El pasado 24 de abril fue tomado el Edificio A de Rectoría de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Iztapalapa (UAM-I) por un grupo de 10 jóvenes encapuchados; la Rectoría se mantuvo tomada a lo largo de 9 horas como un acto de protesta política por parte de la Brigada 24 de abril, nombre con que es calificado dicho grupo en la edición de La Jornada del 25 de abril. Entre sus exigencias, la Brigada 24 de abril reclamaba el cumplimiento de las demandas del grupo de estudiantes que mantuvieron tomadas las instalaciones de la Rectoría de la UNAM desde el pasado viernes 19 de abril, además de exigir la no intromisión de la policía federal en esta última casa de estudios para solucionar por la fuerza dicho conflicto. Otras demandas fueron la no modificación del reglamento para alumnos de la UAM, la no instalación de botones de pánico en la UAM-I, así como la petición del rechazo público de las autoridades de esta unidad contra lo que los brigadistas calificaron como planes del gobierno delegacional de Iztapalapa para privatizar los espacios naturales de la demarcación.
Tras ese hecho, las autoridades de la UAM-I respondieron con un comunicado en el que además de condenar la toma de Rectoría, entre otras cosas aprovechan la oportunidad para intentar legitimar la imposición del antidemocrático Reglamento de Convivencia Universitaria, así mismo como amenazar de manera intrínseca con el endurecimiento de las medidas de control político sobre alumnos, trabajadores y profesores de esta casa de estudios; todo ello disfrazados de acciones para incrementar la seguridad en la unidad. En el comunicado firmado por el Dr. Javier Velázquez Moctezuma, Rector de la unidad Iztapalapa, la postura adoptada por las autoridades es bastante nítida: “Esta situación [refriéndose a la toma del Edificio A de Rectoría] vuelve a colocar en la agenda universitaria la necesidad de proseguir y profundizar las medidas de protección de nuestra unidad.”
En nuestra opinión, más que una preocupación legitima por la inseguridad que sacude al conjunto de la sociedad mexicana y la manera en que esto afecta a la comunidad de la UAM-I, Javier Velázquez Moctezuma, junto con el Rector General de la UAM, Enrique Fernández Fassnacht, ha encontrado una oportunidad de oro para impulsar un nuevo reglamento que aniquila los derechos democráticos de los estudiantes. Si las preocupaciones por la inseguridad de ambos directivos fueran honestas, ya antes habríamos visto cuando menos declaraciones a nombre de nuestra casa de estudio condenando la política de seguridad de Calderón, misma que bajo una supuesta “guerra contra la delincuencia organizada” solamente incrementó la inseguridad a niveles jamás vistos en nuestro país, arrojando como saldo aproximadamente a 100 mil muertos y más de 20 mil desaparecidos; y lo mismo es para el caso de Peña Nieto cuya política de seguridad ya dejó en los primeros cuatro meses de su gobierno 4 mil 249 muertos. Ni antes ni ahora esa clase de declaraciones han llegado, y por eso, máxime cuando se trata de un problema en extremo grave que lacera a la sociedad todos los días y ante el cual instituciones como la UAM no pueden guardar silencio, tenemos más que sobradas dudas en que las medidas de seguridad promovidas por las autoridades honestamente tengan como principal preocupación a la comunidad universitaria.
El carácter represivo del reglamento impulsado por la autoridades queda de manifiesto en artículos como el 9, en sus fracciones IV (“Perturbar el funcionamiento de los órganos colegiados o el desarrollo de las actividades académicas o administrativas”) y X (“Usar o disponer de los bienes o instalaciones de la Universidad para fines contrarios a su naturaleza u objeto”). En los hechos con esa clase de artículo se eliminan el derecho de manifestación y organización por parte de la comunidad de la UAM, pues en adelante cualquier acto de inconformidad contra algún órgano de gobierno o autoridad será castigado y, por consecuencia, la única manera de evitar esa clase de sanción sería la de quedarse cruzados de brazos aceptando cuanta decisión tomen las autoridades sin importar qué tanto afecten a los derechos de los estudiantes, trabajadores y académicos.
En esencia las supuestas preocupaciones por la inseguridad por parte de las autoridades de la UAM son una estratagema para imponer un régimen que aplaque cualquier protesta contra medidas a todas luces injustas, como lo es el ejemplo del presupuesto del 2013 para el caso de la unidad Cuajimalpa, unidad en la cual a la Rectoría se le asignó un gasto de 730 mil pesos contra los 52 mil presupuestados para la División de Ciencias Sociales y Humanidades, los 631 mil 177 pesos asignados a la División de Comunicación y Diseño y los 579 mil 456 pesos destinados para la División de Ciencias Naturales e Ingeniería.
Como podremos ver en todos los casos el presupuesto asignado a Rectoría es mayor al de cada una de las divisiones por separado; pero por si lo anterior fuera poco, por su lado el presupuesto de la Secretaría de la unidad, mismo que es de 3 millones 306 mil 700 pesos, por sí mismo supera por mucho el gasto en su totalidad asignado a las tres divisiones academicas. Pero la historia ahí no termina pues un absurdo que rebasa toda lógica el es el hecho de que en ese mismo presupuesto están asignados 350 mil pesos para un automóvil para la Rectoría de Cuajimalpa y otros 325 mil para otro auto para el Secretario de la unidad; ambas cantidades sumadas (675 mil pesos) rebasa el gasto asignado a cada una de las tres divisiones por separado.
Bajo esa lógica no resulta difícil entender el por qué en 2010, por poner un ejemplo, con una matrícula total de 42 mil 356 estudiantes, la UAM sólo contaba con 5 mil 51 equipos de cómputo, los cuales se dividían en 3 mil 50 para el personal académico y 2 mil uno para estudiantes. Es por esta clase de ejemplos, y por la forma en que se diseña el presupuesto de la UAM, por los que pensamos que la autoridades no hablan en serio cada que apelan a la excelencia académica como una meta a alcanzar.
El presupuesto 2013 de la UAM puede ser consultado en la siguiente liga: http://www.uam.mx/transparencia/presupuesto/presup2013/CuadernoBienesdeInversion2013.pdf
En su comunicado el Rector de la UAM-I no dice ni una sola palabra a propósito de ello, ni tampoco dice nada acerca del hecho de que la deserción en la UAM sea una de los más altos de entre las diferentes universidades del país, ya que de acuerdo a la ANUIES, en un estudio hecho entre 1999n y 2003, este fenómeno se ubicó en el caso de nuestra casa de estudios en un 56.1%; actualmente, de acuerdo al Rector General, Enrique Fernández Fassnacht, la deserción es del 30% y “en algunas carreras”, del 50%. Aun así, evaluando los propios informes del Rector, la deserción en la UAM sigue siendo muy alto pues hace 10 años este indice en el caso de la Universidad Autónoma de Nuevo León era del 20.8%. Esta comparación habla por sí misma del enorme rezago de la UAM a propósito de la deserción, sin embargo sobre esta clase de problemas el Rector de la UAM-I no dice una sola palabra; ni tampoco dice nada sobre el hecho de que la UAM rechaza entre el 87 y 88% de sus 90 mil aspirantes anuales.
Y precisamente el objetivo del Reglamento para la Convivencia Universitaria es impedir cualquier muestra de descontento contra la problemática de la UAM y que afecta negativamente los derechos de los estudiantes, trabajadores y académicos de la misma.
Nos tenemos que oponer a dicho reglamento, al mismo tiempo que debemos organizarnos para luchar y demandar más transparencia en la definición del presupuesto así como la participación de la comunidad de la UAM en la elaboración del mismo por medio de una comisión formada por estudiantes, trabajadores, profesores y autoridades en el que cada sector esté representado por el mismo número de integrantes, lo cuales tendrían que ser electos de forma democrática. Sólo así se podrá asegurar una asignación de recursos para cada unidad y cada división en la que la vida académica de la UAM y los derechos de los estudiantes, trabajadores y profesores no sean avasallados por la sed insaciable de los directivos y la alta burocracia.
Esa y otras son las razones para las cuales es necesario lucha en la UAM, sin embargo otra cuestión a abordar es la manera de hacerlo. Históricamente está demostrado que la única forma de hacer que las autoridades atiendan las demandas de los estudiantes es por medio de acciones que movilicen a la mayor parte del estudiantado; y para eso se requiere preparar la lucha por medio de propaganda que explique la raíz de los problemas y el camino a seguir para solucionarlos. También se deben impulsar asambleas en grupos académicos en los que además de discutir se elija democráticamente a representantes para que por medio de asambleas definan las acciones a tomar y tras ello convocar al conjunto de la comunidad estudiantil a asambleas generales para ya, entonces sí, acordar entre todos pasar a la acción. Otras medidas a tomar serán la relacionadas con ganar el apoyo para la lucha de trabajadores y profesores.
Sólo de esa forma, bajo la condición de acciones de masas y luchas bien organizadas, se puede tener mejores posibilidades de éxito. Bajo ninguna circunstancia las acciones de masa pueden ser sustituidas por medidas radicales de parte de un pequeño grupo por muy correctas que sean sus demandas. Por lo general esa forma de lucha, en nuestro caso la toma del Edificio A de Rectoría, no logran nada pero si facilitan en mucho, en la medida que las autoridades encuentran en ello una oportunidad para endurecer su política, las acciones represivas. Siendo esto así, y gracias a acciones como la toma de Rectoría de la UAM-I, como nunca las autoridades se habían visto tan favorecidas en su objetivo de impulsar su reaccionario reglamento para estudiantes.
Es por eso que si bien nos oponemos a cualquier acto represivo, por ejemplo no opusimos a la entrada de la policía federal a la UNAM para termina por medio de la fuerza y violando la autonomía, el conflicto de la toma de Rectoría, también rechazamos cualquier forma de lucha de un pequeño grupo pretendiendo sustituir la acción organizada de las masas estudiantiles mediante medidas ultraizquierditas pues no generan ninguna clase de organización (por el contrario desorganiza a los estudiantes), no contribuye al desarrollo de la conciencia política de los estudiantes (por el contrario el ala universitaria plegada a las autoridades utiliza esta clase de acciones para promover toda clase de prejuicios contra el movimiento estudiantil) y facilita las acciones represivas de las autoridades. Nos oponemos a esa forma de lucha no por cuestiones morales ni nada por el estilo, sino porque representan un obstáculo para estimular y propiciar la organización estudiantil.
Es por ello que nos pronunciamos por el camino de la organización en defensa de los derechos de los estudiantes de la UAM y en defensa de la universidad pública en su conjunto; es decir nos pronunciamos por el camino de la preparación paciente de la lucha, única garantía posible de lograr la participación de amplios sectores de la comunidad estudiantil, vinculando a la vez a esta con los trabajadores para ganar su apoyo. Esta forma de lucha es la única capaz de impulsar hacia el frente las legítimas demandas del movimiento estudiantil.
Atentamente:
Ma. Luisa Salazar Jiménez
Representante estudiantil propietario ante Consejo Académico UAM-I
Horeb Medina Flores
Representante estudiantil suplente ante Consejo Académico UAM-I