El pasado 19 de junio se daban a conocer, a partir de diversas denuncias, las condiciones de hacinamiento a las que son sometidos los niños migrantes en la frontera sur de Estados Unidos. El gobierno norteamericano ha tenido que reconocer que se trata de “una crisis humanitaria”, ante las denuncias internacionales que exigen el respeto a los derechos de los infantes así como condiciones dignas. Hasta el Papa Francisco, relacionado estrechamente con la dictadura argentina de Rafael Videla responsable de la desaparición de miles de argentinos así como del robo de otros tantos hijos de desaparecidos, ha salido a hacer declaraciones por la emergencia humanitaria. La hipocresía de los agentes y aliados del capitalismo no tiene límites, convirtiéndose en una miserable mascarada ante el dolor y el sufrimiento de millones de seres humanos.

Entre octubre y junio del 2014 han sido detenidos más de 52 mil menores migrantes indocumentados (ver La Jornada 20/Junio/2014) en el territorio norteamericano, lo que representa el doble que el año anterior. La cifra por sí sola es escalofriante, pero esta solo considera a los menores migrantes detenidos. Si a ella se agregan los otros cientos de menores que logran establecerse, más los migrantes que no son menores de edad que realizan el trayecto en busca de un futuro mejor, el problema muestra su verdadero rostro. Miles de seres humanos, no solo en América Latina sino en África y Asia, se ven literalmente obligados a desplazarse de su lugar de origen en búsqueda de mejores condiciones de vida sea para poder tener lo indispensable para vivir o bien huyendo de las masacres orquestadas por el capital. Ejemplo claro de ellos son los cerca de 230 mil desplazados que ha dejado la Guerra al Narco de Felipe Calderón o el incremento del flujo de migrantes de África a Europa. Las lagrimas de cocodrilo del papa Francisco o del gobierno norteamericano, se convierten en la muestra de la hipocresía ante la crisis social que atraviesa el mundo entero consecuencia de la crisis económica que arrastra a la economía mundial al abismo.

La migración se ha convertido en la última alternativa para millones de personas ante la falta de perspectivas y alternativas económicas en sus regiones de origen. Los cálculos sobre el número de personas que optan por migrar es poco claro, ello no resulta extraño cuando ello por sí solo evidenciaría el fracaso del sistema social en su conjunto. Pero usando los datos disponibles podemos hacernos una idea de la barbarie. Se calcula que ¡en 2013 fueron deportados 73 mil hondureños! El dato es aterrador, no solo por la magnitud sino especialmente porque una cifra similar debe ser la de migrantes provenientes de otros países centroamericanos aunado al de mexicanos. Pese a que el gobierno norteamericano y la prensa internacional han tratado de responsabilizar a los padres de los niños migrantes, tachándolos de irresponsables y otra serie de tonterías, lo que queda claro es que no es un problema de un puñado de familias particulares sino un problema general que deriva de la pobreza y miseria a la que son sometidas millones de personas. De nueva cuenta las lagrimas de los representantes de la burguesía y los defensores del capitalismo se convierten en una careta hipócrita.

En el terreno de la infancia, tan solo en nuestro país se calcula que cerca de 3 millones de niños sufren de explotación laboral. El gobierno federal, en particular el INEGI, se ¡congratulan de este dato! Pues según sus cifras esta cantidad se redujo en un 17% respecto al periodo 2007-2009. Pero si no fuera suficiente sentir repulsión ante esta clase de congratulaciones, hay elementos suficientes para desconfiar absolutamente de esta cifra. En 2010, se calcula que los niños trabajadores eran aproximadamente 5 millones en su mayoría provenientes de los estados más pobres del país. Según el Centro de Análisis Multidisciplinario de la Facultad de Economía de la UNAM, la cifra de niños que trabajan ha incrementado 12% en los últimos diez años y se calcula que el 42% de ellos simplemente no estudia. Por otra parte según visitadores de la Procuraduría de Derechos Humanos del Estado de Guanajuato, calculan que el 50% de los jornaleros que trabajan en la pizca en aquel estado son niños ¡el cincuenta por ciento! Esa es la alternativa del capitalismo al futuro de la sociedad: miseria, hambre y explotación.

La crisis económica estallada en 2008 ha profundizado los flujos migratorios a nivel mundial, ante los cada vez mayores ataques de la burguesía a los derechos sociales conquistados por la lucha de los trabajadores en el pasado. De ningún modo la problemática de los niños migrantes, y la migración en general, es consecuencia de casualidades de las que son ajenos el imperialismo y la burguesía internacional. Por el contrario esta deriva precisamente de la economía capitalista que requiere despojar a millones de seres humanos de lo más básico para con ello mantener las enormes ganancias de los banqueros y capitalistas. Por ello la lucha por una sociedad distinta, donde el hambre no sea el día a día de millones de personas, es la única actitud consecuente con el sufrimiento y la barbarie a la que es sometida la mayoría de la humanidad.


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