Los salvajes ataques anunciados por el derechista Partido Popular (PP) desde que llegó al poder tras las elecciones anticipadas de finales del mes de noviembre pasado, han provocado irremisiblemente una reactivación de la lucha popular y concretamente, del sustrato que comprende a los jóvenes y estudiantes, sector que constituye uno de los puntos de mira del nuevo gobierno. Sin embargo, las pretensiones de que la clase obrera iba a permanecer detenida y paralizada, se fueron al traste antes de lo esperado por el gabinete entrante.
Un estallido de furia se apoderó del país cuando el Gobierno profundizó los ataques en el sector educativo. Valencia fue su epicentro. Las condiciones de los centros de educación secundaria se habían deteriorado tanto en todos sus aspectos durante los últimos meses, que un nuevo ataque suponía una auténtica declaración de guerra. Entre otras medidas, se habían reducido sin paliativos los salarios de los profesores y personal de los centros, se habían suprimido las clases de apoyo y propia la reducción drástica del presupuesto para educación había supuesto un empeoramiento progresivo de las infraestructuras. Un nuevo y brutal tijeretazo emprendido por el PP, condujo a una de las regiones más afectadas a la sublevación.
Durante el mes de febrero, los estudiantes valencianos de secundaria se encerraron en sus centros y contando con el incondicional apoyo del profesorado, las asociaciones de madres y padres de alumnos así como del personal auxiliar de los mismos, se hicieron fuertes en sus protestas y reivindicaciones. Las masivas protestas fueron secundadas en gran parte de territorio nacional, logrando también la adhesión a las mismas del estudiantazgo universitario. En este contexto sumamente explosivo, el SE lanza una jornada de lucha estatal para el 29 de febrero que se salda con un éxito masivo. Decenas de miles de jóvenes salieron a las calles de las principales ciudades para mostrar solidaridad con los estudiantes valencianos, vaciándose en más de un millón de estudiantes las clases de los centros de secundaria en todas las comunidades autónomas, así como decenas de miles más en la Universidad.
Así fue como el ambiente de lucha fue incrementándose durante el mes de marzo e influyó decisivamente en la conciencia de los trabajadores. Con un escenario caliente y con el gobierno sobrecogido, el SE preparó una masiva intervención para la huelga del 29. Esta supuso una impresionante demostración de fuerza de la clase obrera. El país entero quedó paralizado. El seguimiento en sectores clave de la economía tales como la industria, los puertos, la distribución o los transportes fue mayoritaria y total en caso de los dos primeros. En Madrid, más de 800000 personas no gritaron sólo en contra de los ajustes presupuestarios y las contrarreformas, sino también contra los capitalistas y su sistema económico basado en la explotación y en el lucro, único culpable de la crisis que azota no sólo al Estado Español y a Europa, sino a todo el planeta.
La lucha continúa y la frase sigue siendo la misma: Obreros y estudiantes, unidos y adelante.