El PRI llega al 2018 acarreando olas de desprestigio; el gobierno de Peña Nieto se encuentra tan débil y dividido que podría haber caído hace mucho. Durante el gobierno de Peña Nieto, el hartazgo y el rechazo se han acumulado en millones de trabajadores que vivimos día tras día, cansados del alza en los precios, de la hipocresía y el cinismo con el que los gobernantes roban frente a nosotros sin el más mínimo pudor, vivimos con temor de salir a la calle, especialmente si se es mujer. La mayoría de nosotros somos mujeres y hombres que salimos a trabajar cada día para vivir lo más dignamente posible, sin embargo, cada vez es más difícil conseguirlo. Nos queda claro que el causante de esta carestía se llama priísmo. La consecuencia ha sido que el gobierno de Peña inicia el último año de mandato con un rechazo del 85%, y que actualmente el PRI sólo gobierna 14 de las 32 entidades.

El año 2017 fue uno de los más violentos, dejando un saldo de 26 mil 573 víctimas de homicidio. Sumado a ello el salario mínimo nominal, si bien tuvo un incremento de 10% a inicios de 2017, debido a los gasolinazos, en realidad tuvo un declive del 18.5% en su poder de compra, aumentando la brecha salarial entre los más ricos y los más pobres.

Una de las causas de la debilidad del PRI son algunos casos que muestran la relación que sostiene con el narcotráfico y la corrupción; entre los más escandalosos se encuentra el de Javier Duarte, a quien se le adjudica el desvío de aproximadamente 60 mil millones de pesos y en cuya entidad en bancarrota, se daban placebos a enfermos con cáncer en lugar de medicinas reales; en este sentido el PRI ha aparentado una supuesta lucha contra la corrupción y el narcotráfico, pero en realidad sólo han dejado más claro lo podrido y la corrupción orgánica que lo caracteriza. 

Su creciente impopularidad lo ha llevado a posicionarse en tercer lugar en la preferencia electoral, pero este resultado se lo debemos a la movilización social, que, desde Atenco, Ayotzinapa, #yosoy132, Tlatlaya, no han parado de denunciar y demostrar su rechazo al priísmo y a todo el sistema.

Las divisiones internas no se han hecho esperar; la renuncia de Enrique Ochoa, quien fue presidente del PRI deja en claro la incompetencia de EPN como jefe real del partido, dejando a Juárez Cisneros para que le limpie el camino a Meade; demostrando así, que la cúpula del PRI sabe bien lo repudiado que es su partido. 

Sin embargo, el gobierno de EPN ha intentado compensar su impopularidad con el fortalecimiento del ejército, creando una atmósfera de miedo e inseguridad; actualmente el ejército cuenta con más de 7 mil denuncias en su contra. En 2017 se dobló la cantidad de ascensos a generales, superando porcentualmente más generales que EE. UU. Asimismo, la aprobación de la Ley de Seguridad Interior que le da más autonomía, impunidad y poder. 

Pero una cosa son los generales con sueldos de más de 200 mil pesos mensuales, y otra es la realidad de los soldados rasos, que son usados como carne de cañón a cambio de menos de tres mil pesos de salario neto al mes, que con todas las prestaciones terminan en poco más de 11 mil. En 2006, 70% de los soldados rasos tenían intención de voto a AMLO, veremos cuál es la tendencia en este año.

Al contrario de lo que nos quieren hacer creer, nuestro enemigo está muy dividido y debilitado, pero no caerá por sí sólo; sin duda los meses siguientes serán de lucha entre los explotados y explotadores. 

¡No tenemos otro camino: Demos la batalla por un futuro mejor o éste jamás llegará!


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