El pasado miércoles 26 de octubre, en la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), se llevó a cabo la presentación del libro titulado “Revolución Socialista y Guerra Civil (1931-1939)” publicado por la editorial marxista más importante en lengua castellana, la Fundación Federico Engels (FFE).

La presentación fue realizada por Juan Ignacio Ramos, autor del libro y presidente de la FFE, ante más de 40 asistentes: la mayoría estudiantes de la BUAP, pero también, profesores universitarios, jubilados del Seguro Social, miembros del Sindicato Unitario de la Trabajadores de la UAP (SUNTUAP) y trabajadores de la Casa del Movimiento Puebla organizados en torno al Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA).

Nuestro camarada Juan Ignacio, empezó enmarcando la presentación del libro dentro de la campaña iniciada en el Estado Español (en abril pasado ) por el 80 aniversario de la proclamación de la Segunda República y la defensa de la memoria histórica. Se trató del inicio de un proceso revolucionario por la transformación socialista de la sociedad. Una revolución que, si bien, no terminó en la victoria de los millones de trabajadores que lucharon contra el fascismo, sí significó un ejemplo de lecciones e inspiración de lucha heroica vigente el día de hoy, afirmó.

Dijo que, a pesar de la caída de la Unión Soviética a principios de los años noventa y de la consiguiente campaña propagandística, impulsada por la burguesía a nivel mundial, de ataques contra las ideas del socialismo científico y la proclamación del capitalismo como el fin de la historia, dos décadas después estamos viviendo una de las peores crisis del sistema capitalista desde los años 30, con consecuencias evidentes en la lucha de clases a nivel internacional.

Explicó cómo las condiciones económico-materiales de alta polarización, desigualdad e injusticia social (el 2 por ciento de los terratenientes, por ejemplo, concentraba el 70 por ciento de la tierra en España), dieron origen a la revolución española en los años treinta y ahora estas contradicciones se han profundizado no sólo en el estado español, sino a nivel mundial. Y es que la actual crisis del capitalismo ha puesto de manifiesto el real carácter explotador de este sistema. Pues mientras los empresarios siguen incrementando sus ganancias, los jóvenes y los trabajadores ven colapsar sus niveles de vida. Los gobiernos pro-capitalistas, como fieles administradores de los negocios de la burguesía, están destinando ingentes cantidades de dinero público para rescatar a los banqueros y aplicando planes de austeridad y recortes al gasto social (en salud, educación, cultura, etc.).

Lo anterior está ocurriendo en España y en todos los países capitalistas del mundo. Los jóvenes y trabajadores ven que sí hay dinero para rescatar a los capitalistas, pero no para satisfacer las necesidades de la población.  Esta situación ha provocado una auténtica rebelión social en prácticamente todos los rincones del planeta. El cuestionamiento hacia el actual sistema capitalista expresado en un giro hacia la izquierda en América Latina desde hace poco más de una década (siendo Venezuela el ejemplo más claro del proceso), ahora se ha trasladado a países del norte de África y el Medio Oriente, donde millones de jóvenes y trabajadores se rebelaron contra los regímenes dictatoriales, derrocando a los dictadores en Túnez y Egipto, formando órganos de poder obrero en Libia, y la lucha aún continúa.

Se explicó que ese ambiente de combatividad en elMagreb, ha estimulado más a la juventud y la clase trabajadora de Europa para salir a luchar contra la dictadura del capital financiero y tratar de tomar el destino de sus vidas en sus manos. Esta disponibilidad a la lucha que existe entre la clase trabajadora, a pesar de la política de colaboración de clases de los dirigentes sindicales que están aceptando todos los planes de austeridad de los gobiernos pro-capitalistas, se ha manifestado a través de multitudinarias movilizaciones y huelgas generales en Londres, Grecia, Italia, Francia, Alemania, Portugal y, por supuesto en el Estado Español, entre muchos otros. Incluso, enfatizó, en el corazón del imperialismo norteamericano miles de jóvenes, apoyados también por los trabajadores, han ocupadoWall Street, retomando el ejemplo de los jóvenes indignados de España que exigen una transformación radical de la sociedad.

El cuestionamiento de la juventud hacia el capitalismo y la necesidad de luchar por una alternativa distinta al actual sistema en bancarrota, se expresó a través de las preguntas y comentarios de los asistentes en torno a comprender qué es el socialismo, por qué había colapsado la Unión Soviética y cómo impulsar la lucha por el socialismo en nuestro país y a nivel internacional.

Juan Ignacio explicó que en 1917, con el triunfo de la revolución rusa, se demostró que sí hay una alternativa real para la humanidad y que se puede construir una sociedad superior a la capitalista con base en una economía planificada (gracias a ello, Rusia pasó de ser un país semi-feudal a convertirse en la segunda potencia mundial, junto con Estados Unidos, en pocos años). Lamentablemente, el aislamiento de la revolución rusa favoreció el desarrollo de una casta burocrática que expropio del poder político a los trabajadores, lo que a la postre llevó al colapso de la URSS. Pues el socialismo no sólo no se puede construir en un solo país, sino que además requiere la participación democrática de los trabajadores en la administración de la economía.

De manera general explicó que el socialismo es un sistema económico y social donde la propiedad de los medios de producción debe ser social, es decir, estar en manos de los trabajadores para planificar la economía de manera democrática y satisfacer así las necesidades de la población entera (alimentación, salud, vivienda, vestido, educación, recreación, etc.). Quién mejor que los propios trabajadores saben qué, cómo y cuánto producir para atender tales necesidades, si son ellos los que sostienen la sociedad con su fuerza de trabajo. Simplemente se trata de poner bajo la administración democrática de los trabajadores toda la riqueza que generan socialmente: nacionalizar la banca, los monopolios, la industria, la tierra, etc., para generar empleos y condiciones de vida dignas para todos.

En la Corriente Marxista Revolucionaria (CMR) luchamos, precisamente, por la transformación socialista de la sociedad.  Es utópico hablar de la posibilidad de un capitalismo con rostro humano y de que hay empresarios honestos con quienes se puede pactar para salir juntos de la crisis. Los intereses de los capitalistas y los trabajadores son irreconciliables. Estamos convencidos de que el socialismo no es una utopía, sino una necesidad histórica por el cual debemos luchar decididamente. Llamamos a fortalecer la organización de jóvenes y trabajadores para luchar por un socialismo democrático que ponga fin a la actual barbarie capitalista e invitamos a integrarte a la CMR, a través de nuestra sección mexicana, la Tendencia Marxista Militante.


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