El 6 de septiembre se anunciaron los resultados de las entrevistas para elección de candidato a contender por Morena en las siguientes elecciones presidenciales, además de coordinar la cuarta transformación. Los resultados le dieron una victoria rotunda a Claudia Sheinbaum y el proceso provocó una nueva polarización al interior de Morena en el que un sector de derecha, “los marcelistas” plantearon, por la vía de los hechos, su salida para conformar un nuevo movimiento.
Es claro que el reformismo progresista más tendiente a la centralización ha aventajado en las encuestas de Morena, la buena noticia es que un sector de derecha representado por Ebrard terminará, muy seguramente, fuera del partido, esto en teoría abriría nuevas oportunidades de posicionamiento interno para la izquierda más cercana al movimiento social, sin embargo, la directriz ha sido nuevamente el llamado a la “Unidad” sin principios, esto significa, evitar críticas o cuestionamientos, e incluso luchar por que el ebrardismo no se vaya.
Proceso de encuesta
El enorme apoyo a Claudia se expresó en la superioridad que mantuvo siempre en las encuestas, en la mayoría rebasaba por 10 puntos a su contrincante más próximo. Aún sin la movilización del aparato estatal -cómo se hizo- los resultados seguramente seguirán dándole la victoria. La razón no está en Claudia misma, sino en su identificación con la tendencia obradorista, que aún tiene una gran autoridad entre millones de trabajadores, campesinos y jóvenes.
Las causas de este apoyo aún mayoritario sobre otras tendencias políticas dentro y fuera de Morena se ha sostenido gracias a una relativa estabilidad económica pese a la pandemia, con la que algunos sectores de la burguesía están cómodos y quieren mantener por cualquier vía. También alimentan este respaldo los enormes apoyos sociales, que representan en promedio el 15% del ingreso familiar, así como un hartazgo generalizado contra la derecha y sus representantes en los partidos políticos. El pueblo trabajador en su mayoría tenemos claro que no podemos permitir la vuelta del prianismo aunque Morena aún está lejos de cumplir con las expectativas que millones pusieron sobre él en las elecciones de 2018.
Sin embargo, el proceso ha dejado mucho que desear, en primer lugar, por la permisividad que existe con los arribistas como Manuel Velasco y Monreal, que se han metido hasta la cocina de Morena y amenazan con su “perredización” y “priización”.
Pasando por que la encuesta fue abierta arrebatando lo que por derecho les corresponde fundamentalmente a las bases activas del partido, de igual forma se menospreció todo el proceso de debate sobre el proyecto de nación en el que participaron miles de trabajadores y trabajadoras honestas y de base para definir el programa que debe defender la próxima candidata, ninguno de los 6 contendientes lo tomó como referente.
En un partido auténticamente democrático todo habría comenzado retomando el debate de la base y defendiendo ese programa, pero no tuvimos nada de esto en la contienda.
Por si fuera poco, el gasto en las campañas fue brutal.
¿A quién representa Claudia?
Sin duda el apoyo mayoritario a Sheinbaum ha sido el de millones de personas que buscan impedir la vuelta de la derecha, que confían en la cuarta transformación, un sector que simpatiza con la idea de que sea mujer y algunos empresarios creen que puede asegurar de mejor manera cierta estabilidad benéfica para sus negocios, como lo hizo en la CDMX.
Hemos tenido un inesperado crecimiento económico que no es sustancial pero sí mejor que en muchos otros países, fundamentalmente a raíz de la estabilidad social de los últimos años, del bajo endeudamiento y del nearshoring, esto ha generado la ilusión de que se puede “gobernar para todos”. No es casualidad que este sea el eslogan de las primeras declaraciones de Claudia como coordinadora de la 4t. Pero, en realidad no es más que eso: una ilusión, y una muy acotada y muy dependiente de la economía estadounidense que pasa por su peor momento como hegemonía mundial.
Esta situación no puede mantenerse así por mucho tiempo, en especial debido a la volátil situación económica internacional. De momento el pronóstico es de un crecimiento económico producto del nearshoring, que según dicen algunos analistas puede durar más de una década. Pero no hay garantía de ello, la amenaza de una catástrofe en la economía estadounidense sigue siendo latente en una época tan convulsa como la que estamos viviendo.
Pero hemos comprobado una y otra vez que el sistema capitalista no funciona “para todos”, funciona para el beneficio de una minoría a costa de la explotación de la enorme mayoría, a veces más notorio que otras, pero si hay beneficios millonarios para los empresarios, no puede ser sino a costa de salarios y empleos precarios para la mayoría, como ocurre en la actualidad.
Pese a esta innegable realidad, Claudia asegura lo contrario y ya en la CDMX hemos visto las consecuencias de ello: gentrificación excesiva, asfixia financiera en las diversas instituciones de gobierno y justicia que vulneran nuestros derechos y la labor de miles de trabajadores y trabajadoras que se quedan sin materia de trabajo al no haber recursos, mientras los altos burócratas siguen con sus sueldazos, corrupción y privilegios.
No por nada en las elecciones pasadas fue bajo su gobierno que se perdieron 6 alcaldías, en una expresión de descontento y decepción con relación a las expectativas que había sobre un gobierno de Morena y lo que se supone era el cambio.
Lo que necesitamos es un gobierno que tenga claro en primer lugar, que gobernar para los pobres implica confrontar al empresariado, expropiar y nacionalizar para usar esos recursos que se van al bolsillo de estos para solucionar más no paliar las necesidades más acuciantes de la clase trabajadora, es decir, no apostar a los programas sociales, sino a la generación de empleos dignos, a la toma del control de las palancas de la producción por los y las trabajadoras y destinar los recursos que ahora van a la banca privada - con beneficios record los últimos años-, a las empresas privadas de electricidad, a las mineras y petroleras, etc, hacia mejorar y revolucionar dignamente los servicios de salud, educación, vivienda, infraestructura pública, etc. Esto realmente representaría un cambio y una verdadera transformación.
Hacía dónde lleva la política reformista
El costo de no actuar de esta forma, confrontando y arrebatando los privilegios de unos pocos para mejorar sustancialmente las condiciones de vida de la mayoría, ha quedado claro en el caso de Unidas Podemos, en España o de Lula en Brasil. En ambos casos las medidas timoratas del gobierno, rápidamente se volvieron insuficientes y abrieron el camino para el regreso de la derecha debido a la decepción y desmoralización de un gran sector que tenía sus esperanzas puestas en el reformismo.
En el caso de Brasil, con la subida de los precios de las materias primas y el comercio con China se le dio un fuerte empuje a la economía en el primer periodo de Lula, por ejemplo, el ingreso en los hogares por apoyos sociales llegaba al 20%. Cuando la economía se vino abajo, no sólo se vino abajo el prestigio de Lula, también el PT, Lula terminó en la cárcel, Dilma procesada por un impeachment y la ultraderecha ascendió con el bolsonarismo que representó millones de muertos tras la pandemia.
El caso de PODEMOS también es claro, mostró que al capitalismo no se le vence con sus propias vías, sino destruyéndolo y combatiendo a sus sostenedores directamente, no hacerlo tiene consecuencias graves, en primer lugar para la clase obrera y luego contra el mismo reformismo, UP-PSOE sufrieron una gran derrota en las intermedias, pero peor aún hubo un riesgo serio de que la derecha ganará las estatales, sino fuera gracias a la conciencia y la memoria histórica que conserva la clase obrera que salió a votar y a impedir la vuelta de la derecha, con todo y la crítica profunda a UP. Pero está lejos de resolverse la pérdida de credibilidad de sus dirigentes y tarde o temprano, de no recomponerse, el fascismo renovado puede volver con furia al gobierno. Nada es más desmoralizador que discursos radicales que terminan en lo mismo de siempre.
Una debilidad clave de todos estos reformistas, es querer solucionar las cosas mediante negociaciones cupulares, un grave error, pues si organizaciones como UP, PT o Morena existen es gracias a la movilización social, muchos dirigentes han abandonado esta vía en aras de la paz social negociada, pero en el terreno del sistema capitalista eso solo ha significado ceder la fuerza de la clase obrera organizada al parlamentarismo y las leyes burguesas, renunciando a luchar por las demandas que le dio origen a estas organizaciones. Desmovilizar al movimiento es entregarlo en charola de plata para ser vencido.
Ya es una mala señal que no se hayan sacado estas conclusiones del proceso electoral intermedio, esto puede ser una condena a repetir estos errores a escala nacional y terminar perdiendo la oportunidad de gobernar para el pueblo además de cómo hemos explicado antes, abrir la puerta a la derecha o a la ultraderecha - Ya enfilada con Verástegui- en el 2030.
No se puede seguir por el camino de devolverle confianza y autoridad a las instituciones que han demostrado su putrefacción y servicio a los más ricos, lo que necesitamos es revolucionarlas con la participación de la clase trabajadora y no de sólo un puñado de burócratas que nos siguen marginando de la política.
El “feminismo” que no necesitamos
Finalmente, Claudia aun siendo mujer no representa a la lucha feminista, esta lucha internacional tiene un claro carácter anticapitalista, es crítico con el sistema de justicia que no hace más que proteger a los criminales mientras apresa a mujeres que abortan y a quienes defienden su vida contra los agresores, o responder con encapsulamientos las movilizaciones masivas. Pero Sheinbaum no ha perdido el tiempo para rendir honores a las instituciones policiacas, ni a enaltecer a su secretario de seguridad, Omar García Harfuch pese a los señalamientos de haber sido cómplice de la verdad histórica, incluso lo está promoviendo como candidato para la CDMX. No hemos tenido un proceso de depuración ni de orientación de la policía hacía la búsqueda de las miles de desaparecidas y desaparecidos.
Tampoco hemos sabido de pronunciamientos abiertos por asegurar el derecho al aborto, acabar con los feminicidios, etc. demandas principales del movimiento feminista. Por supuesto, Claudia no es igual que Xóchitl Gálvez, pero tampoco hace un esfuerzo contundente para realmente representar y luchar por los derechos de la mujer trabajadora como tendría que hacerlo una mujer de izquierda.
Perspectiva electoral 2024
Pese a todo, lo más probable es que en 2024 tengamos nueva presidenta. Actualmente, Sheinbaum tiene una gran ventaja que será difícil de alcanzar, pese a la campaña redoblada de mentiras que seguramente lanzará la derecha. Una razón más para asegurar esto a temprana hora es que la derecha no ha logrado levantar cabeza, gracias al enorme golpe que le presentó la derrota electoral en 2018 y todo el movimiento social previo que la hizo posible: las movilizaciones de la juventud del YoSoy132 y Ayotzinapa, las movilizaciones magisteriales, las luchas obreras contra el charrismo, las luchas de los pueblos contra las transnacionales en defensa del territorio y el mismo proceso de formación de Morena como una alternativa organizativa. Es por ello tan absurdo que ahora se pretenda desmovilizar y llamar a dejar en manos de unos cuantos dirigentes de Morena el futuro del pueblo.
Aún esta perspectiva tan probable, no está asegurada, según las recientes encuestas de Enkol[1]l si sumamos la preferencia electoral de la Alianza por México, con lo que podría ser una candidatura de Ebrard por MC y de ser Ebrard quien encabece, la derecha estaría a sólo 2 puntos de Claudia, la respuesta ante este riesgo no puede ser rogar a Marcelo porque no salga de Morena, sino fortalecer al movimiento dentro y fuera de Morena y vincularlo. La unidad desde abajo y la movilización en las calles será la única manera de impedir una alianza criminal de todas las fuerzas de la derecha y el aparato estatal aún en manos de esta, para regresar al gobierno.
Por otro lado, las elecciones no son el único horizonte que debemos mirar, el proceso de lucha interno de Morena también es importante, la oligarquía seguirá buscando la manera de permear su política en el gobierno, sea de AMLO o de Claudia, mientras no tenga manera de imponer a sus propias figuras políticas de confianza como podría ser un Verastegui, una Xóchitl o incluso un Marcelo, intentará imponer su agenda por las buenas o por la malas, infiltrándose en Morena, es por eso que ante cualquier panorama la respuesta es siempre la misma: solo la confianza en nuestras propias fuerzas y la lucha organizada nos permitirá detener la ofensiva de la burguesía dentro y fuera de Morena, eso es lo que significan las propias palabras de AMLO: “Sólo el pueblo salva al pueblo”