El pasado 10 de octubre se publicó un desplegado en el diario Reforma en el que un grupo de 46 políticos e intelectuales se pronuncia a favor de un gobierno de coalición en el que estén representados todos los partidos políticos, tanto de derecha como de izquierda, tras las elecciones presidenciales del 2012. El desplegado lo firman distinguidos priistas como Manlio Fabio Beltrones, jefe de la fracción parlamentario priista en el Senado y serio contendiente de Peña Nieto por la candidatura presidencial de su partido, y el Senador Francisco Labastida; por el PAN destacan Santiago Creel, senador y precandidato en oposición al delfín de Calderón, Cordero; Xochitl Gálvez, quien formara parte del gabinete presidencial de Vicente Fox, y el diputado federal Javier Corral. Por el PRD destacan las firmas de Marcelo Ebrard, jefe del gobierno del DF y contendiente de López Obrador (AMLO) por la candidatura de la izquierda para 2012; la de Carlos Navarrete, jefe de la fracción parlamentaria perredista en el Senado y uno de los principales dirigentes de la corriente perredista de derecha, Nueva Izquierda; también firma Ríos Píter, jefe de la fracción parlamentaria del PRD en la Cámara de Diputados y estrecho colaborador de Marcelo Ebrard, y la de Cuauhtémoc Cárdenas, ex presidente nacional de dicho partido y candidato a la presidencia de la República en tres oportunidades. Además firman Manuel Camacho Solís, ex priista y titular del DIA (antes FAP, coalición creada por AMLO que aglutina al PRD, PT y Convergencia) y jefe de Marcelo Ebrard; el diputado por el PT, Jaime Cárdenas; Diodoro Carrasco, ex priista, ex gobernador de Oaxaca por el PRI, ex secretario general de dicho partido y ahora entusiasta promotor de la precandidatura por el PAN de Josefina Vázquez Mota; además de Gabino Cue, actual gobernador de Oaxaca gracias a la alianza electoral PRD-PAN-PANAL en 2010.

Acto seguido, un día después de la publicación del desplegado, se presentarían más manifestaciones de apoyo: el Secretario de Gobernación Blake Mora le daría la bienvenida a la iniciativa, y por su parte el ex presidente panista Vicente Fox se pronunciaría a favor de la misma, siendo este emulado por Jesús Sambrano, presidente nacional del PRD. Además ese mismo día los titulares de las fracciones parlamentarias en el senado del PRI, PAN y PRD, confirmarían que ya están impulsando la reforma constitucional para establecer la figura de gobierno de coalición.

Sobre los objetivos del gobierno de coalición, el último punto sintetiza el contenido del desplegado, mismo que dice: Si ningún partido dispone de mayoría en la presidencia y en el Congreso, se requiere una coalición de gobierno basada en un acuerdo programático explícito, responsable y controlable, cuya ejecución sea compartida por quienes lo suscriban.

¿Realmente qué pretende dicha iniciativa? En buena medida la nomenclatura de los firmantes y la de los que se han sumado a ella por medio de declaraciones ya son un argumento de fondo para obtener una respuesta. Por el lado del PRD el ala de derechas es el principal promotor de esta iniciativa; es decir aquel sector que se opone firmemente a que dicho partido sea usado por los trabajadores, al igual que lo hizo en 2006, como una significativa herramienta para manifestar su enorme descontento social en el marco de las elecciones del 2012. Y para el caso de los partidos de derecha, si bien los firmantes no son uno más sino panistas y priistas de primera línea, es necesario destacar que representan grupos en oposición a los sectores hegemónicos al interior de sus partidos encabezados por Calderón en el PAN, y por Peña Nieto para el caso del PRI. En cierta medida el apoyo hacia la iniciativa del gobierno de coalición, si bien no es la única razón, también es un reflejo de la  crisis de los partidos de derecha.

En esencia lo que se está planteado es un frente popular o de salvación nacional que rescate los objetivos de fondo de las desafortunadas alianzas electorales entre el PRD y el PAN, pero bajo una versión menos burda y a la que se integran importantes fuerzas del priismo, además de muy vendible sobre todo entre los sectores intermedios de la sociedad y de pequeño burgueses; prueba de ello son los intelectuales que firman el desplegado. Apoyados en esta clase de sectores los promotores de dicha iniciativa impulsarán una enérgica campaña que tratara de presentar al gobierno de coalición como una medida progresista, en la que se ponga por encima de todo el interés común y la defensa de la democracia. Todos ello en aras de lograr la estabilidad política y social como precondición para recupera la senda del desarrollo, etcétera, etcétera. Y para lograr todo ello será necesario huir de los extremos políticos (Peña Nieto por el PRI y AMLO por el PRD y Morena) haciendo todo lo posible por presentarse como una alternativa de centro, pero finalmente progresista e incluyente basada en la izquierda (de terciopelo, por supuesto) y los  sectores (pseudo)democráticos del PAN y del PRI; e incluso en los empresarios (pseudo)progresistas, mismo que de verle futuro a esta iniciativa ya asomaran la cabeza.

¿En qué contexto surge la iniciativa de gobierno de coalición? La dinámica del capitalismo mundial de los últimos cuatro años ha estado marcada por la crisis económica, la cual ha tenido profundas implicaciones negativas para el capitalismo mexicano, tenido que padecer al mismo tiempo todas las vicisitudes derivadas de un régimen en crisis, en el que el Estado está particularmente debilitado y en el que los partidos tradicionales de la burguesía, el PRI y el PAN, no solamente están confrontados entre sí, sino que además se encuentran profundamente divididos a su interior. Todo ello en un marco de una creciente polarización social y en el que capitalismo mundial ha entrado nuevamente en una actividad de menor ritmo, amenazando con una nueva recesión y en el que todo apunta hacia la seria posibilidad de que la salida a la crisis económica aun necesitará algunos años más. ¡Todo ello a la víspera del proceso electoral del 2012!

La burguesía tiene ante sí un panorama de inestabilidad política, económica y social. En todos los terrenos la clase dominante está sentada sobre un barril de pólvora, al mismo tiempo que sus instrumentos tradicionales de dominación, el Estado junto con el PRI y el PAN, no solamente están desarmados para revertir dicha situación sino que además sea han trasformado en factores que alimentan la inestabilidad, terminando por semiparalizar, o de plano paralizar, al brazo parlamentario de la democracia burguesa, tan necesario para la implementación de las (contra)reformas estructurales.

Para tratar que la crisis económica mundial sea un poco menos traumática, el capitalismo mexicano necesita ya no las reformas a leyes secundarias en el sector energético, sino reformas constitucionales (para las cuales se requiere el voto de dos terceras partes de las cámaras de diputados y senadores, además de su posterior aprobación en la mayoría de los congresos locales de los diferentes estados de la República)  que permitan la privatización total y plena del petróleo y de la industria energética en su conjunto; también necesita las reformas constitucionales que posibiliten a eliminación de prácticamente todas las conquistas obreras restantes en la Ley Federal del Trabajo. Del mismo modo, por mencionar un par de ejemplos más, lo que el capital necesita es la imposición del IVA a medicamentos paralelo a la eliminación de impuestos empresariales como el IETU, además de la privatización del IMSS y no las cuotas patronales para dicho instituto de salud.

La anterior es la senda por la que necesitan transitar en estos momentos la burguesía pero la actual crisis del régimen, que muy probablemente se agudizara aún más conforme se aproxime la cita del 2012, prácticamente inhabilita a este para acometer con éxito en todas esas tareas. Por otro lado, y como una agravante más, la volatilidad social y la tensión entre las clases dibujan un ambiente en el que el peligro de estallidos sociales no es pobre si es que Calderón y la burguesía optan por lanzar esa clase de ataques especialmente profundos.

Evaluando todo lo antes descrito, por consecuencia un gobierno de coalición como el propuesto por los firmantes del desplegado publicado en Reforma, en los hechos es una iniciativa que tiene como objetivo tratar de recuperar la estabilidad política y social que el capitalismo necesita para lanzar todos los ataques que considere necesarios, pero que al mismo tiempo contenga y frene los ímpetus de lucha de los trabajadores. Principalmente a esta última tarea estaría consagrada la participación de la izquierda en un potencial gobierno de coalición, mismo para el cual Marcelo Ebrard se presenta como el naturalmente idóneo para encabezarlo.

El gobierno de coalición no sería otra cosa más que un frente popular o interclasista contra la clase trabajadora; en el que la política sería avasalladoramente de derecha y en el que, respecto a los beneficios sociales, no habrá ningún cambio de fondo sobre la política de ofrecer tan solo migajas para las masas empobrecidas. De ello se encargarán los panistas y priistas que participen en esa clase de gobierno, los cuales seguramente recibirán un entusiasta apoyo en su política de parte de los Chuchos y demás reformistas de derecha infiltrados en el PRD.

AMLO durante su estancia en Washington rechazó públicamente la propuesta de gobierno de coalición. Dolores Padierna, Secretaria General del PRD, ha ido más lejos acusando ante los medios informativos directamente a Marcelo Ebrard de haber pactado dicha iniciativa con Calderón en 2010. El rechazo manifestado por ambos dirigentes es un importante paso al frente, pero se necesita más. AMLO y las corrientes que lo apoyan en el PRD tienen que movilizar a toda su base de apoyo llamándola a arrebatar el partido del control del ala de derechas; a rechazar categóricamente cualquier coalición con la derecha y conformar a cambio un Frente Único de trabajadores entre Morena, los partidos de izquierda, los sindicatos y las organizaciones de campesinos pobres.

Además AMLO tiene que rechazar a la consulta ciudadana para la definición del candidato de la izquierda para el 2012 (metodología manipulada tradicionalmente por la derecha perredista para imponer a sus candidatos) y luchar por la elección  basada en voto directo que asegure la participación democrática de todos los militantes de Morena, del PRD, del PT y Convergencia. También el máximo dirigente de Morena debe romper con los empresarios y adoptar un programa en el que se plantee la expropiación de la burguesía, es decir un programa socialista.

¡Contra el frente popular, el Frente Único de trabajadores!

¡No es momento de conciliar, sino de luchar!


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