El pasado 26 de septiembre se llevó a cabo la movilización por exigencia de verdad y justicia en el caso de la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa. La manifestación fue multitudinaria – la más grande del sexenio realizada por esta exigencia –, el ambiente entre la juventud fue explosivo, en especial mientras cientos coreamos al unísono: ¡No están solos!

La marcha unificó y permitió demostrar la fuerza en las calles de jóvenes de diferentes universidades y grados de estudio, feministas, campesinos, sindicatos, organizaciones políticas y de defensa de derechos humanos, organizaciones de defensa del territorio, etc. Al grito de: “¡Por qué nos asesinan…!”, “¡Justicia!”, el conteo hasta 43, “¡ni perdón, ni olvido...”! Miles intuimos que esta marcha - en este último año del gobierno de AMLO - sería decisiva, la indignación corría entre las consignas pues a cinco años de la promesa de cambio y justicia y de condena a este crimen de Estado, hemos tenido un nuevo intento de cerrar el caso sin condenar a los principales funcionarios civiles y militares involucrados en el levantamiento, desaparición y asesinato (al menos tres) de los normalistas.

¿Qué fue y qué es Ayotzi?

El caso Ayotzinapa es principalmente un caso de represión contra la juventud que lucha. El grito de justicia es un grito contra el autoritarismo, la represión y la precariedad, es un llamado para que la juventud no pase nunca más por una masacre en Tlatelolco, el Halconazo o un Ayotzinapa. También es un recuerdo de que los perpetradores de estos crímenes siguen operando en total impunidad. Mientras no haya justicia en estos casos, no podremos decir “nunca más”.

En la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre de 2014, una comisión de jóvenes salió a botear y tomar camiones a Iguala para poder asistir a la marcha del 2 de octubre en CDMX, como ya es tradición. Los normalistas sostienen con sus propios medios sus escuelas, que se han convertido en la única alternativa a la pobreza más extrema y al narcotráfico, ellxs mismos gestionan sus escuelas a raíz del abandono y asfixia gubernamental, las sostienen en pie gracias a su trabajo y a la comunidad. Los normalistas tienen claro que la lucha es permanente ya no solo para arrebatar mejoras, sino para mantenerse vivos.

Los normalistas son aguerridos porque no han tenido otro camino, cultivan su comida, realizan boteos para mejorar sus escuelas y se preparan constantemente para ser maestros de diferentes disciplinas y de lucha en sus comunidades, todo en las peores condiciones, su rebeldía los convierte en el enemigo principal de los gobiernos más reaccionarios. Decenas de normalistas han sido asesinados a lo largo de la historia de estas escuelas que nacieron de la revolución y la reforma agraria, para educar a los hijos de campesinos pobres.

Los normalistas de Ayotzinapa eran vistos como un peligro para el gobierno de Abarca (Iguala), Ángel Aguirre (Guerrero) y Peña Nieto, mientras estos fraternizaban con el grupo criminal Guerreros Unidos y les permitían mover sus mercancías en camiones en contubernio con grandes empresas como Estrella de Oro, al mismo tiempo criminalizaban a los jóvenes por tomar temporalmente camiones para venir a una manifestación.

El único “crimen” de los normalistas ha sido luchar por sus escuelas y por salir de la pobreza y la precariedad, ha sido no someterse al gobierno local, estatal y nacional. Es por ello que las Fuerzas Armadas (FFAA) en contubernio con Guerreros Unidos asesinó a quemarropa a tres en esa misma noche: Daniel Solís, Julio César Ramírez y Julio César Mondragón, no les bastó con detenerlos, había que herirlos, asesinarlos y humillarlos. Hubo tres asesinatos más.

La criminal política de alianzas

El socavamiento de la justicia y el ocultamiento de la verdad en el caso Ayotzinapa, es la muestra más sensible para el pueblo trabajador de la política equivocada del reformismo basada en alianzas cupulares. La estrategia de alianzas sin principios ya es una política interiorizada por Morena y AMLO y en este caso puede tener la peor y más criminal consecuencia: negar justicia y verdad para la desaparición y posible asesinato de 43 jóvenes que se suman a una larga lista de crímenes de Estado previos en Guerrero y otros estados.

No hay manera de ocultar, ni suavizar esta realidad. Las alianzas con las Fuerzas Armadas y este gobierno han llegado demasiado lejos y podría ser aún peor de no detenerse. Las FFAA controlan hoy las aduanas, los puertos, los aeropuertos más importantes, las principales obras de infraestructura que también son de comercio, etc. El poder que ha concentrado el Ejército, sólo puede igualarse a la situación del México bárbaro de la pre revolución, sólo faltan los gobiernos militares.

Esas alianzas al punto de la dependencia han desdibujado quien manda en el gobierno en el caso Ayotzinapa, el compromiso está llevando al mismo punto que en el gobierno anterior, intentar cerrar el caso y dejarlo en el olvido, sin castigo a los responsables, entre los que se encuentran mandos altos en funciones y protegidos como Cienfuegos. Pero no sólo ellos, también altos funcionarios del gobierno anterior.

¿Hasta dónde ha llegado la política de las alianzas?

Si miramos en retrospectiva, pasaremos nuestra memoria por la consulta del juicio a los expresidentes, en los hechos dejada en el abandono por Morena, recordemos los dichos de AMLO sobre no buscar venganza, a lo que miles respondimos: No es venganza, es justicia. Hoy, los hechos se imponen y no hay castigo para Peña ni sus funcionarios. Tal parece ser que el gobierno de AMLO renunció hace mucho a castigar a los culpables principales del ataque a los normalistas.

Una larga lista de funcionarios está en la impunidad, pese a las pruebas fehacientes de haber participado cuando menos en el ocultamiento de la verdad y la falsificación de la llamada Verdad Histórica: Murillo Karam (ex procurador general y el único en prisión), Tomás Zerón protegido por el gobierno de Israel, Iñaki Blanco (Procurador de Guerrero), Luis Enrique Miranda (subsecretario de gobernación), Salvador Cienfuegos (SEDENA), Osorio Chong (Secretario de gobernación), etc.

No hay que rascar mucho para conocer los nombres de los implicados, han sido nombrados recientemente en el segundo informe de la COVAJ, presidida por Encinas, el único que ha sido consecuente con llamar a las cosas por su nombre, aquí hubo un crimen de Estado, porque participaron en él fuerzas de los batallones 27 y 41, la policía municipal de Iguala y Cocula, la policía estatal de Guerrero, la extinta Policía Federal y altos funcionarios que, entre otras, se reunieron para fabricar el ocultamiento de la verdad.

Eso no ha detenido, ni antes, ni ahora, la ruta de Morena, el domingo 24 de septiembre Claudia se reunió con Mariana Benítez, subprocuradora jurídica con Murillo Karam, en Oaxaca para fijar su alianza rumbo a las elecciones de 2024 y antes de eso Harfuch es afiliado a Morena y lanzado como candidato al gobierno de la CDMX.

Esta misma política es la que ha dejado en impunidad y abraza a Del Mazo, la que le abrió paso al Grupo Texcoco para gobernar el EDOMEX y la que le permitió al Partido Verde tomar el gobierno de Chiapas para después reprimir al magisterio y el normalismo. Esta misma política podría dejar vivir en paz y tranquilidad al mismo Peña Nieto.

Mientras se han seguido abriendo puertas a los arribistas, es decir, a la derecha y se hacen alianzas con parte de los cómplices del ataque a los normalistas, - entre otros crímenes y corrupción -, el discurso de los últimos días desde presidencia han sido de criminalización de los jóvenes, revictimización de los padres que no han dejado de luchar, trasladándose constantemente de Guerrero a la CDMX, haciendo plantones, marchas cada 26 de mes, etc. incluso algunos han muerto sin saber qué pasó con sus hijos.

También deslegitima el trabajo del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) y de la Unidad Especializada para la Investigación y Litigación del Caso Ayotzinapa (UEILCA) comandada por Omar Gómez, las únicas que han ofrecido un trabajo serio y emitido órdenes de captura.

La respuesta de los padres y organizaciones que les acompañan ha sido contundente: “Qué el presidente no sea el obstáculo principal… que no defienda lo indefendible” ...minimizando y administrando la investigación, venimos a él a pedirle verdad y justicia, pero no venimos a que nos trate como unos borregos que le besemos los pies y todavía así pueda seguir la investigación cuando él quiera darnos verdad y justicia, necesitamos que las investigaciones sigan su curso…”

Los padres y el pueblo trabajador exigimos que se tomen medidas para asegurar que se entregue la información faltante de la que se tiene constancia que está en manos del Ejército y sin embargo, no se ha entregado, y es clave para conocer el paradero de los estudiantes, “entre estos documentos se encuentran los documentos generados en el Centro Regional de Fusión de Inteligencia de Iguala, así como todos los elementos producidos a partir de la ilegal infiltración de un elemento del Ejército en la Normal Rural de Ayotzinapa incluyendo toda la información técnica obtenida durante los días precedentes y posteriores a los hechos de la desaparición” como se señala en el último comunicado conjunto de los padres y madres de Ayotzinapa y las organizaciones jurídicas y de derechos humanos que los acompañan llamado: “Ayotzinapa: descalificaciones y protección del Ejército ponen en riesgo el esclarecimiento.”

Mientras no se rompa con esa política de alianzas cupulares sin principios - empezando por los altos funcionarios corruptos y criminales de las fuerzas armadas y gobiernos anteriores - y se base en el pueblo y en la movilización y organización de este, no tendremos ni verdad, ni justicia, ni transformación.

Las alianzas con el movimiento, no con los militares

Muchos seudoargumentos se han puesto sobre la mesa para justificar las alianzas con el ejército que protagonizó la guerra sucia, el que disparó el 2 de octubre, el que mató a civiles a quemarropa en Tlatlaya, el que reprimió en Nochixtlán, etc. Ya sea por el temor al golpe blando, o a un golpe de estado. La única realidad es que las FFAA no tiene más lealtad que sus propios intereses en cuanto la derecha se fortalezca y tenga más que ofrecerles, estas no dudarán en morder la mano del amo, así ocurrió con Allende y recientemente con Evo Morales, ese ejército mimado no demoró en asestar un golpe de Estado en cuanto la burguesía le ofrecía de nuevo su lugar como aparato represor.

En última instancia el mayor temor del gobierno actual no parece estar en el ejército o en un eventual golpe de Estado, sino en perder el control del pueblo, si este se levantara contra la burguesía no habría nada que lo detenga, si este se armara contra el narcotráfico de manera generalizada como las autodefensas, reinaría no el poder de un hombre en la presidencia, sino de los pueblos y comunidades organizadas, mandaría realmente el pueblo, pero fuera de los marcos del sistema capitalista. Aquí entra la mayor contradicción con el gobierno de AMLO, este no quiere acabar con el capitalismo, quiere gestionarlo “humanitariamente”, sin embargo, hay muchas evidencias de que eso no es posible y Ayotzinapa es una de ellas.

¡Basta de proteger a las Fuerzas Armadas!

¡Verdad y justicia!


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