El pasado 14 de Enero el Ejército y la Policía Federal ingresaron al municipio de Apatzingán, uno de los focos rojos en Tierra Caliente, para “regresar el orden y la paz pública” en palabras de Fausto Vallejo, gobernador de Michoacán. Esta sería la respuesta del Estado ante la ofensiva lanzada días antes por el Consejo General de Autodefensas y Comunitarios de Michoacán (CGACM), que marcó un punto de inflexión en la lucha de éste movimiento armado: ahora sus acciones han dejado de ser defensivas para pasar a la ofensiva, con el objetivo de recuperar territorios bajo el control del cártel de la droga, Los Caballeros Templarios. El primer logró de esta ofensiva del CGACM fue la recuperación de la ciudad Nueva Italia, segundo bastión templario, el pasado 12 de enero. El siguiente objetivo sería Apatzingán, el principal bastión de los narcotraficantes; sin embargo antes de que eso sucediera el Estado intervino para tratar de frenar el avance de las autodefensas.
El intento de desarme de los grupos de autodefensa, a partir del ingreso a la zona por parte del Ejército, no ha significado otra cosa que la reiteración del papel del gobierno de Peña Nieto como garante de la seguridad de los potentados de la droga.
El fenómeno de las autodefensas
Los grupos de autodefensa, así como las policías comunitarias, son el producto de años de miseria y violencia, y una expresión de la rabia acumulada por cientos de campesinos pobres, pequeños propietarios y trabajadores que no están dispuestos a seguir soportando la violencia del narcotráfico y el cinismo del gobierno. El avance de las autodefensas frente al narco y el ejército evidencian no sólo la capacidad organizativa que estos grupos han desarrollado, sino incluso la fuerza moral conquistada entre cientos de miles de jornaleros y campesinos pobres que miran con buenos ojos estos intentos por terminar con el cáncer de las bandas del narco. Y ello no resulta de otro factor sino precisamente de su composición social, pues si bien es cierto que existen pequeños propietarios dentro de estos grupos, son jornaleros y trabajadores quienes componen mayoritariamente su base social.
El Consejo General de Autodefensas y Comunitarios de Michoacán, establecido en febrero del 2012, está formado por más de 25 mil hombres y mujeres armados organizados en 13 de los 113 municipios michoacanos; además poseen una base de apoyo que, frente a una emergencia, les permitiría trasformase en un cuerpo armado de al menos 140 mil efectivos. Se trata de un movimiento que ha creado una forma embrionaria de doble poder en la región de Tierra Caliente y que, dada la ofensiva lanzada hace unos días, ha generado escenarios que por momentos se asemejan a los propios de una guerra civil.
El negocio del narco y las implicaciones de la burguesía y el Estado
Si bien en Guerrero y Michoacán el movimiento de los grupos de autodefensa y de las policías comunitarias está más consolidado, éste tipo de organizaciones armadas también existen, con diferentes niveles de desarrollo, en otros 11 estados de la República; ello como reacción frente a todo lo que han significado que aproximadamente 80 carteles de la droga tengan bajo su control, o con diferentes grados de influencia, el 70% de territorio nacional. Las diferentes actividades delictivas de esas bandas de lacras (droga, extorción, secuestro, tráfico de armas, prostitución…) les arrojan ganancias anuales en promedio de 40 mil millones de dólares. Se trata de un jugoso negocio del que se han beneficiado las más altas esferas del Estado y también, por supuesto, banqueros y empresarios. Un ejemplo entre muchos, que demuestran los enormes vínculos entre el narco y la burguesía, es el caso de las exportaciones de hierro a China desde el puerto de Lázaro Cárdenas, Michoacán; exportaciones que, gracias a la participación de las empresas mineras bajo control de los Caballeros Templarios, en poco tiempo se incrementaron de 1 a 1.5 millones hasta los 4 millones de toneladas. Los Caballeros Templarios además de narcos, extorsionadores, tratantes de blancas, traficantes de personas, también son “emprendedores empresarios” de la industria del hierro. Definitivamente no se puede llegar tan lejos sin el amparo del Estado y al margen del apoyo de algunos otros “emprendedores” capitalistas.
De esos nexos habla también el intento propagandístico lanzado desde Gobernación por medio del noticiero de López Doriga, en el que se presentó un video manipulado donde supuestamente José Mireles, uno de los principales dirigentes de los grupos de autodefensa, llamaba a deponer las armas.
El programa del gobierno: desarmar a las autodefensas no a los narcos
El Estado, un día después de la ofensiva organizada por el CGACM, por medio del secretario de gobernación, Osorio Chong, quien se trasladó a Michoacán, le demando a los grupos de autodefensa el desarme y les ofreciéndoles a cambio que el gobierno se haría cargo de la seguridad pública. Pero además lanzó una amenaza: que se usaría con rigor la ley para quien porte un arma de fuego.
Por supuesto los grupos de autodefensa rechazaron las demandas del Estado, condicionando en todo caso el deponer las armas a la detención de todos los cabecillas de los Templarios.
La intervención del Estado tras la toma de Nueva Italia para desarmar a los grupos de autodefensa ha fracasado; de hecho el gobierno federal tuvo que aceptar el resguardo de esa ciudad de más de 32 mil habitantes por parte de las autodefensas, compartiendo esa actividad con las fuerzas federales. Además, por si fuera poco, las autodefensas ha retomado la iniciativa desde el viernes 18 de enero arrebatándole ese día y tras fuertes enfrentamientos, otras 4 localidades a los Templarios, quedando a tan solo tres kilómetros de Apatzingan, ciudad ahora cercada por barricadas de campesinos y trabajadores armados.
El fracaso, ha obligado al parecer al Estado a reflexionar sobre el peligro que para él encierra un eventual enfrentamiento entre los grupos de autodefensa y el ejército en caso de querer imponer por la fuerza el desarme. Por ello, no es descartable que antes de verse obligado a usar el último recuso (de la fuerza), el régimen y su aparato estatal opten primero por administrar el conflicto para tratar de descarrilarlo, cooptarlo o dividirlo, así como para comprar dirigentes, desgastarlo, etcétera. Ello parece indícarlo el exhorto de Peña a los grupos de autodefensa para que se integren a los cuerpos oficiales de seguridad pública del país, llamado hecho éste jueves 23 de enero desde Davos, Suiza, en el marco del Foro Económico Mundial.
Por su parte el imperialismo yanqui ya dijo estar preparado para apoyar al gobierno de México en lo “que sea posible”, de acuerdo a las propias palabras del secretario de Estado, John Kerry. Ello debe ser un punto a discusión dentro del movimiento pues por una parte evidencia los intentos del imperialismo por frenar un movimiento que no solo ha puesto en jaque al narco como no lo ha podido hacer ni la DEA (Departamento Antidrogas norteamericano) ni el gobierno mexicano, sino que además está siendo un ejemplo para millones de campesinos y trabajadores que a diario sufren la violencia de este sistema.
De la resistencia al narco a la lucha contra la oligarquía terrateniente y los capitalistas
El avance de los grupos de autodefensa ha supuesto sin duda alguna un paso al frente para el conjunto del movimiento. Medidas que ya están siendo tomadas por el Consejo General de Autodefensas y Comunitarios de Michoacán tales como el reparto de tierras expropiadas al narco, la colectivización de ranchos confiscados a éste, así como el control de precios del comercio, por ejemplo, son muestras claras del camino a seguir. Fortalecer el control de la producción así como la distribución de las tierras será un garante para continuar granjeando el apoyo de cientos de jornaleros, campesinos y trabajadores que de por sí no ven con buenos ojos al narco, pero además un medio para debilitar las raíces sociales sobre las cuales se ha forjado esa enfermedad: la miseria, el desempleo y el hambre. Sin embargo hay otros pasos importantes a dar por parte de los grupos de autodefensa. Primero, impulsar un nivel de organización que rompa el cerco regional y cohesione al movimiento a nivel nacional para lanzar acciones unificadas contra las bandas de narcos y el Estado cómplice; además las autodefensas tienen que tomar medidas firmes para vincularse con el movimiento obrero llamándolo a la unidad y asumiendo demandas propias de la clase trabajadora tales como la exigencia de un salario digno y un trabajo estable, por ejemplo, además de desarrollar acciones que lo relacionen con los diferentes sectores en lucha, tal es el caso del CNTE por ejemplo.
Pero también, como una medida definitiva contra el narco a ser adoptada por los grupos de autodefensa, deber ser una política que llame a luchar por la confiscación de todos los bienes de las bandas de criminales así como los de sus cómplices en el Estado y entre los empresarios, planteando a la vez la eliminación de la propiedad privada capitalista para extirpar de una vez por toda la raíz de la que brota toda clase de lacras sociales, entre ellos el narcotrafico.
Los grupos de autodefensa de Michoacán y de otras regiones del país son muestra clara del poder de la clase trabajara organizada, en el campo y la ciudad, contra los canceres del capitalismo. Sería un error considerarlos como enemigos del movimiento, por el contrario son una respuesta al hartazgo de millones de trabajadores y campesinos ante la miseria a la que somos arrojados diariamente. Este hecho tiene que ser un punto de atención para las organizaciones de izquierda, Morena y los sindicatos, quienes tienen que hacer un llamado claro a la solidaridad con los grupos de autodefensa y pronunciarse abiertamente por el regreso inmediato del ejército y la policía federal a sus cuarteles. Es un error guardar silencio cuando nuestros hermanos de clase están saliendo con las armas en la mano a defender lo poco que tienen, contra quienes son solapados por los grandes empresarios que han permitido el desarrollo de esta situación para seguir amasando grandes riquezas.
¡Es necesario un programa de reparto de tierras, control de precios y salarios dignos…! ¡Es necesario un programa revolucionario!
¡Contra el narcotráfico, cáncer del capitalismo, solo organizados podremos vencer!