjunto de trabajadores nos queda claro que para no repetir este episodio necesitamos, por un lado, abandonar todo cálculo legislativo, apostarle a la movilización, volver a las calles, donde las oprimidas y oprimidos, los de abajo, somos fuertes.
Por otro lado, deshacernos de los traidores internos, de los Mier, Delgado, Monreal, Polevnsky etc., todos aquellos quienes organizaron desde adentro la derrota. Desde las bases también la furia se dirige contra los líderes y parlamentarios de Morena, Mario Delgado sería enjuiciado por traición junto con las y los diputados del prian.
La crítica también es hacía el sector que se dice opositor a Mario Delgado, caracterizado por su discurso más social, más reivindicativo de las necesidades de la base militante de Morena y de la base social que votó la 4T, pero a la hora decisiva han demostrado su total incongruencia. Muchos de ellos, e incluso de la derecha del partido, dirán: “pero sí convocamos” “Si hicimos llamados y discursos en que la reforma se defendería en las calles”. Sin embargo, esta demagogia desde la cúpula no son más que un ropaje y una escenografía que tratan de mantener ante las masas con la idea de revestirse de izquierda y defensores de nuestros intereses.
En los hechos no hicieron nada por llamar a una convocatoria seria, militante y combativa ¿por qué? Porque dentro de su estrategia no están dispuestos poner en acción y organización a las masas, porque saben muy bien que, de hacerlo, no sólo daríamos pasos firmes para conquistar la RE sino muchos más avances más para la clase trabajadora, empezando por recuperar el partido.
Aquí es donde en los hechos concretos los agentes de derecha infiltrados, así como los sectores opositores han coincidido claramente. Si han tenido que ceder a la movilización lo han hecho a través del Frente Nacional en Defensa de la Reforma Eléctrica, de manera mínimamente y controlada. Por eso a la vez que denunciamos el papel del prian también debemos de marcar el papel de freno y desorganización que está jugando la dirección.
Las masas estamos dispuestas a ir más allá y participar, así lo demuestra todo el trabajo realizado por nosotros mismos y sin ningún apoyo en todos los meses pasados. No queremos que se nos convoque con todos los recursos y formas únicamente para mítines electorales, para mostrar músculo y sacar fotos que demuestran nuestro respaldo, no queremos convocatorias corporativas. Queremos luchar seriamente, queremos ser auténticos protagonistas del gobierno, no un apéndice electoral.
Esta derrota tiene responsables y no somos las masas, ha sido la política de sumas y restas parlamentarias, ha sido querer confiar en nuestros verdugos, ha sido la política de desconfianza en las masas y frenar su movilización.
¿Se pudo evitar el resultado de la votación?
Claro que sí. A partir del anuncio de la RE y empezado el revuelo sobre su contenido y alcance, también se fueron delimitando las formas en que se iba a llevar adelante el esfuerzo por lograrla. Desde el Gobierno federal, junto a la dirección de Morena y la dirigencia parlamentaria clamaron que la Reforma era en beneficio del país, para recuperar la rectoría nacional en materia de energéticos. Así lo pusieron en claro Bartlett, Nahle, Monreal, Delgado y el propio ejecutivo federal.
Por ello, era necesario que todo mundo, los de arriba, los de abajo, todas y todos apoyaran la Reforma, no importaba si éramos ricos o pobres, se trataba, según este esquema, de ser patriotas. Ya comentamos en un artículo anterior que con ese discurso se ocultó una necesaria aclaración ¿quiénes éramos la nación que necesitaba recuperar la soberanía? ¿Los industriales nacionales, para los que según Barttlet la CFE trabajaría, o los millones de pobres que hemos esperado un cambio?
La dirección de esta abstracción de nación, recayó enteramente en manos de los coordinadores parlamentarios que harían uso de toda su sapiencia para llevar a buen puerto la encomienda. Y para ello todo, todo, se apostaba al terreno parlamentario, a las negociaciones en las cámaras, las comisiones, la Jucopo y los despachos privados de los negociantes. Monreal fue claro, transparente, en su pensamiento: el parlamento abierto fue para escuchar a los empresarios ¿si no para qué?
Esta perspectiva y forma de hacer las cosas no sólo anunciaba la derrota, sino que elimina cualquier necesidad de un cambio profundo en el funcionamiento de la sociedad, donde las y los trabajadores podemos influir verdaderamente en las decisiones que rigen nuestra vida y futuro. Desde el punto de vista de estos políticos lo que se necesitaba era lograr un acuerdo de todas las fuerzas “progresistas” y “nacionalistas”, no había división entre ricos y pobres, burgueses y oprimidos, sino entre patriotas y traidores. La RE necesitaba calma, cálculo político, negociación y concesiones y había que evitar cualquier cosa que pusiera tensión en la ecuación, que enturbiarán las aguas, concretamente, había que evitar que las masas se movilizaran.
Si bien las declaraciones de diferentes cabezas de la 4T ya habían dejado visible este camino, fueron las declaraciones de AMLO las que dejaron claro, sin lugar a dudas, esta estrategia. A diferencia de otras ocasiones y años anteriores no hizo ningún llamado a la gente de abajo, al pueblo, a las masas que le han respaldado, sus palabras en una mañanera fueron para los legisladores de la derecha: sean patriotas, rebélense, rompan con sus amos y sus propios intereses empresariales ¿Dónde está aquí el pueblo? No lo hay, estamos fuera de la “estrategia”, tanto en el gobierno federal, como en la dirección parlamentaria, no existía la posibilidad de la movilización contundente de las masas.
Las y los trabajadores pudimos salir a luchar firmemente, pero no somos ingenuos ni despolitizados, como piensan muchos, comprendimos que la reforma en sí misma era limitada y observamos con desconfianza la ruta planteada para su aprobación. Observamos como desde la dirección en diferentes ocasiones no sólo no llamaba a la movilización, sino que lo impedía o lo hacía únicamente de forma electoral. De haber planteado una reforma de renacionalización total no sólo hubiera atraído la simpatía de millones, sino que se hubiera mandado el mensaje claro que la cosa va en serio y que valía la pena salir a luchar.
Ninguna confianza en la derecha y en sus instituciones
Durante las últimas décadas una y otra vez hemos escuchado que ni un ápice de confianza en los poderes fácticos y sus políticos, en los asesinos y contrarios al pueblo, recordemos que el mismo AMLO en la Cámara cuando fue desaforado decía: que no se esperaba nada de esta gente, que no era ingenuo y que ya habían recibido la orden y que se iba actuar por consigna. ¿por qué ahora se nos pide confiar en ellos? ¿Apelar a su conciencia, cuando traen consigna de sus jefes los empresarios de la energía?
En el año 2005 doblegamos y vencimos a la derecha únicamente por nuestra fuerza demostrada en las calles, fuimos más de millón quienes tomamos las calles solamente de la CDMX, confiando únicamente en nuestras propias fuerzas y sin ningún tipo de negociación o concesión a la derecha. Rechazamos contundentemente que ahora se justifique la negociación porque “ahora somos gobierno” y se tiene que gobernar para todos, en los hechos esto significa claudicar en la lucha por un cambio real, dar a la derecha una fuerza que no tiene y desconfiar de la capacidad y fuerza de las y los oprimidos en lucha.
En los hechos esa política está permitiendo mantener privilegios a los de siempre. El contexto actual, de crisis y guerra, diluirá los alcances del llamado Plan B (Ley de la Industria Eléctrica LIE y Ley Minera), los avances que estas reformas están planteando sólo se materializarán si a través de la lucha en las calles obligamos al oligopolio energético para que se lleven a cabo de lo contrario quedará únicamente en papel como ha pasado con diversas leyes.
Por eso a nosotros no nos da igual esta derrota, porque sabemos que el panorama es complejo y las condiciones de vida disminuirán, para nosotros no hay otra alternativa que seguir luchando. Nos parece muy frívolo ahora quedarse únicamente con la campaña de denunciar y visibilizar a los “traidores a la patria” y llamar a no votar por ellos en las próximas elecciones, cuando en los hechos quienes vamos a pagar la factura de esta política somos los trabajadores.
A las trabajadoras y trabajadores nos urge un cambio real, no podemos esperar los tiempos electorales, por eso estamos dispuestos a dar la batalla y profundizar el cambio. Quienes marcamos estos errores no somos enemigos de la 4T o hacemos el caldo gordo a los golpes blandos, todo lo contrario, no queremos la injerencia del imperialismo, queremos profundizar la crisis del mismo y de sus representantes, y no darles escaños que les permitan reagruparse. Queremos a la derecha del partido fuera junto con su política de no apoyarse en las masas para llevar a cabo la transformación; queremos realmente una reforma energética que nacionalice totalmente y ponga este sector estratégico en manos de las y los trabajadores para producir no bajo la lógica capitalista sino bajo el beneficio del pueblo y del planeta. No somos unos utopistas, somos realistas que este sistema se cambia solamente luchando firmemente y defendiendo un programa anticapitalista.