En México, como a nivel internacional, la burguesía  ha mostrado su incapacidad para ofrecer a los trabajadores un nivel de vida digno. Mientras los índices de pobreza, desempleo y miseria van en aumento, el narcotráfico y la delincuencia organizada se manifiestan de manera cada vez más escandalosa.

En su lucha por dominar el mercado de distribución, el narcotráfico se ha esmerado por mejorar sus aparatos militares, logrando la participación de policías, oficiales del ejército, miembros de cuerpos especiales, retirados o incluso activos. Informes de inteligencia han estimado que alrededor del 62% de los agentes policíacos del país, sean de corporaciones estatales, ministeriales, municipales o federales, han sido controlados por el narcotráfico, y las sumas que reciben mensualmente van de los 5 mil hasta los 70 mil pesos, cantidad que depende del rango, actividad, sector o zona a la que son adscritos. Tamaulipas, Nuevo León, Sonora, Chihuahua, Sinaloa, Baja California, Coahuila, Veracruz, Tabasco, Estado de México, Distrito Federal, Chiapas, Quintana Roo, Oaxaca, Puebla y Jalisco, son algunos de los estados que se ven afectados por esta situación (La Jornada, 01/Feb/09).

Los vínculos entre el narcotráfico y los gobiernos se evidencian desde el momento en que se sabe de cómo aquel se ha infiltrado, con la anuencia de éstos en las redes del poder, lo que sin duda alguna permite al Estado mantener a salvo sus intereses a costa de los que menos tienen. Para sostener esta mentira, el gobierno en turno destina recursos para promocionar en los medios de comunicación una lucha infructuosa contra el narcotráfico. Hoy sabemos que esta batalla hipócrita lanzada por este y otros gobiernos, sólo es un distractor para que los millones de explotados pierdan de vista las acciones de la burguesía en su afán por sacar el mayor provecho a una crisis causada por los grandes saqueos que ellos mismos realizan y que viene a afectar a las clases más desprotegidas.

Según se dice entran al país por el tráfico de drogas alrededor de 10 mil millones de dólares anuales ¿alguien en su sano juicio puede creer que esa entrada masiva de capitales sea indetectable para el gobierno? Ello sólo es posible si alguien en la estructura del poder lo permite.

Ahí tenemos el caso de Santiago Meza Flores, El Chago, quien deshizo en ácido al menos a 300 cadáveres en 2008 por órdenes de Teodoro García Simental, El Teo, ex operador del cártel de los hermanos Arellano Félix que ahora trabaja para el cártel de Sinaloa y que ocupaba el lugar número 20 en la lista de los más buscados por la FBI (La Jornada 24/Ene/09). A pesar de sus delitos, El Chago podría obtener la ridícula sentencia de 3 días a 2 años de prisión o pagar de 30 a 90 días de salario mínimo de multa, conforme al artículo 280 del Código Penal Federal, el cual prevé que este delito no es grave.

Otro caso muy sonado fue el de Laura Elena Zúñiga Huízar, Nuestra Belleza Sinaloa 2008, detenida el pasado 23 de diciembre en compañía de miembros del crimen organizado, entre ellos su novio Orlando García Urquiza, líder del cártel de Juárez. Esta ex-reina de belleza recuperó su libertad luego de que el Ministerio Público Federal estimó que la joven no tiene vínculos con actividades criminales; sin embargo, existen mujeres encarceladas por tener vínculos con narcotraficantes de mucha menor jerarquía (La Jornada 31/ene/09).

En realidad el Estado en el combate al narco, funge el papel de un elemento de contrapeso, cuando una banda ha rebasado ciertos límites en cuanto a poder, se le trata de limitar, ya sea permitiendo que los otros grupos la golpeen o deteniendo a un par de cabecillas. Es parte del show burgués para continuar con la función capitalista. Así, si el Estado luchara realmente contra el narcotráfico sería un suicidio dado los vínculos que mantienen entre sí.

La alternativa

Ante este panorama, lo congruente es crear grupos de autodefensa, en cada pueblo o barrio afectado por la acción criminal y al mismo tiempo actuar de manera organizada en contra de los centros de distribución de droga formando comités locales de vigilancia que permitan su desmantelamiento.

Nuestra lucha pues, va más allá de echar al gobierno espurio. Se trata de organizarnos para desmembrar a la burguesía que es la que en realidad controla los designios de millones de hombres y mujeres en el mundo, incluyendo desde luego a quienes operan desde la cúpula del Estado; es decir, nuestra lucha debe arrancar las raíces del sistema capitalista (la propiedad privada de los medios de producción) y con ello dar paso a una economía nacionalizada bajo el control directo de los trabajadores organizados en una gran asamblea de representantes que dirijan, a partir de las necesidades más apremiantes de las masas, un estado de los trabajadores.

¡Sólo el socialismo nos librará de este cáncer que padece nuestra sociedad!
¡Únete a Militante y lucha con nosotros por estas ideas!


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