Después de los senadores y diputados federales “prianistas”, los Congresos estatales aprobaron la privatización de Pemex, a partir de falsos debates que apenas duraron unos cuantos minutos. Con ello se ha consumado uno de los golpes más duros que el pueblo trabajador haya sufrido en décadas. El golpe económico sobre las condiciones de vida de los trabajadores y sectores oprimidos será, de mantenerse, profundo. El hecho no debe desanimar al movimiento obrero sino al contrario, debe provocar más organización y movilización, mayor audacia y fuerza.
AMLO ha llamado a una lucha para revertir la privatización de Petróleos Mexicanos y estamos totalmente de acuerdo en ello, pero antes de seguir avanzando debemos sacar las conclusiones políticas de este primer periodo de lucha frente al nuevo gobierno del PRI, sólo así evitaremos nuevas derrotas. Es necesario abrir el debate tanto como se pueda y analizar detalladamente qué le permitió a Peña Nieto concretar este golpe. No basta con decir que diputados y senadores, priistas y panistas, han traicionado, es necesario revisar los elementos más importantes que determinaron este ataque histórico contra la clase trabajadora.
El PRI es débil
En tan solo un año el PRI unido al PAN (el caso del PRD lo veremos más adelante) aprobó las reformas que por décadas no habían logrado culminar los anteriores gobiernos: reforma laboral, educativa, fiscal y finalmente la energética. Al mismo tiempo, sin necesidad de convertirlo en leyes, el PRI ha atacado otros aspectos vitales para los trabajadores. Este hecho además se agrava por su política de fuerte endeudamiento público que, a mediano y largo plazo, también tendrá profundas consecuencias negativas para la mayoría de la población.
Es cierto que la política del PRIAN se vio favorecida por la actitud de algunos ex dirigentes de izquierda. También los medios de comunicación como Televisa y TV Azteca, hicieron una campaña poderosa para cubrir las verdaderas intenciones de estos partidos de derecha. Pero la pregunta es ¿tenían la fuerza real para concretar sus ataques?
Durante los doce años pasados, cuando el PAN asumió la presidencia, el PRI estuvo enfrascado en una larga lista de conflictos internos muy severos (recomendamos leer Militante 212) que al convertirse en públicos dejaron expuesta la descomposición de sus filas. La elección interna de sus candidatos a la presidencia reflejó ese ambiente, de hecho Peña Nieto no era el hombre con el apoyo de todos los dirigentes internos.
En las elecciones del 2012, el PRI, según cifras oficiales, obtuvo 19 millones de votos, sin embargo es claro que esa cantidad sólo la lograron gracias a la represión, compra del voto y demás prácticas fraudulentas. Peña Nieto, en realidad, no ganó producto de un apoyo electoral masivo, sino producto de la fuerza del aparato del Estado y los medios de coerción de la burguesía. Esto se confirma en los comicios estatales del 2013, ahí el PRI obtuvo una mayoría de puestos de elección popular (diputados locales y presidentes municipales) pero al mismo tiempo hubo un abstencionismo del 60% y en algunos estados hasta del 70%. El PRI no tiene un verdadero apoyo popular, no es el PRI de los años setenta o sesenta. Las bases que antes dominaba ampliamente ahora lo han abandonado; caso concreto son los sectores del magisterio que se han sumado a la lucha y organizaciones campesinas que antes respondían a los caprichos priistas pero que ahora protagonizan movilizaciones a principios de cada año.
El PRI tiene su fuerza principal en el aparato del Estado, pero incluso dentro de este aparato, en particular dentro de los cuerpos represivos (marina, ejército, policías locales, etc) incluso también hemos visto importantes señales de descontento. Los sectores más bajos de la policía y la milicia están en contacto con el ambiente de lucha social, ellos también sacan conclusiones políticas y no pueden sino darse cuenta de la miseria que implican los gobiernos de derecha. El soldado de bajo rango no escapa a toda la podredumbre social, no sólo proviene de sectores empobrecidos sino que sus condiciones de vida no están lejos de las de un trabajador cualquiera. ¿Cómo podría el ejército protagonizar una represión masiva contra la clase trabajadora? ¿Puede Peña Nieto lanzar al ejército contra el pueblo y esperar total obediencia? No, de ninguna manera.
El PRI ha tenido debilidades internas severas, no tiene una base social como la tuvo durante todo un periodo histórico, tampoco puede apoyarse al 100% en las fuerzas represivas. Todo ello nos dice que se trata en realidad de un gobierno con muchas debilidades, debilidades que también pudimos ver en los gobiernos panistas anteriores.
El PRI logró privatizar PEMEX pero no gracias a sus propias fuerzas, que son pocas y débiles, sino sobre todo porque el movimiento social no tuvo ni la organización ni los dirigentes que estuvieran a la altura de las circunstancias.
La respuesta ante el fraude
Previo a las elecciones del 2012 se notaba un ambiente de mucho ánimo entre los miles que asistieron a los cierres de campaña de AMLO. Los jóvenes, que son un barómetro muy sensible sobre el ambiente social, protagonizaron el movimiento #YoSoy132 al grado de que éste quedó ya registrado como uno de los más importantes en la historia en México. Luego los resultados de las elecciones arrojaron que AMLO, según lo dicho por el IFE, logró 15 millones de votos, los cuales seguramente fueron muchos más. Con estos casos podemos ver claramente que en nuestro país existía un ambiente poderoso de rabia y rechazo a las políticas de derecha y a sus partidos. Existía un ambiente donde un llamado firme y combativo contra el nuevo fraude hubiese provocado grandes movilizaciones. Pero, en honor a la verdad, ese llamado vino muy tarde y cuando vino tampoco fue lo que las masas esperaban.
Mientras el PRI ya festejaba y se declaraba triunfador, AMLO llamaba a la calma hasta que los resultados oficiales fueran publicados. Los dirigentes de los sindicatos guardaron silencio absoluto, paralelamente la dirección del PRD preparó todas las condiciones para acabar aceptando el triunfo del PRI. En el mes y medio posterior a las elecciones no hubo ninguna convocatoria a movilizaciones, ni mítines, las reuniones de los comités de Morena llegaron a un nivel de inactividad bastante bajo. Ese fue un tiempo fundamental que se perdió.
El primer llamado serio a una concentración contra la imposición de EPN vino hasta finales de septiembre. Muchos compañeros esperaban acciones contundentes contra la nueva farsa. La rabia era desbordante, el mismo AMLO lo reconoció. Sin embargo, lo que planteó es que la lucha debería ser por la vía “pacífica y electoral”, aceptando que por esta vía podían pasar muchos años, quizá siglos según sus propias palabras, antes de lograr la transformación nacional. Ese mismo día llamó a construir Morena como partido y anunció su salida del PRD.
De haberse canalizado la rabia, la fuerza y la organización de los trabajadores a combatir al gobierno de Peña con métodos de lucha revolucionarios, se pudo haber derrotado la imposición y en el peor de los casos el movimiento estaría bien posicionado para hacer frente a los futuros ataques. El hecho de no actuar de esta forma, restringiendo a Morena hacia el “terreno electoral”, permitió que Peña Nieto llegara al poder y sentara las bases de lo que meses después se convirtió en la privatización de PEMEX
2013 un año de estallidos sociales
Hay compañeros de izquierda que dicen que la imposición de Peña Nieto y luego la privatización de PEMEX es producto de que los “mexicanos” son apáticos, apolíticos, y no están dispuestos a luchar y organizarse. Por muy bien intencionada que sea esta posición debemos decir que se equivocan totalmente. Además del ambiente respecto al fraude electoral debemos ver que desde por lo menos el 2011 la CNTE ha estado en movilización, en el 2012 también protagonizaron jornadas de lucha importantes que implicaron paros, finalmente el 2013 fue el año de mayor movilización magisterial hasta ahora. Por si misma, la rebelión del magisterio es uno de los acontecimientos más importantes en nuestro país pero además de ello tiene otros componentes que son muy significativos. El primero de ellos es que sectores del SNTE, es decir secciones del magisterio anteriormente dominados por el PRI y Elba Esther Gordillo, se integraron ahora a la lucha en contra de la reforma educativa. Esta ruptura es muy sintomática del periodo que atravesamos, demuestra las inmensas reservas de fuerzas que existe no solo entre el magisterio sino en general dentro de los trabajadores. Un segundo aspecto importante es que la CNTE y los sectores del SNTE lograron atraer la simpatía de jóvenes y trabajadores que carecían de organización pero que tenían ganas de luchar, así los profesores se convirtieron en la columna vertebral del movimiento ahí donde estaba presente. De esta forma el movimiento se amplio y se fortaleció. Finalmente otro aspecto a destacar es el alcance nacional de la lucha magisterial, a través de ellos se filtraba hasta lo más lejano del país el llamado a participar en la lucha social.
La CNTE expresó el ambiente entre un sector de los trabajadores y jóvenes, pero las policías comunitarias y los grupos de autodefensa presentaron otro sentir, un odio que ralla en la desesperación contra la descomposición social que genera el capitalismo. La importancia de las policías comunitarias y grupos de autodefensa no radica en el hecho de que estén armados sino en el hecho de que han acabado por demostrar que el estado burgués que encabeza el PRI es totalmente incapaz de solucionar las necesidades más básicas del pueblo trabajador. El PRI se ha mostrado como un gobierno que protege y es parte de los cárteles del narcotráfico.
Hacia finales del año la convocatoria de AMLO, en septiembre del 2013, logró llenar grandes avenidas en el Distrito Federal. De hecho podríamos decir que Morena, gracias a estas convocatorias, tomó auténtica fuerza, que no había logrado tener en los meses pasados, para convertirse en partido.
Todo este ambiente demuestra que si existía fuerza y conciencia para luchar, para derrotar la privatización de PEMEX, la idea del apoliticismo y la apatía se diluye al analizar unos cuantos acontecimientos de la lucha de clases en nuestro país. El grave problema dentro del movimiento social, lo que lo hace débil y le resta oportunidades de triunfo es que ha estado totalmente dividido. En los hechos y a pesar de todos los discursos, Morena y la CNTE nunca establecieron una alianza de lucha conjunta. Las demandas de los grupos de autodefensa y las policías comunitarias son de ellos y solo de ellos, ni Morena ni la CNTE han hecho un eco significativo de su lucha contra el narcotráfico.
Ante la pregunta de ¿Por qué se privatizó PEMEX? La respuesta la podemos ver en estos hechos que acabamos de comentar: porque a pesar del gran ambiente de lucha y rabia, los dirigentes del movimiento en su conjunto nunca llamaron a que el movimiento se unificara realmente bajo una misma bandera.
Las responsabilidades de la dirección del PRD
Con Cuauhtémoc Cárdenas al frente, seguido de Camacho Solís, Dolores Padierna, Alejandro Encinas, y hasta Miguel Barbosa, la dirección del PRD dice que va a luchar por la defensa de PEMEX. Por más que intenten ocultarlo la realidad es muy clara, la dirección política y los legisladores del PRD han actuado de manera desastrosa. Más allá de las palabras ninguno de ellos realizó una acción real en defensa de PEMEX.
Hay dos casos recientes que han destruido ampliamente la confianza que miles de trabajadores tenían en el PRD y que al mismo tiempo permitieron que la derecha lograra consumar su programa de ataques: su actitud ante el fraude electoral del 2012 y luego la firma del Pacto por México. Ante el fraude no solo no movieron un solo dedo sino que incluso sus principales dirigentes, encabezados por Marcelo Ebrard, firmaron un acuerdo en donde aceptaban que Peña Nieto había ganado limpiamente las elecciones. Luego al firmar e integrarse a los trabajos del Pacto por México ayudaron a que Peña Nieto se consolidara en el poder.
La cercanía entre la dirección del PRD y el PRIAN ha ido mucho más lejos apoyando ya sea con su silencio e inactividad, y en varias ocasiones hasta con sus votos, las contrarreformas de Peña Nieto. Mucho peor fue la actitud de la dirección del partido ante las elecciones estatales del 2013, en ellas el PRD fue en alianza, de facto o legal, con el PAN y hasta con el PRI. Los resultados en las urnas fueron desastrosos para el PRD. Esto fue un reflejo directo de la política totalmente incorrecta que impulsó la dirección. Si algo ha marcado este periodo en el PRD es que incluso esos personajes que antes eran identificados con la izquierda dentro del partido ahora han caído en posiciones de apoyo a la derecha. Dolores Padierna apoyó la alianza PRD-PAN-PRI, y personajes como Alejandro Encinas, por decir lo menos, guardaron total silencio.
En el PRD hay un giro histórico, nunca como ahora se había visto que las posiciones de derecha dominaran tan ampliamente al partido y que los sectores de izquierda se diluyeran totalmente, permitiendo a la derecha actuar a sus anchas. La dirección del PRD es la que domina ampliamente al partido, con una política de derechas que cada vez lo enfrenta más con la base social que diera vida a este partido; la clase trabajadora y el campesinado pobre.
Tapar el pozo después de la privatización
Cuando la privatización de PEMEX se hizo inminente, Zambrano, presidente del PRD, a nombre del partido anunció su salida del Pacto por México, argumentando rechazar los planes que él mismo fortaleció. Por su puesto, su salida no pasó de declaraciones y quejas amargas sobre lo malo que es el PRI y el PAN. Ahora Zambrano y Cárdenas han anunciado la campaña llamada “del 15 al 15”, y afirman que lucharan “en lo político, en lo legal, en lo ideológico y en lo social”. Se trata de una consulta, que durará año y medio hasta julio del 2015, y que de tener éxito obligará al PRIAN a realizar otra consulta que, según sus planes, acabará por eliminar la contrarreforma de PEMEX.
Esta acción es desastrosa y no puede ocultar la banca rota política e ideológica de la dirección perredista. Por principio de cuentas si la medida logra tener algún efecto será hasta el año 2015, mientras tanto la contrarreforma será válida. Con ello le están dando tiempo suficiente para que las grandes empresas exploten el petróleo y logren consolidar su dominio del petróleo mexicano y peor aún tendrán tiempo para maniobrar políticamente.
Por otra parte una consulta no puede derrotar una reforma como la de PEMEX. Por si misma esta medida tiene grandes dificultades técnicas que la hacen inviable: hay muchos requisitos legales para hacerla válida a nivel constitucional y en segundo lugar no se puede evitar que los resultados sean distorsionados. Pasaría algo peor que en las elecciones presidenciales donde se compró el voto y donde hasta la Suprema Corte de Justicia avaló el fraude.
Las declaraciones de la dirección perredistas rallan en el delirio, en la misma conferencia de prensa donde anuncian la consulta también aceptan que difícilmente las firmas que recolecten podrán cumplir su objetivo ya que existen muchas barreras legales que lo impide. En síntesis, la dirección del PRD sigue por el mismo camino, jugando un papel de sostén del régimen, rompiendo con su base social, negándose a establecer cualquier tipo de lucha real. A pesar de ello, no dejan pasar la oportunidad para, a través de la demagogia, el engaño y la hipocresía, tratar de sacar alguna ventaja del apoyo que la clase trabajadora profesaba a éste partido, adoptando de vez en cuando un papel de “oposición”.
Lenin decía que la historia conoce todo tipo de transformaciones, en este caso hay que decir que incluso dirigentes que en su momento gozaban de una clara identificación de izquierda, identificados con el PRD, fueron responsables de la privatización de PEMEX.
Morena en lucha
La única manera de lograr que Morena se convierta en un auténtico partido de izquierdas con posibilidad de transformar al país es analizar sus métodos de lucha, organización, así como su programa. Los compañeros que nos aglutinamos en torno al periódico Militante hemos participando en la construcción y en las luchas de Morena, al mismo tiempo somos críticos con aquellas posiciones que una y otra vez han demostrado su incorrección. Defendemos la necesidad de una vida democrática al interior de Morena, donde todos los militantes de base, además de participar en las acciones de lucha, podamos debatir, proponer el camino más adecuado para nuestra organización, estableciendo un genuino debate que derive en la toma democrática de decisiones, aún cuando estas no sean exactamente las que plantea la dirección. Las bases de Morena debemos reflexionar sobre nuestro papel y trascendencia a la hora de que nuestra organización; aprenda de sus errores, encuentre soluciones y salga nuevamente a la lucha. La privatización de PEMEX es uno de los golpes más duros que ha sufrido el proletariado mexicano y ello justifica aún más la necesidad de un debate honesto y una crítica compañera.
La campaña de afiliación
Las afiliaciones a Morena fueron el eje de trabajo más importante desde enero y podríamos decir que hasta septiembre del 2013 cuando inician un nuevo periodo marcado por movilizaciones. En estos esos meses se dice que se logró afiliar a cerca de 500 mil compañeros por toda la República y se conformaron una cantidad amplia de comités de Morena. Pero en estos meses muchos de los comités de Morena se veían vacios, o con muy baja participación, de hecho era difícil contactar con los responsables de cada comité y por ello mismo sumarse a la campaña de afiliación. Esto demuestra una debilidad importante de Morena ¿qué provoca esto? ¿Acaso los compañeros que se afilian no quieren participar en la vida cotidiana de este nuevo partido de izquierda? Este es el reflejo de una serie de problemas políticos internos: la dirección de cada comité no se elige por la base sino que las más de las veces se elige por un grupo de compañeros que tampoco queda claro quiénes son ni quién les dio ese poder. Esto ha desmotivado a muchos compañeros que honestamente han estado luchando a brazo partido desde la base de Morena. Este método de elección interna también se usó para definir a muchos delegados a los congresos nacionales, de ahí que hayan surgido tantos debates y malestares internos, estos debates han dado como resultado que la inmensa mayoría de las dirección en los comités de Morena en el DF estén impugnados.
Pero el aspecto más importante es que la campaña de afiliación debió realizarse al mismo tiempo que Morena se sumaba a cada una de las luchas del pueblo trabajador. Eso ocurrió pero como una política muy débil y aislada en cada comité. Algunos lucharon contra la privatización del agua como en el caso de Puebla, otros lucharon contra la reforma fiscal pero en esencia no se trató de una política nacional sino particular. El caso quizá más sintomático es que Morena ha estado ausente en prácticamente toda la lucha de la CNTE. Si Morena no mantiene un vínculo permanente con la lucha del pueblo trabajador, si no hace todo lo posible por superar las diferencias políticas que existen con otras expresiones del movimiento lo que va a ocurrir es que las afiliaciones serán menores y, peor aún, Morena no será ese partido para luchar. Por otra parte, si Morena mantiene una política de lucha permanente, de responder ante cada ataque de la derecha por pequeño que sea, entonces ira adquiriendo cada vez más una capacidad de lucha mayor, una experiencia que le valdrá para las grandes confrontaciones. Debemos transformar la campaña de afiliación por una campaña de lucha en todo momento.
Las movilizaciones contra la privatización de PEMEX
La primera movilización central convocada por AMLO para evitar la privatización de PEMEX fue el 8 de septiembre del 2013, la asistencia fue masiva, el ambiente era de mucho ánimo y con una gran confianza para frenar las intensiones de la alianza PRI-PAN. ¿Por qué antes, en el periodo de afiliación anterior, no habíamos visto este nivel de participación? ¿Por qué Morena pasó de Comités con muy baja participación a un periodo de gran agitación en las calles? La respuesta es sencilla: porque las masas quieren luchar en las calles en contra de las intensiones voraces de los grandes capitalistas. Antes no hubo un llamado así.
Los trabajadores, jóvenes y campesinos no quieren sólo un partido para votar y para delegar las tareas de lucha a representantes en la cámara de diputados, senadores o en cualquier otro órgano legal; no, las masas quieren un partido donde ellos mismos sean el centro de las acciones, donde ellos puedan intervenir y tomar la historia en sus manos. Por eso es que ante un llamado serio, con perspectivas, las masas se arremolinan en las calles y participan. Cuando estos llamados son débiles, si los trabajadores perciben que se trata de un mitin más, para escuchar las mismas ideas de siempre, y no son instrumento para la acción, obviamente la participación se debilita.
La lucha es en las calles
La única manera de poder detener la privatización de PEMEX es haciendo caso al ambiente que prima entre las masas: movilizarse en las calles, no hay otra forma. Cada mitin debió acompañarse con movilizaciones y no solo a nivel central en el DF sino también a nivel estatal. Si como era de esperarse estas movilizaciones no lograban frenar la privatización debimos pasar a la huelga nacional llamando a todos los sindicatos y organizaciones de izquierda. La única manera de frenar las voraces intenciones de los capitalistas era elevando el nivel de confrontación social superando todo lo hecho anteriormente.
La debilidad de la táctica de AMLO es que no rebasó el nivel de los mítines y una consulta que nunca fue tomada en cuenta por el gobierno Federal. Algunos compañeros podrían decir que elevar el nivel de lucha habría sido caer en la violencia, la ilegalidad, el caos y con ello llevar el movimiento a la derrota, nosotros creemos que es un error enfocar de esa manera la dinámica de la lucha de clases. En realidad, la violencia la generan los grandes empresarios y banqueros que nos someten a salarios de hambre y nos obligan a vivir en las peores condiciones. Para ello cualquier acción en contra de sus intereses será violencia; únicamente si agachamos la cabeza y nos paralizamos ante sus ataques no seremos tachados de “violentos”. Por otra parte no podemos rendirnos ante la ley y el llamado “estado de derecho”, porque esas son reglas hechas para que el pueblo siga oprimido. Si se organiza correctamente el movimiento no hay ninguna razón para caer en el caos, ni las provocaciones.
La lucha “civil y pacífica” en los hechos ha significado, en el mejor de los casos, realizar mítines para denunciar a la derecha, pero no acciones reales de lucha. Esta táctica ya ha sido puesta a prueba en el pasado fraude electoral y ahora en la lucha de por la defensa de Pemex, con ello se demuestra que esta táctica no puede lograr las transformaciones que se necesitan. No podemos tener miedo a reconocer nuestros errores ni podemos sentirnos ofendidos ante la critica compañera, es necesario reconocer que la privatización de PEMEX fue posible gracias a que la táctica de lucha de las organizaciones de izquierda no fue la correcta.
Las tareas que siguen
La privatización de Pemex es el producto de la voracidad de los capitalistas y los “prianistas”. Pudo frenarse si los dirigentes de izquierda hubiesen actuado firmemente llevando a las masas a las calles en una lógica de acenso de la lucha. Las lecciones de este periodo las debemos analizar sin ningún temor, es peor seguir cometiendo el mismo error. Esto será fundamental para enfrentar el periodo que viene en donde la derecha plantea seguir atacando los derechos más básicos de los trabajadores.
La lucha debe continuar más fuerte y decidida ahora por derrocar la contrarreforma energética, la educativa, la fiscal, la laboral, es decir contra toda la miseria de este sistema capitalista. La lucha no ha terminado con la aprobación de la reforma en las cámaras. Los trabajadores tenemos que evitar que éstas sean aplicadas en el día a día ¡La lucha sigue compañeros!