El Pase Reglamentado y directo en la UNAM
Usaremos el caso de la UNAM para explicar el sentido general del nuevo ataque planteado por la Dirección General del IPN. En la legislación universitaria que rigió desde el año 1966 y hasta 1997, se establecía claramente que todos los egresados del prepa o CCH tenían un lugar en el nivel superior y eran prioridad en la matrícula. En segundo grado de importancia, si había lugares y cumplían requisitos, estaban los de escuelas privadas. Esto era el pase directo.
En 1997 fue sustituido el Pase Directo por el Pase Reglamentado, este contempla básicamente dos reglas para ingresar de prepas y CCH a nivel superior a) si un joven obtiene promedio de calificaciones mayor a 9 y cursó el bachillerato en tres años, entonces puede elegir la carrera y el plantel que desee del nivel superior. b) Si se obtiene promedio mayor a 7 y concluyó el bachillerato en un periodo de 4 años entonces el alumno tendrá un lugar en la UNAM aunque la carrera y el plantel no necesariamente serán los que pida.
Las políticas concretas del Pase Reglamentado, intentaban ser más duras en el inicio y avanzar más rápido para convertirse en una herramienta de exclusión, por ejemplo elevando el promedio mínimo a 8. No lo fueron gracias al movimiento estudiantil que se organizó en aquel año y posteriormente al estallido de la huelga de 1999-2000 que puso en el segundo punto del pliego petitorio la derogación de estas reformas. Así se ha mantenido 20 años. Eso da la impresión de que la exclusión mediante el Pase Reglamentado no avanzará jamás y que no encierra ningún peligro.
Resultados de la UNAM
Actualmente el 50 % de los programas educativos que ofrece la UNAM ya no acepta el 7 como calificación mínima. La tendencia general es que la calificación mínima sea 8. Es decir que la regla general de promedio mínimo 7 y 4 años de estudio no es reconocida por una gran parte de las escuelas, esto es gracias a que las reglas no declaradas de la UNAM, dan la posibilidad para que en cada examen las escuela eleven, según su propio criterio, el promedio mínimo para los estudiantes que quieren ingresar. La misma UNAM advierte a los estudiantes que los requisitos pueden cambiar de examen a examen.
La tendencia es que las exigencias mínimas para ingresar por Pase Reglamentado se eleven; en el estado de México tenemos un ejemplo de cómo podría ser. Ahí el gobernador Eruviel Ávila, aprobó el año pasado un “Pase Reglamentado”, de tal forma que todos los estudiantes que obtengan 9.5 de promedio y en 3 años de estudio pueden elegir la carrera y el plantel que deseen. Pero los requisitos del Pase Reglamentado podrían elevarse también en la UNAM en calificación, tiempo y en otros elementos extra como por ejemplo cursos especiales, capacidades en algún lenguaje extranjero, no haber participado en ningún movimiento, etc. El Pase Reglamentado podría poner cualquier regla, dando como resultado la exclusión de una parte importante de jóvenes.
Esto ya es una realidad. En la UNAM hay escuelas prácticamente cerradas para el estudiante promedio: medicina, arquitectura, algunas carreras en la Facultad de Química, entre otras. De hecho ahí se logra ver el auténtico resultado del Pase Reglamentado, porque quienes sí logran cubrir los requisitos son los estudiantes de escuelas privadas que conforman más de la tercera parte de la matrícula de esas escuelas.
Por otra parte, la destrucción de los salarios y la elevación de los costos de la educación (transporte, útiles, comida, etc.) provocarán que un joven hijo de trabajador tenga más dificultades para obtener las calificaciones mínimas exigidas. En el caso contrario, los hijos de personas con altos recursos económicos sí podrán pagar todo eso y sus hijos podrán cumplir con los requisitos exigidos. Por tanto las reglas no serán justas sino que favorecerán a aquellos que tienen recursos económicos y excluirán a los hijos de los trabajadores y campesinos. En los hechos el Pase Reglamentado es una herramienta para excluir veladamente.
El Pase Reglamentado en el IPN
Enrique Fassnacht ya ha dejado ver que justificará esta medida mediante dos argumentos 1) afirmando que con el “Pase Reglamentado” se elevará la calidad académica del nivel superior y 2) que se transparenta el proceso de ingreso y con ello se da igualdad de oportunidades a todos los aspirantes. Fassnacht miente de la manera más descarada. Los exámenes por sí mismos no pueden elevar el nivel académico ni de aprovechamiento de un joven, para elevarlo se requiere de profesores con condiciones laborales que les permita trasmitir sus conocimientos, sin embargo la política central de Fassnacht es tener profesores interinos; se necesitan planes y programas de estudio que estén al nivel de las mejores universidades, pero más bien la política ha sido recortar o eliminar materias; se necesitan laboratorios, bibliotecas, prácticas de campo, aulas especiales con equipo profesional, pero el IPN recibe un bajo presupuesto que además es golpeado por la corrupción que las mismas autoridades realizan. Es falso que las autoridades estén preocupadas por elevar el nivel académico.
Por otra parte, el “Pase Reglamentado” en el IPN se basa precisamente en no ser transparente en una serie de reglas. En septiembre del 2014 el Consejo General Consultivo del IPN aprobó a altas horas de la madrugada un reglamento que muchos consejeros ni siquiera conocían, eso provocó una lucha histórica. Ahora en 2016 se aprobó la ley 3/2016 que modifica la relación del IPN con la SEP, a nadie consultaron ni informaron. ¿Hay transparencia en el IPN? Más allá de eso el gobierno de Peña Nieto ¿es transparente?, acaso los diputados y senadores ¿informan de los grandes negocios que hacen con los empresarios? No, no es la transparencia lo que quieren logra sino la creación de una herramienta que permita destruir a las vocacionales y los CET.
Se logra más con miel
Las autoridades intentarán aprobar el Pase Reglamentado, con reglas parecidas a las de la UNAM, que parezcan poco agresivas y dando concesiones a algunos estudiantes. Con ello tratarán de ganar a un sector de los jóvenes y evitar movimientos estudiantiles. Pero el fondo será el mismo: a mediano plazo convertirán el Pase Reglamentado en una herramienta para excluir del nivel superior a la inmensa mayoría de jóvenes que egresan de las vocacionales y los CET.
Lo que los estudiantes debemos exigir es precisamente lo que estaba en la legislación universitaria de 1966: pase directo a todos los egresados del bachillerato, en este caso, del politécnico. Y el incremento de la matrícula para abrir las puertas a todos los jóvenes que provengan de escuelas públicas. La calidad educativa se logra ofreciendo a los jóvenes todas las herramientas para estudiar y no poniéndole muro tras muro, para impedírselo.