La decadencia social que abate a México y padecida amargamente por las familias trabajadoras, lacera seriamente a los médicos, trasformados ahora en blanco de la delincuencia: el 8 abril el médico Bernardo Hernández Tovar y su esposa Juana González, serian asesinados en su domicilio de Berriozábal, Chiapas; después, a finales de mayo, tras ser secuestrado, sería encontrado sin vida en San Pedro Ixtlahuaca, Oaxaca, el cuerpo del doctor Edilberto Martínez Reyes; el 29 de junio en San Luis Potosí, Alberto Alonso Cruz, director del centro de salud de la comunidad El Barril, fue asesinado por varios hombre armados tras sustraerlo de su propia casa. Y más recientemente destacan los casos del doctor Marino Román Miranda asesinado el 5 de agosto en Temixco, Morelos, al intentar evitar su secuestro, y el de la doctora, cuya identidad no se ha dado a conocer por seguridad, raptada en Zamora, Michoacán, para ser liberada por sus captores el 6 de agosto tras ser sometida a despiadadas torturas.

Esa oleada de terror tiene que ser frenada urgentemente antes de que el saldo negro sobre el gremio de los médicos se incremente. Frente a ello, el camino a seguir es el de la movilización e incluso el del paro laboral. Para reagrupar fuerzas y organizar la lucha proponemos:

Uno, los médicos tienen que dar una demostración de fuerza movilizándose; dos, el paro laboral se tendría que organizar integrando a éste al resto del personal de los servicios médicos; tres, todo el personal médico tiene que organizar asambleas con derechohabientes explicándoles la necesidad de que éstos apoyen la lucha de los médicos; cuatro, por consecuencia el movimiento de los médicos tiene que adoptar como propias demandas relacionadas con el mejoramiento del servicio de salud pública que dignifiquen la asistencia a pacientes; cinco, los doctores junto con el resto del personal médico deben definir qué áreas podrían suspender actividades por el lapso definido y cuales, dada su importancia para atender pacientes delicados, hospitalizados, de urgencias, tendrían que mantener la atención.

Sólo demostrando que los médicos son una fuerza organizada que tiene que ser respetada, las autoridades se verán obligadas a atender sus demandas. La experiencia de hace poco años en Tijuana y en Ciudad Juárez por parte de los médicos haciendo paros laborales para frenar la oleada de violencia criminal en su contra, permite extraer muchas lecciones sobre el camino a seguir para ponerle un alto a los delincuentes. Otro caso a tener en cuenta, es el de los profesores de enseñanza básica de Guerrero los cuales, para frenar la oleada de extorciones y secuestros en contra de ellos, en 2011-2012 realizaron una serie de paros laborales hasta obligar a las autoridades de dicha entidad a toma las medidas conducentes para poner un alto a la situación de terror impuesta por el crimen organizado en contra de los maestros.

La debilidad invita a la agresión y la única manera de impedir que continúe escalando la violencia contra los médicos, es que éstos demuestren toda su fortaleza organizada. Ya lo hicieron el pasado 22 de junio en una estupenda movilización que se desarrolló en 50 ciudades del país y no existe razón para no hacerlo de nuevo. Los médicos ante el nuevo escenario que enfrentan, ya no sólo ven en riesgo sus derechos laborales sino incluso su integridad física, la de sus familias e incluso su propia vida, y frete a todo ello no se puede titubear.

Si el temor es el desprestigio dada la forma en que el Estado, las autoridades de salud y los medios masivos pueden manipular la información ante las legítimas acciones que los médicos desarrollen en su defensa; si el temor es ese, entonces la tarea a trabajar con energías por parte del #YoSoyMédico17 es impulsar medidas que unifiquen en una sola lucha a todo el personal médico (doctores, enfermeras, personal de apoyo, administrativos, etcétera) y que al mismo tiempo ganen el apoyo para la causa de los derechohabientes y familiares.


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