La reforma del PRI, deja en claro que este partido está completamente de acuerdo con la privatización de PEMEX propuesta por el PAN y FECAL, pero la intención es que sea por debajo del agua, no tan “agresiva” y tratar de evitar una respuesta de las masas trabajadoras en correspondencia. Sin embargo, es parte de lo mismo, las diferencias son pocas y no representan gran cambio; en el fondo la idea sigue siendo exactamente la misma de Calderón.
Por su parte el PAN trata de poner su mejor cara ante la propuesta del PRI, aunque la única que le convence realmente es la del presidente espurio, dado que esta situación les urge para aprovechar los altos precios del petróleo. En todo caso la propuesta del PRI la usarán solamente para despistar, y con el engaño de “la democracia y participación de más partidos”, tanto el PRI como el PAN tendrá un pretexto perfecto para lavarse las manos ante la opinión pública.
Una “diferencia” en la propuesta del PRI con respecto a la de FECAL es la modificación a la ley reglamentaria del artículo 27 constitucional en el ramo del petróleo, con el propósito de facultar al Ejecutivo Federal para constituir, por decreto, “organismos descentralizados con carácter estratégico, filiales de Pemex”, que podrán contratar con terceros obras y servicios para la refinación de crudo, construcción de ductos y para el transporte, almacenamiento y distribución de hidrocarburos y sus derivados. Es decir, preparar a PEMEX para su privatización cachito por cachito.
Otra más es condicionar el pago a que la obra tenga éxito, punto esencial para que el Estado no absorba la totalidad de la pérdida de las inversiones “tratándose de proyectos exploratorios en aguas profundas, que son altamente onerosos”. De manera que si hay éxito se irá a las arcas de la empresas privadas y sino, por lo menos que “el Estado no pague tanto”.
En términos generales su consigna de “la no privatización de PEMEX, sino su modernización” no es más que un engaño dirigido a los millones de trabajadores que estamos descontentos; la única diferencia entre el ejecutivo y el PAN por un lado y el PRI por el otro, es de ritmo, pero ahora habría que preguntarse: ¿por qué usan estos métodos?, y la respuesta la encontramos únicamente en su miedo a la movilización de las masas; le temen a las amas de casa, a los jóvenes, a los campesinos y a los trabajadores organizados exigiendo mejores condiciones de vida y el derrocamiento de Calderón. Por ello tienen que cubrirse detrás de un juego de niños que no tendrá gran efecto. Si no fuese por esas millones de personas dispuestas a responder ante la privatización, el PRI ya hubiese firmado a favor de la misma, ni mil spots televisivos a favor de la contrarreforma, serán más contundentes que la carestía y precariedad en que vivimos, propulsoras de la lucha de nuestra clase trabajadora.
La alternativa, por lo tanto, no es solamente la lucha en el parlamento, sino también y principalmente en las calles. Por ello, y para frenar de una vez por todas los intentos del PAN y del PRI para poner al servicio de la burguesía a PEMEX, la lucha contra su privatización debe ser al mismo tiempo la lucha por derrocar a Calderón y con él toda su política en contra de los trabajadores, para llevar a cabo un programa de acuerdo con las necesidades de los trabajadores que como los únicos productores de riqueza, somos los que debemos dirigir a la sociedad.
Irene Guzmán
Agosto 2008