Este 1º de enero el EZLN cumplirá un aniversario más de su levantamiento, en lo que quizá representa la crisis más profunda de su historia. Es verdad que los medios masivos de la burguesía no trasmiten nada con respecto al movimiento, es verdad que el gobierno es el principal responsable de la represión; pero también es cierto que la política sectaria de la dirección del EZLN es en gran medida responsable del estado más lamentable en el que se ha encontrado el EZLN desde el 94.

Dicho levantamiento desencadenó un movimiento social a nivel nacional y aglutinó a las demandas de buena parte de los explotados de nuestro país, las condiciones objetivas estaban dadas para impulsar una huelga general, la unidad de los trabajadores y la transformación radical de la sociedad; sin embargo, la política reformista de la dirigencia zapatista se encargó de desperdiciar una y otra vez ese inmenso potencial de transformación social; la política reformista se reflejó en el progresivo abandono de las demandas que habían aglutinado a la mayoría de la población -educación, salud, vivienda, empleo, etc- en favor de demandas reducidas a la autonomía indígena.

A partir de la sexta declaración la dirigencia del EZLN da un vuelco desde sus posiciones oportunistas (en donde se había, incluso, apoyado acríticamente a Cuahutémoc Cárdenas) a posiciones sectarias que han convertido al inmenso movimiento social en un pequeño grupúsculo separado del movimiento real de la clase trabajadora y ; una vez más la política errónea desperdició la oportunidad para plantear al movimiento aglutinado en torno a AMLO una política revolucionaria y haber impulsado al movimiento más allá de lo que sus dirigentes tenían planteado. A los ojos de la mayoría de los trabajadores la política de la dirección del EZLN fue la de el esquirolaje y eso los ha apartado de la mayoría de los acontecimientos de la lucha de clases más importantes de los últimos años: la única ocasión en que intentaron vincularse con un movimiento social (Atenco), sólo fue para intentar alejar del movimiento a todo aquel que no fuera adepto a "la otra campaña".

Finalmente de la Otra campaña no surgió absolutamente nada más que reuniones para lamentarse, el acoso a las comunidades zapatistas continúa y se recrudece, los caracoles se descomponen demostrando que es imposible "aldeas" socialistas en un mar capitalista y los compañeros de Atenco siguen encarcelados;  la "otra Campaña" se desinfló y desapareció sin dejar nada tras de sí. Por supuesto que las bases indígenas del EZLN son las menos culpables del estado lamentable del EZLN es la política que fluctúa entre el oportunismo y el sectarismo la que ha dado al traste con cada una de las iniciativas del EZLN.

Ahora cuando existe un movimiento obrero en acenso y las contradicciones del capital se desarrollan al máximo, en medio de una descomposición monumental de régimen y un movimiento revolucionario en asenso en América Latina, es posible el resurgimiento del EZLN sólo si adopta un política revolucionaria, planteando la unidad en la acción con las organizaciones de los trabajadores (incluido el movimiento en torno a AMLO, más los sindicatos) impulsando juntos una huelga general por la caída de Calderón.. Una política revolucionaria vinculada al movimiento real de la clase trabajadora es la única esperanza para que el movimiento resurja de sus propias ruinas.

Enero de 2009.

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