Durante el acto realizado el 6 de octubre en defensa de PEMEX, AMLO revindicaría a Gandhi, a Luther King y a Mandela, y se pronunciaría por la desobediencia civil contra Peña, ello en respuesta a esas miles de voces que durante el mitin del domingo 22 de septiembre insistieron en la necesidad de convocar a paro nacional. Al apelar a la desobediencia civil, AMLO insistió en esta por ser pacífica. ¿Pero acaso una huelga general o paro nacional no es una acción pacifica? ¡Se trata de un acto en el que los trabajadores simplemente se niegan a producir para defender sus intereses y listo! Es más, la huelga general puede encontrar un sustento jurídico en la fracción VI del artículo 450 de la Ley Federal del Trabajo (LFT), donde se reconoce la huelga por solidaridad; es decir los sindicatos independientes podrían declarase en huelga en solidaridad a cualquiera de la decenas de huelgas obreras que se están desarrollando en estos momentos. Naturalmente, al aplicarse, esa medida esta se trasformaría en una huelga general.
Objetivamente el temor de que una verdadera acción de fuerza como la huelga general o el paro nacional sea un acto ilegal o violento no tiene ningún fundamento. No obstante las inconsistencias de AMLO respecto al paro nacional, también quedan de manifiesto en su llamado a la desobediencia civil y en apoyarse en figuras Gandhi, Luther King y Mandela, pues lo que el dirigente de Morena propone lamentablemente se queda corto en relación a las iniciativas de lucha que impulsaron estos tres personajes.
De acuerdo a Henry David Thoreau, estadounidense que en 1849 publicaría su obra Desobediencia civil, ésta consiste en negarse a acatar leyes o medidas injustas de parte del Estado; consecuente con su doctrina, el propio Thoreau se negaría a pagar los impuestos destinados a financiar la guerra de Texas contra México, hecho por el cual sería encarcelado.
Gandhi
En 1920 Gandhi escribiría: “Desobedeceremos las leyes inglesas con tanta bondad y obstinación que ellos, fatigados por nuestra apatía, tendrán que irse". Bajo ese principio Gandhi encabezaría un movimiento que movilizaría a millones en toda la India a lo largo de casi tres décadas y que tendría una especial trascendencia para lograr la independencia de dicha nación en 1947, misma que estuvo bajo el yugo del imperialismo británico desde 1845.
Para Gandhi la desobediencia civil y la no-cooperación consistían en las huelgas de brazos caídos, el boicot sistemático, la negativa a colaborar con el sistema y en la violación intencionada, organizada, sistemática y pública de una ley injusta o del con junto de leyes de un sistema que considerado injusto. Sobre ese concepto Gandhi impulsó, entre otras acciones, la marcha de la sal en 1930 movilizando millones de seres humanos para sabotear el monopolio británico sobre la producción de sal, mismo que mantenía gracias al cobro de caros impuestos a cualquier habitante de la India que quisiera producirla. La marcha de la sal no fue tersa pues el abierto desafío del pueblo indio contra el imperio británico costó miles de heridos y 60 mil presos, incluido Gandhi; sin embargo la corona inglesa sería obligada a reconocer el derecho del pueblo indio a producir sal.
Si bien la acciones impulsadas por Gandhi desempeñaron un papel destacado para la conquista de la independencia india, el elemento clave sería el movimiento obrero, pues de forma paralela a desobediencia civil la India sería sacudida por una intensa actividad huelguística entre las postrimerías de la II Guerra Mundial y tras la culminación de la misma, destacándose, por ejemplo, la huelga de Bath en 1939, la huelga general de Bombay de 1941, la huelga insurreccional de los marineros indios de la Royal Indian Navy de 1946 y la de 1947 a cargo de los mineros de carbón. El movimiento obrero llevó a la India a una situación prerrevolucionaria; ello junto a de la decadencia del imperialismo británico profundizada por la guerra, no le dejaron más remedio a la Corona que el de reconocer la independencia.
Mandela
Impuesto por el Partido Nacionalista (PN) en 1948, con el Apartheid la población negra de Sudáfrica sería relegada prácticamente todos sus derechos y forzada a vivir en lugares reservados para ésta. Tras ello el Congreso Nacional Africano (CNA) en el cual milita Mandela, responde con un programa de acción que contiene llamados a la desobediencia civil, a la no-cooperación y a la huelga general.
Las acciones se extendería casi 50 años en condiciones atroces de represión: miles de muertos, miles de desaparecidos y miles de presos político. Por ejemplo en 1960 en CNA sería ilegalizado y después, en 1963, en apenas una semanas, serien encarcelados 18 mil jóvenes y trabajadores, incluido Mandela. El terrorismo de Estado obligaría Mandela, quien había sido electo secretario honorifico del CNA, a formar el brazo armado de dicho partido, la Lanza de la nación, cuyo papel era sabotear objetivos económicos de la burguesía y gobierno sudafricano, sin atentar contra vidas humanas.
Pero serían las huelgas obreras la principal palanca para romper el cerco impuesto por el PN, pues gracias a ellas en 1975 serían legalizados los sindicatos negros y se daría una cierta apertura para las expresiones políticas de oposición.
La presión obrera se intensifica a finales de los años 80 poniendo la estabilidad capitalista en peligro, viéndose obligada la derecha a legalizar el CNA y libera a Mandela tras 27 años de prisión, ello en 1990. No obstante las medidas, los intereses ocultos tras el Apartheid se resistían a reconocer derechos fundamentales para los trabajadores negros como el del sufragio, pero de nueva cuenta sería el movimiento obrero el que se encargaría de poner orden y destrabar las negociaciones, ello tras la huelga general de noviembre de 1991; gracias a ello después se desarrollarían las primeras elecciones libres en Sudáfrica en 1994 de las que Mandela sería electo presidente.
Luther King
Martín Luther King también se pronunció por la desobediencia civil, sin embargo el carácter de esta para su caso adquiría un sello particular que la distinguiría de cualquier otra versión: él nunca tuvo empacho en señalar que su lucha por los derechos civiles era la lucha por el “socialismo democrático”. En su obra La fuerza del amor escribiría: “Debemos admitir que el capitalismo ha dejado a menudo una brecha entre la riqueza superflua y la miseria, ha creado condiciones que permiten la necesidad de tomar de los muchos para dar lujos a unos pocos, y ha animado a los hombres pequeños de corazón a convertirse en fríos y sin conciencia por lo que… son impasibles ante el sufrimiento y la humanidad empobrecida”. El Dr. King no titubea y por ejemplo en plena guerra de Vietnam repudió abiertamente el papel de los EEUU y apoyó la reforma agraria de Vietnam del Norte.
Esa visión de la realidad le imprimiría un sello especial a sus acciones vinculando la lucha de los derechos civiles a la lucha sindical, por eso, por ejemplo, la Marcha sobre Washington por el Trabajo y la Libertad que en 1963 movilizaría a cientos de miles hacia la capital de los EEUU, sería encabezada al lado del Dr. King por el sindicalista y socialista Philip Randolph, quien entre 1941 y 1945 dirigiría la lucha para contra la segregación racial en el ejército y por oportunidades equitativas de empleo. Tras la Marcha sobre Washington serían aprobados la Ley de Derechos Civiles (1964) y el derecho al voto para los afroamericanos (1965).
Para Luther King las huelgas eran una forma de desobediencia civil y por ello viajó a Memphis, Tennessee, a apoyar personalmente la huelga de los empleados negros del servicio de limpia, ello en marzo de 1968. Para ese entonces el movimiento de los derechos civiles ya había atraído a amplios sectores de la clase trabajadora blanca, dándole un carácter multirracial al movimiento con un sentido de clase más marcado. En el marco de un movimiento claramente de izquierda y con una composición muy proletaria cuya bandera era la Declaración de los Derechos Humanos del Pobre, Luther King lanzaría un discurso que concluiría con la siguiente frase: “la lucha central en EEUU es la lucha de clases”. Consiente el imperialismo yanqui del serio peligro que para ese momento el movimiento de los derechos civiles representaba para el capitalismo, Martín Luther King sería asesinado dos semanas después de ese discurso.
La huelga general
Lo que entendían Gandhi, Mandela y sobre todo Luther King por desobediencia civil era algo significativamente superior a lo que propone AMLO para defender a Pemex; pero más aún, sin denostar el papel de estos tres dirigentes, la historia demuestra que en cada caso la palanca más importante para hacer avanzar al movimiento siempre fue la clase trabajadora desarrollando huelgas.
Sólo por medio de las huelgas y las movilizaciones de masas haciendo madurar la amenaza de la revolución, fue como se obligó a retroceder al imperialismo británico en la India, a la ultra derecha en Sudáfrica y al Estado yanqui. Siendo así, para el caso de México, es necesario que AMLO reconozca abiertamente la vitalidad de la clase obrera como el verdadero motor de la lucha contra la política de Peña e impulse el paro nacional; pero para hacerlo tiene que romper con los empresarios, mismo que representan un lastre para Morena, a la par de llamar a la unidad en la acción con los sindicatos.
La historia demuestra la viabilidad de la huelga general, pero también demuestra que si no se rompe con los empresarios y se elimina el capitalismo se lograra poco pues hoy por hoy, a pesar de su independencia, en la India existen 330 millones en pobreza extrema; en Sudáfrica a casi dos décadas de gobiernos del CNA el 50% de sus 53 millones de habitantes viven en la miseria más exacerbada y en los EEUU a pesar tener un presidente afroamericano, Obama, en 2009 el 25.8% de la población negra era pobre. Un estudio de The Association Press de julio de 2013 señala que 4 de cada 5 adultos de los EEUU han estado desempleados, cerca de la pobreza o dependientes de la asistencia social al menos durante parte de su vida. ¡¡¡Aterrador!!! ¡Socialismo o barbarie!