Por métodos revolucionarios para la juventud
En los últimos meses hemos sido testigos de importantes movilizaciones de la juventud, misma que ha despertado a la lucha política como no lo hacía desde 1968. Lamentablemente el objetivo planteado por la lucha no ha sido alcanzado, debido a los métodos y a la política reformista impulsada por la dirección. Ello esta significando desesperación entre cientos de jóvenes honestos que han dado la batalla contra la imposición de Peña Nieto, derivando ello en algunos casos en métodos ultraizquierdistas que provienen de una incorrecta aproximación a los hecho y en consecuencia una incapacidad real para impulsar la lucha de la juventud.
El presente documento es un aporte de los marxistas del CEDEP y de Militante al movimiento juvenil de cara a sus próximas batallas. La tarea que millones de jóvenes tenemos frente a nosotros no es sencilla, pero sí somos capaces de rescatar las mejores tradiciones del movimiento obrero y juvenil sin duda que estaremos en mejores condiciones para enfrentarlas. Y en ese sentido mejor preparados para triunfar.
¿Qué es el ultraizquierdismo?
La caída del muro de Berlín, la desaparición del bloque socialista y la degeneración burocrática de los Partidos Comunistas más importantes ha significado desde inicios de los años noventa un revés como nunca antes a las ideas del marxismo, bajo la supuesta caducidad de las mismas, y ha sido la base para el desarrollo de ideas que hoy en día demuestran su completa bancarrota política, así como su incapacidad de aglutinar e impulsar la lucha de millones de jóvenes.
La actual inexistencia de una organización juvenil de masas en México que sirva de palanca para luchas más organizadas y mejor preparadas, pese a la infinidad de luchas que se han desarrollado en los últimos años, se explica por la desesperación que ha reinado en quienes han decidido dedicar su vida a la transformación de la sociedad. Ello potenciado por la tibieza y la traición de los principales dirigentes políticos de izquierda que han claudicado en los momentos decisivos de las batallas, derivando en confusión y desmoralización en contingentes importantes de jóvenes y de trabajadores.
Las movilizaciones de las que hemos sido testigo durante todo 2012 no son ninguna casualidad, como tampoco lo son las tendencias políticas que se han expresado en el movimiento juvenil. Son por el contrario resultado de las experiencias pasadas que han supervivido en el movimiento y que reviven a raíz del ingreso de nuevos e inmensos contingentes de jóvenes y trabajadores a la lucha.
La aparente derrota de la lucha contra la imposición ha reavivado, en ese sentido, una tendencia que ha permanecido como natural pero que desde hace años ha sido el bemol de la lucha de la juventud: el ultraizquierdismo. Ante el contexto que se abre producto de la imposición de Peña Nieto se vuelve indispensable que los jóvenes saquemos las lecciones del pasado, como única vía de preparar de mejor forma las batallas futuras pues de lo contrario tropezaremos de nueva cuenta con los viejos derroteros.
El ultraizquierdismo puede definirse grosso modo como una tendencia que pretende suplantar la acción de las masas en la transformación de la sociedad por un puñado de individuos incapaces de comprender la relación de fuerzas en la cual se encuentra la lucha de clases. Es decir donde un pequeño grupo actúa en nombre de las masas, pero sin su consentimiento, su aprobación, sin ninguna clase de vinculación real con éstas y en consecuencia sin su apoyo real.
Aunque en él se ocultan muchos rasgos, todos ellos se caracterizan por la incomprensión del carácter masivo de la lucha de los oprimidos. Esta tendencia considera que las acciones por sí solas son importantes, sin considerar cuantas personas las realicen y qué clase de apoyo obtengan. Ello por supuesto significa ya una concepción de la lucha política y de sus avatares, pues privilegia los actos al convencimiento de su realización. Para un ultraizquierdista, por ejemplo, lo importante no es cuanta gente apoye el paro en una escuela, sino el paro en sí mismo. Por ello no es ninguna casualidad que estos grupos sean casi siempre antipáticos para la mayoría jóvenes y trabajadores que aunque estén dispuestos a luchar son repelidos por estos grupúsculos que se autoproclaman revolucionarios sin convencer a nadie.
Otro rasgo característico de esta tendencia es el desprecio por las masas, a las que generalmente acusa de las derrotas o bien las caracteriza de inconscientes e ignorantes en lugar de asumir su incapacidad de convencerles de sus ideas. Previo a las movilizaciones del #YoSoy132 vimos como una infinidad de organizaciones acusaban a la juventud de apática e inconsciente, y en tanto la realidad les ha roto la nariz de un golpe han hecho juicios realmente absurdos sobre la lucha como quien quiere que un recién nacido corra cien metros sin siquiera haber gateado.
Por supuesto el ultraizquierdista es incapaz de hacer críticas sobrias, su método consiste en los absolutos y generalidades que no explican ni un ápice ni mucho menos ayudan a comprender el desarrollo de la lucha de clases. Regresando al ejemplo del #YoSoy132 lo responsabiliza en lo general, incluyendo con ello a los cientos de miles de jóvenes que se han movilizado bajo esta bandera, de su incapacidad por derrotar la imposición pero no explica ni responde por que la lucha se ha desarrollado en esos términos y que existía antes, que pudiera o no cambiar esa situación.
Lo anterior significa también que el ultraizquierdismo reniega a la construcción de una organización revolucionaria, aunque lo adopte formalmente como consigna, pues ello significaría adoptar un método distinto de aproximación al movimiento de masas. Donde la tarea principal sería convencer a más personas de organizarse como preludio de cualquier acción, y no la acción en sí misma como preludio del convencimiento. Las expresiones políticas del ultraizquierdismo pueden ser muy variadas, cada una de ellas se presenta de forma distinta según cada situación pero existen algunas muy claras que podemos identificar:
- Conspiracionismo: consiste en considerar que la lucha revolucionaria es obra de un pequeño grupo que ha maquinado planes infranqueables donde las masas no juegan un papel activo, sino sólo responden inconscientemente a esos planes.
- Sectarismo: consiste en impulsar una política gregaria, que en lugar de permitir que una organización conecte con el grueso de las masas la aísla de ellas. En esa medida desprecian a las organizaciones de masas y a su base militante al ser incapaces de distinguir la distancia que hay entre las aspiraciones de transformación social de ésta última y la política reformista de sus dirigentes.
- Maximalismo: es una postura que consiste en el principio del todo o nada, por lo que no conoce matices. En otras palabras impulsa la lucha ciegamente a la derrota por considerar que una victoria solo consiste cuando se han logrado todas las demandas al pie de la letra sin poder identificar los pasos dados adelante y las dificultades propias de cada batalla.
- Terrorismo: consiste en suponer que una acción que cause terror puede por sí sola accionar el desarrollo de la consciencia, aunque nunca considera que el terror puede también ocasionar lo contrario.
- Guerrillerismo: Aunque existen diversas corrientes como el foquismo-guevarismo o la guerra popular prolongada, en general supone que la creación de pequeños grupos armados pueden sustituir la acción de las masas. Aunque algunas de estas expresiones se cubren de fraseología marxista, el sólo hecho de que sean pequeños grupos armados y no grandes contingentes de trabajadores (milicias obreras) demuestra su incomprensión y falseamiento del marxismo.
- Anarquismo-acción directa: consiste en considerar que la acción, cualquiera que esta sea, es por sí misma emancipadora. Es una postura, aunque más acabada, completamente idealista pues desconoce los matices y el desarrollo de la consciencia de los oprimidos, que no es sino el motor del proceso revolucionario. Si la consciencia se desarrollada a través de los actos de violencia, serían más que suficiente las atrocidades del capitalismo para que ya existiera una sociedad sin clases, pero la realidad indica otra cosa.
Aunque existen una gama mucho más amplia de expresiones ultraizquierdistas, e incluso pueden seguir surgiendo producto de la desesperación e incomprensión del desarrollo de la lucha de clases, las anteriores se presentan como sus principales tendencias. El estudio de los métodos y tradiciones de la lucha revolucionaria no solo consiste en su carácter histórico, sino principalmente en la vigencia y en el potencial que estos revisten. Las derrotas de las guerrillas en América Latina en los años sesenta y setenta, por ejemplo ya dan para una discusión muy amplia sobre la validez de tales métodos. Así como hoy en día el ludismo, la destrucción de maquinas, ha sido abandonado por la clase obrera en su lucha contra el capital por su incapacidad para dar pasos serios en la lucha, así los jóvenes debemos abandonar los métodos que impidan desarrollar nuestra lucha y la de los trabajadores.
¿Por qué los marxistas nos oponemos al ultraizquerdismo?: las lecciones de la Revolución Rusa
Desde su nacimiento el marxismo ha rechazado aquellas ideas que plantean una salida al margen de la lucha organizada y consciente de la clase trabajadora.
La crítica que en muchas ocasiones los marxistas plantearon a anarquistas como Bakunin se basaba, entre otras cosas en el anterior criterio. El mismo Lenin, cuyo hermano Alejandro murió ejecutado por intentar asesinar al Zar, combatió con todas sus fuerzas a aquellos grupos que dentro del movimiento revolucionario empleaban el argumento de las bombas y las pistolas. Podríamos decir que el marxismo en Rusia se construyó sobre la base de la crítica de estos métodos y hacia el resto de ideas y tendencias ajenas a la clase obrera.
Para los marxistas la participación masiva, organizada y consciente de los trabajadores en todas las etapas de la lucha de clases es fundamental y la única garantía para que la revolución triunfe y se desarrolle en líneas sanas.
La revolución rusa dotó grandes enseñanzas en ese sentido. Fue el resultado de décadas de trabajo paciente que empezó con pequeños círculos y que también pasó por duras derrotas y desilusiones.
Durante las épocas del nacimiento del marxismo ruso un fuerte movimiento de jóvenes honestos y hartos de la situación que se vivía en la Rusia de aquellos años se alzó con el objetivo de llevar la propaganda socialista a los millones de campesinos pobres. Hablamos del movimiento narodniki (Id al Pueblo), un movimiento compuesto por una osada generación de jóvenes, en su mayoría de clase alta, que era ingenuo y confuso, pero también valeroso y desinteresado.
En “El joven Lenin”, Trotsky los describía así: Hombres y mujeres jóvenes, la mayoría de ellos antiguos estudiantes sumando alrededor de mil llevaron la propaganda socialista a todos los rincones del país...Este movimiento, notable por su alcance e idealismo juvenil...se distinguía por su extrema ingenuidad. Los propagandistas no tenían ni una organización que les guiase ni un programa claro, no tenían experiencia conspiratoria. ¿Y por qué habrían de tenerla? Estos jóvenes, habiendo roto con sus familias y escuelas, sin profesión, ni ligaduras personales y obligaciones, y sin miedo a poderes terrenales o divinos, parecían la cristalización viviente de una sublevación popular. ¿Una constitución? ¿Parlamentarismo?¿Libertad política? No, no serían desviados de la senda por esos señuelos occidentales. Lo que querían era una revolución completa, sin limitaciones o etapas intermedias.
Los narodnikis estaban motivados por la idea de que el éxito de la revolución podía garantizarse con la mera voluntad de hierro y la determinación de un pequeño grupo de hombres y mujeres abnegados.
Las ideas de Bakunin de “destrucción implacable” y sus llamados a la acción directa conectaban con una generación cansada de tantas palabras e impaciente por obtener resultados, sin embargo, la confusión teórica de Bakunin era el reflejo del propio subdesarrollo en Rusia.
A pesar de que el movimiento narodniki juraba a nombre del pueblo en realidad se mantenía aislado de él. Después de dolorosas jornadas en su trayecto y objetivo de llevar las ideas socialistas al pueblo, los narodnikis se encontraban con una sólida muralla de indiferencia campesina. En 1874 más de 700 jóvenes fueron arrestados y aquellos que no habían sufrido de arrestos quedaron exhaustos y desilusionados.
Recientemente muchos grupos defienden las ideas del ultraizquierdismo y recogen, consciente o inconscientemente, las viejas ideas del movimiento narodniki, sin embargo, como Marx y Engels, y posteriormente Lenin y Trotsky explicaron, la única clase capaz de conformar un Estado obrero sano, que conduzca a una sociedad sin clases es la clase obrera en virtud de su papel en la sociedad y en la producción.
Los tradicionales métodos de lucha de la clase trabajadora son la única garantía de que la revolución triunfe. Las huelgas y las manifestaciones son elementos fundamentales para poner de rodillas al Estado capitalista.
Los jóvenes que en estos momentos estamos saliendo a la lucha de manera honesta debemos adoptar como principales herramientas de lucha las manifestaciones y las huelgas generales. Además debemos levantar una táctica que nos permita sumarnos al movimiento obrero y del campesinado pobre.
Los métodos que los marxistas defendemos no son los de la acción directa y desorganizada, no son los de las bombas molotov y el enfrentamiento cuerpo a cuerpo; los métodos que defendemos son las formas históricas de lucha de la clase trabajadora. Debemos luchar por construir el partido revolucionario, por sumar nuestra lucha a la del resto de clases explotadas del país. Debemos evitar caer en la histeria y debemos organizarnos bajo los métodos del centralismo democrático.
Los jóvenes que ahora estamos saliendo a las calles debemos luchar en contra de los métodos del ultraizquierdismo de manera consciente, cerrándole el paso a posiciones sectarias y que buscan el enfrentamiento por el enfrentamiento, pues no nos llevaran a buen puerto sino que serán por el contrario la base para que la burguesía justifique la represión contra el movimiento.
Más allá del movimiento narodniki, existen también otros ejemplos similares. En nuestro propio país, en la década de los 70, miles de jóvenes honestos y valerosos fueron acribillados por el Estado burgués ante los métodos del guerrillerismo. La ausencia del partido revolucionario, sumado a la traición de los estalinistas, jugaron un papel primordial para que miles de jóvenes se convencieran de que la lucha armada era el único camino para transformar la sociedad. No fue así. Aquellos jóvenes que, al igual que los narodnikis, dejaron familia, escuela y trabajo y se fueron a las montañas a empuñar el fusil fueron asesinados de maneras brutales por el régimen priísta. El aislamiento del resto de clases explotadas los puso en la mira y finalmente no se supo más de ellos, hasta la fecha cientos siguen desaparecidos.Lo anterior son las razones por las cuáles los jóvenes marxistas nos oponemos al ultraizquierdismo y a cualquier método que planteé la acción aislada de la juventud mediante métodos de acción directa. Los jóvenes debemos sumar nuestras exigencias a las demandas históricas de la clase trabajadora y del campesinado pobre; esa es el único camino que nos asegurará una victoria.
Una organización revolucionaria para la juventud, una organización bolchevique
La construcción de una organización revolucionaria para la juventud atraviesa por diferentes etapas necesarias para el desarrollo de la misma, de una manera coherente y acabada, desde definir el programa que dará cohesión para la acción a sus miembros y los métodos que empleará sistemáticamente para cumplir los objetivos planteados, así como clarificar y definir las ideas que le orientaran. Sin ideas claras, un programa definido y métodos adecuados coherentes con el programa y las ideas, cualquier intento por construir una organización revolucionaria será solo un desperdicio de tiempo. Las lecciones del movimiento obrero son en este sentido muy claras: sin una organización preparada con antelación con un programa que sea capaz de conectar con más trabajadores, con ideas claras y comprensibles, y métodos adecuados para organizar y discutir la política a desarrollar cualquier ataque insignificante a la
clase trabajadora puede convertirse en una catástrofe para ella.
Ideas
Desde el inicio de la explotación asalariada del trabajo por parte del capital, los sujetos a los que se les subyuga, los proletarios, han recurrido sistemáticamente a la cohesión mutua en organismos específicos para defenderse de esos ataques, defendiendo sus intereses, porque como Lenin decía: “el proletariado no dispone, en su lucha por el poder, de más arma que la organización”. Fruto de ésta contradicción son las primeras expresiones de organización contra el orden social que se imponía: el socialismo utópico y los inicios de los movimientos obreros organizados como el ludismo, cartismo, cooperativas, etc. Para años después –a travesando por muchas experiencias-, llegar a formas más acabadas: el marxismo o socialismo científico.
La importancia de las ideas, o más claramente de la teoría revolucionaria, radica en que es a partir de ellas como se orientara una organización planteando tareas específicas para su desarrollo. En otras palabras las ideas permiten explicar el campo de batalla donde se desarrollara la lucha, y ello a su vez permitirá definir los movimientos o estrategias. Lo contrario es un caminar de ciego, tentando el terreno, tropezándose y cometiendo errores que costaran caro para la organización que no tenga claridad en sus ideas.
Carácter del partido
Pero el número de miembros de una organización es estéril para poder derrocar al capitalismo si no “se está unido por la asociación y unido por el saber.”, en un solo partido de clase proletario disciplinado –una organización revolucionaria-. Esos dos elementos los da el Programa del Partido, documento teórico para la práctica, discutido por los miembros, adoptado, defendido y difundido entre la más amplia gama de estratos sociales.
Lenin decía que “el análisis concreto de la situación concreta es el alma viva, la esencia viva del marxismo” de tal modo que la producción teórica y periodística debe servir como instrumento de conocimiento del modo de producción capitalista actual; identificar las fuerzas sociales activas en el presente -evitando todo reduccionismo de clase-; desentrañar las particularidades del modo de producción capitalista en países concretos y de eso derivar la estrategia y táctica del movimiento en la toma del poder. De tal modo que la frase de Lenin “Sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario” es una comprensión dialéctica de la superación de la simple experiencia cotidiana, al entender el conjunto de las relaciones económicas-políticas-sociales en su relación con la práctica política/teoría/luchas sociales.
Todo lo anterior sirve para poder conocer y deducir una praxis política coherente en una organización revolucionaria a la altura de las circunstancias, “que pueda conocer la forma de combinar propaganda y agitación, dirigir huelgas, manifestaciones, forjar alianzas, fundar un partido, interpretar coyunturas internas y externas, preparar insurrecciones,” construir el mismo partido con lo más avanzado de los elementos: ser aquella herramienta de la cual las grandes masas se servirán para poder transformar esta sociedad, siendo la organización revolucionaria el puente vivo entre la teoría revolucionaria más acabada, y la fuerza viva del movimiento convirtiendo la misma teoría en “poder material” en cuanto las masas la adoptan como suya y la hacen realidad en la práctica consciente, ahí la misma génesis del partido, único que “representa al movimiento obrero en su conjunto” al “conocer las condiciones, el funcionamiento y los resultados generales del movimiento proletario” (Marx).
Ésta forma de definición de la propia organización y su relación con el movimiento es la consecuencia de su demarcación y su propio papel en la lucha política. Dotando al movimiento de la conciencia necesaria –forma elevada de un espontaneísmo, necesario, pero que en cierto punto debe de conformarse en organización consciente de sí mismo y de su fuerza- de los antagonismos de los intereses entre asalariados y capitalistas con su respectivos “regímenes políticos y sociales” poniendo en juicio el sistema como un todo (Estado/Capitalismo) hostil a su existencia, y a la existencia misma de la humanidad. Aunque es una relación recíproca, como Marx la señalaba en su tesis III sobre Feurebach “el propio educador necesita ser educado.” Y Trotsky al puntualizar que “Sin una organización dirigente, la energía de las masas se disiparía, como se disipa el vapor no contenido en una caldera. Pero sea como fuere, lo que impulsa el movimiento no es la caldera ni el pistón, sino el vapor.”
Lecciones del pasado
Una de las lecciones del partido bolchevique – y que la historia demostrará una y otra vez siendo Alemania en 1918 y el Mayo francés de 1968 claros ejemplos- es que todas las condiciones objetivas propicias para el derrocamiento del Estado y el capitalismo pueden estar presentes: La guerra, la crisis económica, crisis orgánicas, consejos obreros organizados, etc., pero sin aquella dirección consciente y organizada en torno a un programa revolucionario ligado al movimiento y con la capa de elementos más avanzados, la cuestión subjetiva: la iniciativa revolucionaria; en los procesos objetivos, cualquier intento revolucionario acaba fracasando estrepitosamente y abre periodos de reacción conservadora o contrarrevolucionaria. Es decir, sabiendo la función histórica que tiene el proletariado -y su vanguardia más organizada-, los cuáles utilizan las categorías del pensamiento marxista para entender –en sus propias contradicciones particulares- el devenir histórico y así incidir en los procesos sociales con una dirección correcta que asegure su victoria.
Las desviaciones, deformaciones y traiciones de las ideas a lo largo de la historia de las organizaciones ya conformadas que representan –o pretenden representar- a la clase obrera en su lucha contra el capital son múltiples: el reformismo, el oportunismo, el determinismo histórico, el economicismo, - que son las ideas que llevarán a La socialdemocracia alemana a traicionar a la clase obrera al votar a favor de los bonos de guerra en 1914-. La escolástica soviética –que mutila el carácter vivo del marxismo en cuanto “guía para la acción”- a la par de la degeneración burocrática de la Revolución Rusa y la III internacional que significó el estalinismo, el cientifismo de los años 60´s, el ultraizquierdismo –con todas sus variantes-. Siendo actualmente su expresión en el relativismo de la lucha por el “no-poder”: dejan de lado la cuestión principal de las acciones de un partido y movimiento obrero: la toma del poder para la transformación de la sociedad.
La gran lección del partido bolchevique ruso es que a pesar de todas las dificultades que representaba el autoritarismo y la represión zarista, construyeron pacientemente cuadros políticos, “revolucionarios profesionales”, que sostenían y garantizaban llevar a la práctica la cohesión en el trabajo en función a un programa y una táctica, que ellos mismos sostenían a la organización militando conscientemente en ella bajo los principios del centralismo democrático -la discusión más amplia de ideas y la unidad más completa en la acción- y que a la postre dieron como resultado el constituir el primer Estado Obrero en la historia de la humanidad, con el proletariado en el poder y así poder instaurar una organización nueva de las fuerzas productivas basadas en nuevas relaciones de producción: el socialismo.
Programa
¿Cuál es el programa que defiende una organización bolchevique? En primera dar una batalla ideológica en contra de los prejuicios de la burguesía, organizando actividades que permitan a los jóvenes y trabajadores sacar conclusiones sobre su lucha y sobre la mejor forma de desarrollarla.
Los marxistas no obviamos el hecho de que los trabajadores y los jóvenes no luchan por gusto ni por diversión, sino por la defensa de sus condiciones de vida. De tal forma que para nosotros el Programa que se defiende no es cualquier cosa pues los métodos, las estrategias e incluso la táctica que se adopte para la lucha parten de las demandas que se enarbolen. Mientras algunos esperan que las masas se levanten un buen día coreando consignas socialistas, nosotros comprendemos que el proceso político por el cual deben atravesar millones de trabajadores es mucho más complejo.
Por lo anterior los marxistas del CEDEP y de Militante defendemos rotundamente la idea de Marx y Engels en el Manifiesto del Partido Comunista: “Los comunistas no forman un partido aparte, opuesto a los otros partidos obreros. No tienen intereses que los separen del conjunto del proletariado. No proclaman principios sectarios a los que quisieran amoldar el movimiento proletario”
Es decir somos conscientes de que la tarea que hemos adoptado no es convencernos a nosotros mismos de lo bien que hacemos las cosas, sino en primer instancia convencer a más jóvenes y trabajadores de dar la batalla contra este sistema de opresión y hambre. Enarbolar las demandas concretas de los trabajadores y los jóvenes es en primer lugar un reconocimiento de las necesidades de los explotados, a los que queremos convencer y organizar, pese a que en ellas pueda existir confianza en el capitalismo. La lucha de los trabajadores y los jóvenes se desarrolla a partir de la experiencia que ellos mismos desarrollan. Pero ello no será resultado espontaneo un buen día por la mañana, sino resultado del trabajo consciente de quienes asumimos la tarea de luchar contra este sistema. Por ello partimos del método desarrollado por Trotsky en el Programa de Transición, mismo en el que señala que “es necesario ayudar a las masas a que en sus luchas cotidianas hallen el puente que une sus reivindicaciones actuales con el programa de la revolución socialistas”. Es por ello que los socialistas al mismo tiempo que luchamos junto a la clase trabajadora por empleo estable y salario digno, y al mismo tiempo que defendemos el derecho a una educación de calidad, suficiente y gratuita, también llamamos a expropiar a la burguesía para poner toda esa riqueza bajo el control democrático de los trabajadores.La lucha por mejorar las condiciones de vida, razón por la cual jóvenes y trabajadores salen a las calles, no puede resolverse en los márgenes de una sociedad dividida en clases. Los marxistas insistimos una y otra vez en ello pues si bien en un momento podemos conquistar mejoras, tarde o temprano éstas serán arrebatadas por la burguesía con la mano en la cintura. Solo a través de la lucha por el socialismo, defendiendo un programa marxista, un combate por la mejora de nuestras condiciones de vida y la vinculación con la lucha por el socialismo es como podremos cambiar este sistema que nos oprime y explota.
Métodos
Uno de los problemas principales a los que se enfrenta cualquier joven que quiere dar la batalla contra la explotación es sin lugar a duda el de los métodos a implementar en esa lucha. Es decir en las formas y los medios por los cuales pretende alcanzar los objetivos que se ha planteado. De tal forma que la discusión de los métodos no es cualquier cosa sino un problema nodal para la lucha de los trabajadores y jóvenes, de las conclusiones de ella dependerá fundamentalmente el éxito o el fracaso de la misma.
La disertación sobre los métodos es por tanto una discusión principalmente estratégica pues es la definición de las iniciativas que serán adoptados de donde derivan la estrategia y la táctica a desarrollar, junto a las ideas y el programa que orientaran las acciones que se propongan. En este texto hemos expuesto grosso modo la diferencia entre el ultraizquierdismo y el marxismo como métodos de aproximación a la lucha de clases. Ello es de suma importancia pues el ultraizquierdismo parte principalmente de la incomprensión política del desarrollo de la consciencia y por tanto de los matices que la lucha de clases va adquiriendo en su desarrollo. Ello, como hemos explicado, tiene conclusiones prácticas que se expresan en los objetivos y tareas que asumen las organizaciones. Pero a su vez se expresan en la forma en que las organizaciones discuten y toman decisiones. Los métodos de una organización, sean de cariz teórico u organizativo (por ejemplo la forma en que se elige a la dirección o la línea política a seguir), son por tanto los músculos que dan movilidad a la misma.
Una de las confusiones con más repercusiones para una organización es la confusión sobre los momentos del proceso revolucionario. Por ejemplo la confusión entre la preparación revolucionaria y la insurrección o el asalto del poder, es base del guerrillerismo como método de lucha. Los marxistas reconocemos que como revolucionarios tenemos que jugar un papel de primer orden en la lucha de clases, principalmente orientando al movimiento y clarificando las ideas del mismo, pero a su vez reconocemos que no seremos nosotros quienes hagan la revolución sino que esa es tarea de las masas trabajadoras mismas. Es decir que en todo caso el papel de los marxistas es el de ser una dirección consciente pero nunca sustituyendo al movimiento de la clase trabajadora. De ello derivan una serie de métodos organizativos y políticos para acercarnos a los jóvenes y trabajadores a quienes queremos ganar a nuestras ideas. Ello y no es otra cosa que el bolchevismo: ganar e influir pacientemente en la mayoría de la clase trabajadora.
Pero muchos jóvenes honestos se preguntaran ¿Por qué esperar? ¿Por qué no acabar de una buena vez con la miseria aunque seamos pocos? La respuesta es en realidad muy simple: porque es imposible que la burguesía sea derrotada sin la participación del movimiento obrero movilizándose en las calles, haciendo huelgas en los distintos centros de trabajo y desarrollando huelgas generales, entre otros métodos de lucha; es por ello que los marxistas estamos convencidos que la clase trabajadora misma deber sea consciente del paso que debe dar, pues de lo contrario ese paso que hoy puede ser para adelante, mañana pueden ser tres para atrás. Si la transformación de la sociedad fuera tan simple como dar un ejemplo de valentía y coraje, como supone la idea de la acción directa, realmente es que ahora ya viviríamos bajo el reino socialista. Pero la realidad es más dura y cruel, y la lucha de clases en el siglo pasado demuestra que sin el convencimiento de la mayoría de la clase trabajadora para transformar conscientemente a la sociedad cualquier paso adelante será tan frágil como un castillo de naipes.
La burguesía, a diferencia de otras clases dominantes, ha requerido desarrollar las ciencias para desarrollar las fuerzas productivas. Pero a su vez ha requerido desarrolla como ninguna otra clase sus métodos de dominación para tratar de controlar a la clase trabajadora. De tal forma que como ninguna otra clase dominante en el pasado, la burguesía ha tenido que especializarse para mantener el control. Si ello es así, también es válida para la clase trabajadora la necesidad de desarrollarse y especializarse para liberarse de la explotación capitalista. En otras palabras la clase trabajadora solo podrá emanciparse cuando haya adoptado un programa, métodos e ideas adecuadas para su lucha que no será otra cosa sino precisamente la lucha por el socialismo bajo la bandera del marxismo.
La principal terea de los jóvenes y trabajadores hoy en día es organizarse, prepararse y ganar a más compañeros para la causa de la lucha por el socialismo y para cuando estalle una guerra sin cuartel entre el proletariado y la burguesía por el poder político y económico de la sociedad. Como un ejército, los explotados tienen la tarea de entrenarse cotidianamente sacando toda clase de lecciones y experiencias de las diferentes batallas cotidianas entre el trabajo y el capital y las desarrolladas contra el Estado burgués. Pero ese entrenamiento, especialmente para el caso de los elementos más desarrollados políticamente del proletariado y de la juventud, pasa por la discusión de las ideas, el debate de las acciones a desarrollar, en el convencimiento de más compañeros a las filas del marxismo. Pero para ello es necesaria una organización que sea el vínculo histórico entre las generaciones y luchas del pasado con las del presente. Una organización que transmita la experiencia histórica del proletariado mundial para la lucha del presente y las del futuro. Esa organización es hoy en día la Corriente Marxista Revolucionaria, y su sección en México la Tendencia Marxista Militante.
Los compañeros Militante defendemos las ideas del autentico marxismo como la mejor arma que los proletarios tenemos para luchar por nuestro presente. Te invitamos a que nos conozcas y a que te organices con nosotros como el primer paso para la transformación de la sociedad.
09 de abril de 2013