El malestar contra Mancera es bastante visible ahora, ya que prácticamente en cada movilización de la clase trabajadora y la juventud de la capital ha salido bastante patente el repudio hacia su gestión, esto no es casual ya que es la consecuencia directa de cómo a 17 años de la llegada del PRD al GDF su política y sus actores han dado un girado a la derecha, por lo que se han ido desdibujando las diferencias que, a pesar de todo, podía uno palpar en la ciudad respecto a otros gobiernos del resto del país, mayoritariamente gobernado por el PRI.

El giro a la derecha por parte del GDF puede apreciarse desde los últimos años del gobierno de Ebrard, pero sobre todo ahora con Mancera se acumulan los atropellos como los del pasado 12 de diciembre de 2012, l 10 de junio de 2013, el desalojo del campamento magisterial, el despliegue policial que impidió a la marcha por el 15 de mayo pasar del eje central y recientemente la represión en San Bartolo Ameyalco. Por otro lado está la aprobación de toda una serie de leyes locales que son un ataque a las condiciones de la clase trabajadora y un ataque de conquistas pasadas conquistadas por ésta misma. Por ejemplo, la privatización de servicios públicos como el agua y el servicio de recolección de basura, el descuido al mobiliario urbano, el abandono de la infraestructura del metro, el alza indiscriminada a todo el transporte de pasajeros. La imposición de proyectos como la supervía poniente, las obras de Ameyalco, el parque Bicentenario en Azcapotzalco, etc. La corrupción en obras públicas, el robo y el tráfico de influencias –del cual la línea 12 es el ejemplo más claro-.

Esto es el resultado del acercamiento de Mancera y la derecha perredista a los empresarios citadinos, con el gobierno federal, tanto panista como priista. Pero también del silencio y la omisión de la otrora ala izquierdista del PRD, con Encinas a la cabeza, ha decidido enterrarse a sí misma bajo el peso de los puestos federales y locales. También aquí entra AMLO, que ha cerrado deliberadamente los ojos a la realidad política del PRD, del DF y del GDF. En resumen, lo que tenemos es un cóctel molotov que en cualquier momento estallará.

La llegada de la izquierda al Gobierno de la ciudad, fue producto de diversas luchas pero sobre todo de dos: el movimiento urbano y popular tan extendido en la ciudad y sus alrededores desde los 70 y con fuerza en la década siguiente y, por el otro lado, la lucha electoral de 1988 con la creación del PRD un año después. Para 1997 la memoria de ambas luchas y de otras tantas estaba fresca. La convocatoria de elecciones en el DF solo fue un acicate más para el impulso popular que ya era incontenible y que el Régimen no podía controlar. Sin embargo mucho ha cambiado desde entonces. Hoy, acostumbrados a los Chuchos Ortega, Zambranos, Ebrards y Manceras es muy fácil olvidar que el PRD surgió de una lucha histórica que dotó por primera vez, desde la desaparición del marxismo en las filas del Partido Comunista a las masas laboriosas de una organización política, más que otra cosa, propia. Y que, en ese mismo sentido la llegada y permanencia de la izquierda en el gobierno capitalino desde 1997 es un paso histórico del progreso del movimiento y un recordatorio permanente del movimiento al Régimen, manteniendo fuerza en la capital, a las puertas del poder.

Con su política Mancera está borrado a pasos agigantados la línea divisora entre un gobierno de izquierda y de derecha, creando mucha confusión y escepticismo entre las masas, y favoreciendo a la vez al PRI y al PAN en su intento de reposicionarse en el DF. El pasado 1 de mayo Mancera públicamente desacreditaría a la política salarial del Régimen a la vez de culpar al modelo económico como responsable del marcado deterioro del nivel de ingresos de los trabajadores, además presentaría la propuesta para la elaboración y presentación de una iniciativa de una nueva ley de salarios mínimos que rija al DF y a nivel federal. Además el 23 de mayo el titular del GDF presentaría la Iniciativa de Ley del Sistema Integral de Atención y Apoyo a Estudiantes de Escuelas Públicas en el DF, con la cual se pretende elevar a rango de ley programas de becas a estudiantes como “Prepa sí”, etc., que evitaría que algún otro gobierno del DF los pueda retirar unilateralmente; así cualquier modificación al respecto tendría que ser primero sometida a debate y aprobación en la Asamblea Legislativa. Ambas medidas son un hecho positivo que sin embargo son eclipsadas por el papel de la policía capitalina al servicio de Peña y por otras políticas abiertamente antipopulares de parte de Mancera.

Por ello, si Mancera no pretende solamente lavarse la cara con iniciativas como la de elevar los salarios mínimos y además apuntalar legalmente los programas de becas escolares del DF, tiene que tomar medidas de fondo para redibujar claramente la línea que divide a la izquierda de la derecha, empezando por romper con Peña Nieta y su política, a sí mismo eliminar toda clase de represión contra el movimiento, tanto las leyes aprobadas en ese sentido así como el empleo de la policía capitalina; además deberá llamar a la unidad de los sindicatos y de la izquierda partidaria para movilizarse en defensa del salario, obligando en las calles a diputados y senadores para que aprueben una nueva Ley de salarios mínimos que verdaderamente satisfaga las demandas y requerimientos de los trabajadores.

Debemos dar una batalla desde las bases del movimiento sindical y popular, por sacar a la derecha que gobierna el DF a nombre de la izquierda y llevar al gobierno un programa de unidad en lucha por las necesidades de los trabajadores antes de que ellos acaben con las conquistas que la clase trabajadora ha logrado a través de las décadas pasadas.


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