Atónito, en compañía de los respectivos secretarios de Salud estatales del Distrito Federal y del Estado de México, el Dr. José Ángel Córdova Villalobos, secretario federal de Salud, en conferencia de prensa del pasado jueves 23 de abril desarrollada a las 11 de la noche, hacía el primer reconocimiento público respecto al serio problema de salud pública desatado a partir de la aparición de una nueva cepa del virus de influenza, la H1N1, que evolucionó a partir de la fiebre porcina. Para ese momento ya se hablaba en los medios de un par de decenas de decesos a partir de esa enfermedad. Además de las diferentes medidas sanitarias anunciadas, en esa misma conferencia se informó sobre la suspensión de actividades hasta nuevo aviso en todos los niveles del sistema educativo de la Ciudad de México y del Estado de México.
Un par de días después, el sábado 26, en una nueva conferencia de prensa el gobierno federal anunciaría que la suspensión de las actividades académicas se extenderá hasta el 6 de mayo, incluyendo en este caso ya al sistema educativo de San Luis Potosí, entidad en la que ya se registraban al menos 20 decesos.
Por su parte, ese mismo sábado la Organización Mundial de la Salud (OMS) declararía públicamente que, dada la magnitud de la crisis de salud pública en México, el mundo está ante “una pandemia potencial”; es decir, ante una epidemia que afecta al mismo tiempo a muchos países en el mundo y, al ser producida por un virus nuevo, puede ocasionar un cuadro clínico de mayor severidad.
Todos estos factores obligaron este domingo a las autoridades de los Estados Unidos, país en el que ya se ha registrado 20 contagios, a declarar a esta nación en estado de emergencia de salud pública, razón que motivó también el reforzamiento con efectivos del ejército yanqui de su frontera con México. Por otro lado, al sur de México, Guatemala ha declarado la alerta amarilla y está tomando medidas para tratar de impedir que el virus traspase su frontera.
Esta era algunas reacciones ante un panorama en el cual ya se hablaba en México de mil 384 “posibles contagios” y 81 fallecimientos, de los cuales en 22 casos existían evidencias plenas de que acontecieron a consecuencia del contagio de este nuevo virus de influenza. El primer deceso se registraría en el estado de Oaxaca el pasado 13 de abril.
En medio de una enorme confusión y medidas tomadas de forma abrupta por parte del gobierno federal hemos visto en los últimos días un enorme movimiento de temor. La llamada influenza porcina ha logrado paralizar una de las ciudades más grandes del mundo: los parques, plazas públicas y centros recreativos se han visto vacíos. Es claro que hay un peligro latente pero, ¿de qué estamos hablando exactamente?
¿Qué es la influenza?
Cuando oímos hablar en los medios de comunicación masiva sobre la influenza por lo general se puede confundir pues se pueden referir a dos cosas, por un lado pueden estar hablando de un cuadro sintomático respiratorio (dolores de cabeza, dolor general del cuerpo y garganta, etc.). Por ejemplo en Estados Unidos se le llama “flu” al cuadro sintomático de gripe, refiriéndose a la influenza. Por otro lado y en términos más científicos se puede estar hablando de una familia de virus, el género de un tipo de virus.
Por lo regular de lo que habla todo el mundo es de lo primero, el cuadro de gripe que puede ser generado por diferentes virus; es decir que cuando nos referimos a la influenza estamos hablando de que existe un cuadro de enfermedades que puede ser causado por diferentes virus.
Cada año, principalmente en temporadas de frío, se desarrollan cuadros de enfermedades respiratorias, es decir de la familia de la influenza. En cada una de estas temporadas el contagio es grande, principalmente porque la gente se amontona en el transporte público y en diferentes lugares. Siempre en esas fechas la Secretaría de Salud espera una cantidad de muertes ya que los diferentes virus atacan y la respuesta de cada cuerpo al virus es diferente.
La diferencia fundamental del virus que ahora está azotando a algunos estados de la República y a algunos otros países es que es altamente contagioso, basta que se haya estado cerca con alguien infectado para que lo puedas albergar en tu cuerpo, y lógicamente que si los contagiados se disparan exponencialmente el índice de mortandad también lo hace.
Es por eso que el gobierno ahora quiere por todos los medios evitar el contagio masivo, si controla eso en una primera instancia lo que controlará también es que el índice de defunciones para que no siga aumentando.
Lo que no se comprende es por qué si desde el 2007 México, Canadá y EEUU realizaron un plan ante una posible pandemia por influenza, no se habían tomado medidas preventivas para evitar lo que ahora estamos viviendo:
“Titulado Plan de América del Norte para la Influenza Aviar y Pandémica, el documento obliga a las partes a compartir información "de una manera abierta, oportuna y transparente" cuando ocurra un brote como el que ahora padece México.” Y más adelante sigue “El temor está fundado. De acuerdo con lo señalado en el plan que forma parte de la Alianza para la Seguridad y Prosperidad en América del Norte (ASPAN), firmada en marzo de 2006, un pandemia por influenza aviar o una variación de ella, tarde o temprano podría ocurrir en la región.” (http://proceso.com.mx/opinion_articulo.php?articulo=68271)
Las medidas que ha tomado el gobierno
A eso se debe principalmente las suspensión de actos públicos, el cierre de clases en las escuelas y todas las demás medidas que se han tomado. La pregunta que se tendría que hacer uno es: ¿por qué entonces el gobierno y los medios de comunicación no informan claramente esta situación? Prefieren causar un shock en la sociedad por la forma en las que se dan a conocer las medidas, por ejemplo suspender las clases en las escuelas de un día para otro sin ningún tipo de información previa que explique claramente las cosas.
Hay dos razones a mi parecer por las cuales el gobierno no dice toda la verdad, por un lado es una cuestión médica y la otra es más política.
Sobre la cuestión médica, es claro que existen condiciones sociales para que el virus se extienda rápidamente, como por ejemplo la sobrepoblación y masificación de los lugares públicos. Sin embargo también hay acusaciones sobre negligencia para controlar y atender a los enfermos. No se puede explicar que después de los primeros fallecimientos por estas causas no se informara de forma generalizada de esta cuestión, sólo fue hasta que salió de forma abrupta en los medios de comunicación la cifra de muertos para que comenzaran a salir a flote los más de mil infectados por el virus.
La falta de recursos, la insuficiencia de doctores en las entidades de salud pública son el principal causante de estos descuidos. Si existiera una política de contratación de personal para que atiendan de mejor manera y personalizada a los trabajadores y sus familias la respuesta hubiera sido mucho más rápida para evitar esta crisis. De igual forma si el PAN no utilizara con fines propagandísticos y políticos los programas de seguridad social como Oportunidades o el Seguro Popular, estaríamos hablando de una cosa totalmente distinta.
La cuestión política es que el gobierno trata de desviar la atención de los trabajadores en el momento en que la violencia es incontrolable por causa del narcotráfico. Además el desempleo sigue aumentando y en general los efectos de la crisis se sienten en todo su apogeo. En realidad lo que el gobierno hace es jugar con los sentimientos de la mayoría de la población, y no por las medidas sino la forma de manejar la información y cómo se utilizan las medidas. La forma en que se informa recuerda mucho lo del llamado Chupacabras, y lo que conlleva esto es a una desorientación, desconfianza e incluso rabia de la gente pues no le cree a este gobierno. Para Calderón es preferible causar un shock y con esto paralizar momentáneamente las luchas de los trabajadores.
¿Este virus es altamente mortal?
Definitivamente NO, siempre y cuando haya una atención oportuna y con los medicamentos adecuados. Este virus, como ya lo explicamos, es altamente contagioso y mientras más contagiados existan, los índices de mortandad tenderán a subir, por eso es muy importante que se tomen todas las medidas que se han dado a conocer. Ahora mismo hay una alto índice de mortandad: “La Secretaría de Salud informó que hasta esta tarde se han reportado 81 muertos que podrían estar relacionados con la influenza o gripe porcina en México” (El Universal On line, 25 de abril de 2009). Si siguen aumentando los infectados la mortandad crecerá y viceversa.
Es importante mencionar que el periodo que es infeccioso y el tiempo cuando comienzan los primeros síntomas a veces no llegan a expresarse en la persona contagiada, o sea que puede ser infeccioso sin tener ningún síntoma. Por ejemplo tú puedes estar viajando por el metro o estar en tu casa y estas contagiando a la gente que está a tu alrededor, todo esto sin saberlo porque no tienes síntoma alguno y no se te presentan éstos hasta algunas horas o días después. Es por eso muy importante para disminuir la probabilidad de contagio, usar el cubrebocas aunque no veas a nadie con síntomas de gripa a tu alrededor.
No está de más comentar que este virus ha mutado, como muchos otros virus lo hacen. Incluso no es raro que los virus cambien tanto, el punto es que esté mutó y afecta a los humanos.
No todos los que ahora están infectados morirán, sólo si el gobierno comete errores garrafales, la mortandad se incrementara de forma abrupta.
La cura
Lo primero que tenemos que decir que para ningún tipo de virus hay una cura como tal, incluso para esas gripes pasajeras, lo que sí existe son medicamentos –virales- que ayudan a disminuir los efectos del virus en el cuerpo y que esté ataque con más fuerza las células. Ahora estos virales no se venden en cualquier farmacia y en aquéllas que se encuentran se necesita receta médica.
El gobierno ha dicho que se tiene esta medicina y que se utilizará, sin embargo no está claro que sea la cura por el hecho de que este virus es nuevo en el mundo. Se ha comentado que existen 6 mil millones de pesos para poder atender esta crisis, eso quiere decir que esos virales tendrán que ser comprados a una gran cadena internacional de medicamentos, cuando se podría, ahora mismo, poner a trabajar a los médicos, laboratorios, bacteriólogos, etc. para encontrar la sustancia activa de esos medicamentos y reproducirlos en masa para que se aplique a toda la población. De esto no se dice absolutamente nada. Esta es una cuestión importante, no puede estar por encima de la seguridad de miles o millones los intereses una firma farmacéutica o laboratorio privado.
Tenemos que explicar que para poder aliviarse también depende del cuerpo de cada persona. En realidad, siempre que se introduce a nuestro cuerpo un virus como éste, se tiene que esperar un tiempo para que el mismo cuerpo reaccione y desarrolle anticuerpos contra el virus y así se inmunice.
Nuevamente aquí nos topamos con el problema que siempre la gente que menos tiene y que está más desprotegida es la que más afectada se ve con este tipo de enfermedades. Una persona de clase alta o media alta no tiene problemas de este tipo porque su cuerpo está bien alimentado, va al doctor privado y en general tiene resueltos una serie de aspectos de salud y su cuerpo está en mejor situación de combatir a un virus como éste.
Las consecuencias económicas y políticas de esta enfermedad
Necesariamente la forma en que se ha abordado el problema de la salud en países como el nuestro donde al gobierno no le interesa, ni mucho menos, políticas preventivas tendrá un costo elevado en el terreno político y económico.
En los últimos días de contingencia las perdidas en pequeños negocios, centros de recreación, etc. han sido millonarias. En La Jornada podemos leer lo siguiente: “Es claro, por lo demás, que la crisis sanitaria que hoy se vive en México y en algunas regiones de Estados Unidos constituye en sí misma un factor de riesgo para la economía nacional y mundial: vale la pena recordar las estimaciones realizadas el año pasado por el Banco Mundial, en el sentido de que una pandemia de influenza significaría la pérdida de unos tres billones de dólares y redundaría en una caída cercana a 5 por ciento del producto interno bruto global.” (http://www.jornada.unam.mx/2009/04/26/index.php?section=edito)
De forma cínica escuchamos al Secretario del Trabajo y Previsión Social, Javier Lozano—o mejor conocido como el secretario de la patronal contra el trabajo y conquistas laborales—pedir a los empresarios que no descuenten dinero a sus trabajadores si éstos faltan por enfermedad. ¿Ante esta crisis por qué no se emite un bando en el Diario Oficial planteando que los trabajadores que caigan enfermos recibirán el 100% de su salario y todos los gastos de medicinas y manutención de su familia corre por cargo del gobierno, o en caso de fallecimiento el gobierno indemnice de por vida a la familia?
Es más, si el gobierno federal verdaderamente estuviera comprometido con la población para impedir que los estragos por esta epidemia sean mayores, al igual que lo hizo con el sistema educativo, debería decretar un paro de labores para evitar exponer a este peligro a millones de trabajadores en el DF y el Edomex; sin embargo, tal como lo expresó el propio secretario del Trabajo en la conferencia de prensa de este sábado, las autoridades solamente se limitaron a pedirle a los patrones “compresión” y “tolerancia” si es que un trabajador, dada las circunstancias, se ve obligado a llegar tarde a su trabajo o de plano a ausentarse.
Es evidente que los patrones manifestarán su “tolerancia” y “compresión” sancionado e incluso despidiendo a los trabajadores que enfrenten este tipo de problemas; pero lo que también es evidente que el gobierno y la forma en que está procediendo a este respecto, se traduce en poner por encima de todo, incluso sobre la salud de millones de trabajadores, los intereses y beneficios de los burgueses. Lo anterior adquiere más relevancia cuando, como lo reconoció el propio secretario de Salud, la inmensa mayoría de victimas por la epidemia de influenza se localizan entre personas en “edad productiva”, por emplear las palabras pronunciadas por ese mismo funcionario. Las simple y llanamente inexistentes medidas en el plano laboral ante esta epidemia, expresan con nitidez incuestionable la hipocresía del Estado y de Calderón, así como los intereses de clase que defienden éstos. No podía ser de otra forma bajo el capitalismo.
Lejos de eso, lo que se plantea en el dichoso Diario Oficial de la Federación es un decreto donde se permite ingresar a todo tipo de local o casa para controlar la epidemia, tomar “medidas” para evitar congregaciones de personas, incluyendo la clausura de locales, etc.
Si con esto se cree que será más efectivo el evitar contagios, nosotros creemos que no, por el contrario lo que estaríamos sentando es un precedente muy grave para violar las garantías individuales y derecho de asociación, ya de por sí mancilladas por este gobierno. El organizar e involucrar en pequeños comités de vecinos a la gente más activa de los barrios y sindicatos, en coordinación con trabajadores de la seguridad social para revisar, dar seguimiento a enfermos y detectar algún brote de epidemia en cada barrio sería más eficiente que esas medidas, pero aquí se presenta un obscuro fantasma para el gobierno: la organización independiente de los trabajadores, tal como lo fue en la Ciudad de México tras los sismos de 1985 con de las brigadas de auxilio y rescate, por ejemplo los Topos, que involucraron a miles y miles de jóvenes y trabajadores.
Por lo demás es una excelente oportunidad para poner todo tipo de trabas para la realización de la marcha del Primero de Mayo de este año, la cual se desarrollará en medio de fuertes ataques para los trabajadores.
La bancarrota del Sistema de Salud Pública
La crisis sanitaria que vivimos no es un hecho casual ni un accidente; tampoco se trata de un acontecimiento como los relatados en la Santa Biblia según los cuales toda clase de males, epidemias y plagas, son designio divino caen del cielo. La epidemia de influenza que padece el Valle de México, pero que ya afecta en mayor o menor medida a la mitad del territorio nacional pues en 16 entidades ya sea ha presentado cuando menos un caso de contagio, tiene hondas raíces materiales que se explican por medio de la política que ha impulsado el régimen desde 1983 cuando, de manera gradual pero constante, se empezó a reducir el gasto del Estado destinado a la salud pública.
Para el año 2000, el gobierno destinó una cantidad equivalente al 5.8% del Producto Interno Público (PIB) para la salud: IMSS, ISSSTE y Secretaría de Salud. Este porcentaje, ya de por sí limitado pues ese mismo año naciones como Argentina, Colombia y Uruguay destinaron en promedio el 8% de sus PIB para su red de salubridad pública, sufriría una abrupta caída en 2003 cuando apenas llegó al 2.8% del PIB. Si comparamos este porcentaje con el destinado por los diferentes países desarrollados, el cual oscila entre el 15 y 20 de sus respectivos PIB, podríamos decir que lo destinado por el gobierno mexicano para la salud pública es demasiado poco.
Ya en el año 2000 la OMS publicó una evaluación en la que califica a los deferentes sistemas de salud pública, colocando al mexicano en el número 64 de entre los distintos países del orbe; sin embargo a casi una década las cosas para la salud pública de México no sólo no han mejorado, sino que han empeorado. Una nueva evaluación de ese organismo internacional seguramente le daría un lugar aún mas bajo.
Para poder identificar en un plano mucho más concreto el impacto de esta política, nos podemos remitir al caso del IMSS, el cual durante los últimos años ha visto caer su presupuesto destinado por el Estado: en el 2004 esta cantidad llegó a los 139 mil 721 millones de pesos; en el 2005 dicha suma se redujo hasta los 127 mil 592 millones de pesos; pero ya en el 2006 la cifra se elevó apenas a los 113 mil 757 millones. En dos años el IMSS sufrió un recorte superior a los 25 mil millones de pesos.
El IMSS se deteriora y no sólo por los recortes del Estado, sino por el servilismo de sus altos directivos hacia los patrones. Por ejemplo en el 2006 esta institución condonó a los empresarios, después de varias reestructuraciones y descuentos, 13.5 millones de pesos por cuotas no cuberitas. A este respecto la desfachatez y el cinismo de las autoridades no tiene límites y en plena crisis higiénica cuando los recursos financieros son más valiosos que nunca, este 22 de abril, el IMSS decidió condonar otros 50 millones de pesos en cartera vencida a mil 500 empresas.
En México el número de trabajadores supera los 40 millones de personas, pero la inmensa mayoría, dado que se encuentran en el subempleo o posee empleos precarios (son mínimanente 10 millones los que se ubican en esta situación) carecen de toda clase de seguridad social. Para junio de 2007 el IMSS tenía afiliados a 14 millones 351 mil 353 trabajadores y sus familias; el ISSSTE por su parte ese mismo año poseía una afiliación de 2 millones 31 mil 831 trabajadores al servicio del Estado. Ello quiere decir que más de 23 millones de trabajadores tuvieron que enfrentar el desamparo sanitario.
Ante esta última realidad el Estado, de manera fraudulenta y como una acción más de búsqueda de legitimidad y de votos, ha querido salir al paso por medio del llamado Seguro Popular de Salud (SPS) el cual desde su creación en la administración de Fox tiene como objetivo lograr que en el 2010 el 100% de las familias que no están afiliadas al IMSS o al ISSSTE tengan cobertura médica. No obstante este objetivo y la demagogia de Calderón, las cifras y los resultados se estrellan en la cara del presidente espurio a apenas unos cuantos meses del 2010: un reciente estudio publicado por la Revista de Salud Pública editada en Bogota, Colombia, en diciembre del 2008, destaca que, citando cuatro ejemplos, en Chiapas, de los 3 millones 632 mil 291 habitantes sin seguridad social sólo han sido afiliados al SPS el 32.9%; en el caso de Oaxaca el porcentaje es de 24.8% de los 2 millones 827 mil 6 habitantes en esa situación; en Guerrero de los 2 millones 471 mil 50 habitantes sin IMSS y sin ISSSTE, sólo el 26.3% es sujeto a la cubertura del SPS; y en Michoacán las cosas marchan aun peor pues de los 2 millones 997 mil 567 pobladores de ese estado que el SPS tiene como objetivo, sólo ha logrado llegar al 12.3%.
Estos ejemplos marcan una tendencia sobre los verdaderos logros y alcances del Seguro Popular a nivel nacional y hasta dónde está en condiciones reales este programa de lograr su objetivo para el 2010; ello sin olvidar que es todo un mito la supuesta gratuidad del SSP pues la familias bajo su albergue son sujetas a pagos de cuotas anuales, que dependiendo de sus ingresos, pueden llegar a los 6 mil 300 pesos. Incluso una cifra significativamente menor resulta exorbitante e impagable para los millones que viven en pobreza extrema que es para los que, supuestamente, esta diseñado el Seguro Popular.
Si el SPS estuviera marchando con paso firme y de acuerdo a los objetivos del gobierno, el Banco Mundial no podría emitir balances como el expuesto en abril del año pasado en el que destaca que en nuestro país sólo cuatro de cada 10 mexicanos en edad de trabajar tiene acceso a la seguridad social.
Monopolios farmacéuticos y privatización de la medicina
Otra realidad que salta a los ojos al momento de buscar una explicación sobre la crisis sanitaria que padecemos es el gradual, pero a pasos agigantados, proceso de privatización de la salud, factor que inevitablemente distancia cada vez a mas mexicanos de los servicios médicos. A mayor desmantelamiento del sistema de salud pública, corresponde mayor rango de maniobra y más mercado para las instituciones privadas. El deterioro de la primera y el desarrollo de la segunda pueden ser evaluados fácilmente si compramos los datos del 2003 según los cuales, como lo explicamos mas arriba, en ese año la inversión del Estado en su sistema de salud equivalió al 2.8% del PIB, mientras que el gasto de familias en servicios de medicina privada alcanzaron una cantidad similar a la del 3.3% del PIB de ese mismo año. Pero cuando valoramos también el porcentaje de la población que tiene acceso a la medicina privada, la desproporción resulta aún más evidente, pues ésta sólo cubre al 25% de la población total del país. El resto de la población, el 75%, tiene que cubrir su demanda de salud con una cantidad de dinero menor al que absorbe la medicina privada por otorgar sus servicios.
A casi tres décadas de que los gobiernos del PRI y del PAN iniciaron con el desmantelamiento del sistema de salud pública, el régimen ha creado un fabuloso mercado que arroja cuantiosas ganancias para la burguesía. Por ejemplo, tan sólo el Grupo Ángeles Servicios de Salud, consorcio cuyo ejemplo es el del principal exponente de la privatización de la medicina, en 2003 reportó ganancias por superiores a los 7 mil millones de pesos.
Para la industria farmacéutica la salud de los mexicanos también ha sido un más que rentable negocio. En México existen 220 laboratorios que se diputan un mercado con un valor anual nada despreciable de 12 mil 500 millones de dólares. No obstante el número de laboratorios, solamente 10 de estos acaparan el 90% del mercado nacional, siendo las principales beneficiaras multinacionales como Pfizer, principal monopolio mundial que obtiene ganancias anuales netas de 45 mil millones de dólares. Pfizer y otras nueve multinacionales de ramo acaparan el 58.4% del mercado mundial de medicamentos; traducido en dólares dicho porcentaje alcanza la cuantiosa cantidad de los 322 mil millones anuales.
Los monopolios imponen condiciones a los gobiernos sobre sus políticas de salud pública a seguir e imponen condiciones en el mercado especulando con los medicamentos y sus precios, además de favorecer la intermediación entre la producción y el consumo, cuestión esta última de la que se ven siempre favorecidos ya sea de manera directa o indirecta. En los hechos ellos son los dueños de la salud y de la vida y la muerte de millones de seres humanos en todo el planeta.
El monopolio y la especulación sobre los medicamentos, dos caras de la misma moneda, hacen también que los precios se encarezcan a sobre manera. Un ejemplo a destacar es el del gobierno de Zedillo, autor de una de las principales y más enérgicas contrarreformas al IMSS, durante el cual, entre 1996 y 1998, los medicamentos experimentaron un incremento del 200% en su precio.
De acuerdo a un estudio publicado en 2003 en el portal especializado en medicina, imagenmedia.com, se calcula que un medicamento que en esos tiempos tenía un costo promedio de fabricación de 52 pesos era adquirido por los intermediarios a 78 pesos, para después ser vendido a 100 pesos al consumidor final. Aquí, tanto el laboratorio como los comercializadores se llevaron una buena tajada a costa del enfermo. Según los analistas, las prácticas monopolizadoras y especuladoras de los grandes laboratorios y empresas comercializadoras provocan que en México los precios de los medicamentos se inflen entre un 60 y 80%.
La salud: un problema de clase
Como hemos visto, la actual crisis sanitaria a causa de la epidemia de influenza provocada por un nuevo virus, está lejos de ser un hecho casual. Al contrario, con sus políticas el régimen y la burguesía se han encargado de gradualmente ir haciendo de la salud un privilegio. A lado de aquellos trabajadores que gozan de seguridad social, están millones que simplemente están abandonados a su suerte. Pero incluso aquellos que están afiliados a IMSS o al ISSSTE tienen que padecer todos los días un servicio deficiente, saturado y que no puede cubrir satisfactoriamente las expectativas médicas de millones de trabajadores y sus familias. El buen servicio existe, pero está en las instituciones privadas y cuesta tanto que se trata de un sistema que queda más que lejos del alcance de la inmensa mayoría de mexicanos; solamente el grupúsculo que cuantitativamente representa la burguesía, porque lo puede pagar, tiene un acceso garantizado a servicios de salud de calidad que proporcionan los hospitales privados, pues incluso la pequeña burguesía sólo puede acceder a éstos de manera limitada.
Medicamentos caros, servicios médicos públicos cada vez más insuficientes y deficientes, medicina privada, etcétera, han creado una distancia significativa entre millones de familias trabajadoras y campesinas y su derecho a un sistema de salud digno y de calidad. Siendo esto así, todo ese fenómeno aderezado por más de 50 millones de mexicanos que se hunden en la miseria, ha creado un caldo de cultivo más que adecuado y favorable para el desarrollo de todo tipo de enfermedades y epidemias. Porque la pobreza entre millones quiere decir además de millones con escaso o de plano nulo acceso al ya de por sí ineficiente sistema de salud pública, millones que no tienen acceso a servicios básicos como agua potable y alcantarillado; quiere decir millones viviendo en hacinamiento y millones de hambrientos y mal nutridos. Todos estos factores combinados crean el sustrato idóneo para que la gente enferme con facilidad y para el desarrollo de toda clase de epidemias.
Las epidemias son un asunto de gente pobre. ¿Cómo no estar padeciendo la emergencia médica que vivimos hoy día cuando mínimanente la mitad de la población en México es forzada a vivir bajo las condiciones antes descritas? ¿Cómo no se va a trasformar este virus de la influenza en una emergencia médica que ya prácticamente ha paralizado a la concentración urbana más grande del mundo, cuando millones de mexicanos son excluidos de los servicios de salud y otros millones más reciben una atención inadecuada?
Pero incluso, yendo un poco mas lejos aún, ¿cómo se puede explicar que México esté padeciendo esta epidemia cuando, de acuerdo a la Secretaria de Salud, la industria farmacéutica de nuestro país, prácticamente en su totalidad en manos de trasnacionales, ocupa en importancia el lugar número 9 en todo el mundo, el número 1 en toda América Latina? ¡¡¡Las ganancias anuales de la industria farmacéutica nacional ascienden a los 10 mil millones de dólares!!! Este es un estupendo ejemplo de la manera en que las necesidades sociales bajo el capitalismo no son correspondidas por el desarrollo de la producción. La ganancia es el único móvil de los empresarios, aunque ello requiera sacrificar a la inmensa mayoría.
La contradicción entre tener en México la novena industria farmacéutica más importante de todo el mundo y estar padeciendo en estos momentos una de las epidemias mas peligrosa de los últimos años experimentada por la humanidad, con un enorme potencial de transformase en pandemia, ejemplifica de manera muy clara los derroteros de la política del salud del Estado y sus objetivos para favorecer a la burguesía y su proyecto privatizador de los servicios de salud.
Esta política, combinada con los enormes márgenes de pobreza que padecemos y lo que ello implica, todo esto último también provocado por el capitalismo, es lo que está de fondo en la actual epidemia de influenza. Sin considerar estos factores no se puede explicar las cuestiones de fondo que en el terreno social le han abierto el camino a la influenza porcina para transformarla en una aterradora amenaza sobre millones de trabajadores y sus familias.
Siendo así, el desarrollo de esta epidemia tiene responsables: los gobiernos de derecha del PAN y del PRI, cuya representación hoy es encarnada por la administración de Calderón, promotores del desmantelamiento del sistema de salud pública para el impulso de la medicina privada, junto con la burguesía que al igual que en otras cosas no puede ver más allá de sus ganancias sin importar que el cotos lo tengan que pagar millones de trabajadores y sus familias con enfermedad y muerte.
Este epidemia de influenza es un serio aviso para los trabajadores de hasta dónde pueden llegar las funestas consecuencias de la política de salud del gobierno y la burguesía. No podemos esperar a que se presente otro caso como el de la pandemia de influenza que sacudió al mundo entero en1918 y que dejó en México un saldo de 500 mil muertos. La burguesía y su gobierno no han arrebatado nuestro derecho a la salud y tenemos que actuar ante de tener que pagar un costos mas caro por ello.
Tenemos que pasar a la ofensiva expropiando a los expropiadores, derrocando a Calderón y nacionalizando bajo control obrero a toda la industria farmacéutica y a todos los hospitales y clínicas privadas. También tenemos que luchar un seguro social universal de calidad y eficiente que ampare a la totalidad de familias trabajadoras del campo y de la ciudad, por la elevación significativa del gasto público para salud ampliando de esta manera el número de clínicas, hospitales y personal médico, así como el congelamiento y control irrestricto de los precios de medicamentos y demás insumos para la atención hospitalaria. Todo esto como parte de un programa que llame a luchar por erradicar la miseria y el desempleo arrebatándole a los burgueses su control sobre la industria, la banca y la tierra, para poner todas esas fuerzas al servicio de las necesidades sociales bajo una economía planificada y con un Estado obrero como rector; es decir bajo una sociedad socialista. Éste es el mejor y único camino para luchar contra esta epidemia de influenza e impedir que un día, tal como fue en 1918, una pandemia nos cobre a un costo muy elevado los efectos de la política burguesa de salud.