Las empresas agrupadas en el Consejo de la Comunicación han lanzado al mercado un “nuevo” producto milagro. Bien peinadas actrices de telenovelas, músicos de rock-pop, líderes de opinión, ¡Elmo y Lola!, todos aseguran sorprendentes resultados en caso de que adquieras este increíble artículo. Usándolo tan solo 20 minutos diarios, obtendrás diversión, serás un empleado más productivo, serás un mejor mexicano, cambiar a tu país. Puedes en caso de que lo hagas tuyo… En español o en inglés, “just do it”, solo hazlo, lee, ¿Qué? ¿Para qué?, son preguntas tediosas, sólo hazlo, lee.
La campaña Lee Más, si algo demuestra, es el oficio de mercaderes que ostentan los empresarios. Lo mismo nos venden productos grasosos y “sabrosos”, que pócimas mágicas para bajar de peso, lo mismo publicitan a un candidato presidencial con una dudosa capacidad lectora, que a la lectura misma cómo el gran remedio para todos los males.
En contra de la deificación de la lectura, he de decir que la capacidad lectora no es la base del progreso social, así tenemos que, sociedades con una avasalladora población analfabeta, consiguieron su alfabetización no a partir de la lectura misma, sino de profundas transformaciones sociales y económicas. Por ejemplo, a inicios del siglo XX, la sociedad rusa estaba compuesta principalmente por obreros y campesinos, entre ambos llegaban casi a los 150 millones de habitantes, de los cuales el 75% no sabían leer ni escribir. Para la década del 80 del siglo pasado, Rusia ya convertida en la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS) tenía un grado de alfabetización del 99%. Incluso, en 1963, la URSS contaba con más científicos que EUA y Japón juntos, de ello habla su programa espacial, que fue capaz de poner en órbita al primer ser humano. Aun con todos esos logros, la cultura en sí misma, no fue un factor determinante para que la sociedad soviética siguiera por la senda del progreso, de tal forma que la restauración capitalista, prácticamente ha eliminado las grandes conquistas materiales y culturales de la URSS.
Respecto a México, podríamos hacer un análisis semejante. A finales del porfiriato, nuestro país tenía un nivel de analfabetismo del 80%. Una de las grandes conquistas de la Revolución Mexicana de 1910 fue que sentó las bases para que la educación dejase de ser un privilegio, y al menos la instrucción primaria, abarcase al proletariado. El artículo tercero, aprobado en la Asamblea Constituyente de 1916, plasmó el carácter obligatorio de la enseñanza básica, su gratuidad y laicidad. Y en todo ello, la receta mágica de los 20 minutos de lectura, no jugó ningún papel, el acceso masivo a la cultura fue un resultado de cambio radical en la sociedad, curiosamente protagonizado por harapientos obreros y campesinos analfabetas.
Estimados empresarios, tan afanados lectores, me surge para ustedes una pregunta: ¿tienen el valor, o les vale? Reconocer que la base del progreso social, no es la lectura sino las revoluciones.