El martes 28 de octubre marcó un nuevo punto de inflexión en la lucha de clases en México: tras aproximadamente ocho meses de debate en el Senado, los diputados federales aprobaron por mayoría la llamada “Reforma Energética”.
La aprobación de dicha “reforma” (que si bien no es exactamente lo que esperaba Calderón, sí deja abierta la puerta para profundizar la política privatizadora que sobre PEMEX se viene impulsando por la vía de los hechos desde Salinas a la fecha) lejos de convertirse en un factor de desmoralización para las masas que, con López Obrador (AMLO) al frente, se opusieron a toda costa a la contrarreforma privatizadora del presidente espurio, se ha transformado en un factor de mayor irritación social y una nueva razón para luchar, misma que se une a los efectos políticos que sobre los trabajadores ya está teniendo la actual crisis económica. Prueba de ello es la magnífica respuesta masiva lograda nuevamente por la convocatoria de la reciente movilización del pasado domingo 23 de noviembre, encabezada por AMLO.
Pero la aprobación de la “Reforma Energética” tuvo otro efecto colateral que está lejos de ser secundario: la contrarreforma fue aprobada por las fracciones parlamentarias del PAN y el PRI con el apoyo de el ala de derechas del PRD integrada por los llamados “chuchos” de la nefasta corriente “Nueva Izquierda” (“Nueva Derecha” sería un nombre más exacto) Acto seguido, el 12 de noviembre, como premio a al apoyo el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) otorga el triunfo al dirigente de Nueva (Derecha) Izquierda, Jesús Ortega, sobre la elecciones internas del PRD en las que en marzo pasado se disputó la dirección nacional del partido. El contrincante de Ortega fue Alejandro Encinas de Izquierda Unida y legítimo vencedor de dicha contienda.
El apoyo de los parlamentarios de Nueva (Derecha) Izquierda y la descarada irrupción de Calderón a través del TEPJF en la vida interna del PRD, terminó por eliminar cualquier resquicio de duda respecto a la subordinación total de Nueva Izquierda hacia Calderón. Éste que es un fenómeno añejo en el PRD pero que se empezó a visualizar más claramente de manera pública a partir de la lucha contra el fraude electoral del 2006 y que terminó por evidenciarse totalmente particularmente en la recta final de la contrarreforma petrolera, ahora ha dado como resultado el descrédito total Nueva (Derecha) Izquierda ante millones de militantes de base y simpatizantes de dicho partido para los cuales ha quedado claro que el único camino ante esta clase de traidores es luchar para sacarlos del PRD y arrojarlos al basurero de la historia.
Es sobre la base de este descontento que Encinas ha anunciado la organización de un movimiento que, entre otros, tenga como objetivo arrebatar al PRD del control de Nueva (Derecha) Izquierda. Ahora el PRD está profundamente dividido entre izquierda y derecha, demostrándose con ello la forma en que ha penetrado la lucha de clases y la polarización social al interior del partido, abonándose con ello un fermento mucho más favorable para las ideas y el programa socialista ente una capa cada vez mayor de militantes y simpatizantes del PRD. Esta realidad es resultado de varios factores, pero paradójicamente también es obra de la política de Jesús Ortega y de la intervención de Calderón en la vida interna del PRD.
Paralela a todos esos acontecimientos está la ejemplar lucha que en varios Estados de la República ha lanzado el magisterio democrático contra la Alianza por la Calidad Educativa (ACE) la cual es en los hechos una contrarreforma laboral por medio de la cual se eliminan importantes conquistas de los profesores de la educación pública. La enjundia del magisterio ya está arrojando resultados, uno de ellos es que en Guerrero el gobierno estatal se ha visto en la obligación de dar marcha atrás en la aplicación de la ACE durante un plazo de seis meses para organizar una consulta en la que opinará también el magisterio. Lo acontecido en Guerrero, de intensificarse la lucha en el resto del país, se podría transformar en lo que a la postre podría ser la sepultura de la ACE. Pero también lo importante a destacar es que las acciones del magisterio democrático ratifican un hecho que es más que contundente y que marca la pauta del periodo actual de la lucha de clases en México: ahí donde se presentan ataques contra los intereses de la clase trabajadora, esta no ha dejado de responder a los mismos.
Esto ya de por sí resulta en un verdadero dolor de cabeza para Calderón y la burguesía, pero lo es más si consideramos que este ambiente favorable de lucha coincide en un momento en el que las economías mexicana y del mundo atraviesan por un momento especialmente difícil, encerrando la sería promesa de que las cosas se pondrán aún peor en los próximos meses. El nivel de ruina del capitalismo no sólo representa la garantía de más y profundos ataques de parte de Calderón y la burguesía, los cuales enfrentarán la ira de los trabajadores, sino además engendrará importantes conclusiones entre el proletariado respecto a la vigencia del capitalismo como sistema social y sobre la necesidad de una alternativa que ponga fin a la barbarie capitalista. Como nuca la crisis económica y las circunstancias de la lucha de clase en que se desarrolla esta, harán que la propiedad privada sobre los principales medios de vida sea cuestionada traduciéndose ello en un fuerte estímulo para un salto en la consciencia del proletariado.
En todo este contexto, se presenta como especialmente complicada la política de una parte significativa de dirigentes sindicales que se basa en tratar de impedir a toda costa que los trabajadores se movilicen en las calles y que hagan huelgas. En los dos últimos años la dirección de la UNT, por mencionar al sindicalismo independiente, ha impedido que los trabajadores participen a través de sus sindicatos en prácticamente todas las luchas que se han desarrollado durante ese periodo (Oaxaca, mineros, fraude electoral, pensiones del ISSSTE, en defensa de PEMEX, contra la ACE, etcétera) sin embargo eso tiene un límite y no es descartable la idea de que este se pueda presentar en lo próximos meses, la crisis económica será un factor para ello. Por lo mientras la inflación ya es del 6.18%, representando ello automáticamente un tácito recorte salarial, y el desempleo, según datos oficiales, ya alcanzó al 4.2% de la Población Económicamente Activa (PEA) siendo éste el promedio más alto desde el 2005. Ante este escenario la clase trabajadora no se quedará inerme, factor que obligará a las direcciones sindicales a ponerse al frente ante el riesgo de que sean hechos a un lado, máxime cuando está en puerta un necesidad que para la burguesía se hace cada vez más urgente conforme la crisis se acentúa: eliminar las conquistas laborales restantes en la Ley Federal del Trabajo.
En todo este panorama el régimen se presenta cada vez más débil y dividido: además de tener que ver cómo se erosiona su base social entre la pequeña burguesía, la cual es devorada por el estancamiento económico que ha terminado por trasformase en una crisis económica cuyos efectos en los próximos meses serán aún más devastadores sobre esa capa social, Calderón tiene que padecer las vicisitudes propias de una PAN muy dividido como lo es el que la fracción dirigida por Fernández de Cevallos, tradicionalmente hostil al presidente espurio, le haya terminado por imponer a Fernando Gómez Mont en el cargo más importante del gobierno después de la presidencia de la República, la Secretaría de Gobernación, en sustitución de Juan Camilo Mouriño.
La muerte de quien fuera el hombre más cercano y de mayor confianza de Calderón representó un fortísimo revés para este último, pues además de perder a su hombre de mayor confianza el fallecimiento de Mouriño significó el fin de un complicado y frágil equilibrio al interior del PAN y del gobierno. Ahora, como la caja de Pandora cuando fue abierta, todos los males ha sido liberados trazando una sombría perspectiva para Calderón el cual cada vez está más solo.
Los demonios están sueltos y ya nada será igual para Calderón y su débil equipo, de hecho los resultados de la “Operación Limpieza” que ha provocado el que ya varios importantes jefes policiacos y de procuración de justicia hayan sido detenidos por su vínculos con el narcotráfico habla de ello. La demostrada penetración del narcotráfico en las altas esferas de aparato de seguridad del Estado y las profundas divisiones en el seno del régimen vulneran a Calderón, pero además, que es otro factor que debilita aún más a actual gobierno, alimenta a sobre manera las sospechas de que la muerte del Mouriño fue producto de un atentado, sepultando los reiterados esfuerzos para convencernos de que se trató de un accidente.
Vivimos una época especialmente convulsiva y cargada de importantes acontecimientos. Se trata de un periodo que por su naturaleza ayudará al proletariado a sacar conclusiones políticas muy importantes, nutriendo de nuevos brios y energía al proceso revolucionario que se ha abierto en México desde el 2006. Como nunca en varias décadas la lucha por el socialismo se presenta como una cuestión más que vigente, además de una necesidad histórica. El viento sopla y sopla verdaderamente fuerte a favor de las ideas de Carlos Marx.