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Soy madre de dos pequeños, maestra de jóvenes en formación, recientemente separada, trabajadora, hija, hermana, tía... Soy estudiante, nieta, el sustento de mi hogar... Soy indígena, vendedora en las calles y madre de 1 pequeño que trabaja diariamente a mi lado… Soy mujer... Somos muchas, en muchos roles... Pero ante todo somos humanos y la condición de género nos está volviendo presa de atrocidades, aberraciones, y está quedando impune...

¡Solo el pueblo puede salvar al pueblo!

Mara Fernanda Castilla Miranda, de 19 años, estudiante de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), secuestrada y asesinada tras una agresión sexual por el chofer del servicio de transporte, supuestamente seguro, de la empresa Cabify, un servicio degradado aceleradamente conforme a una realidad de corrupción y violencia en la que vivimos, pues el exceso de autorizaciones onerosas por parte de los distintos gobiernos para prestar el servicio, y conseguir altas ganancias, han llevado a Uber y Cabify a abatir sus niveles de exigencia para los nuevos conductores, procesando al vapor las solicitudes, pues su interés no es la seguridad de la gente, en este sistema, el interés versa en el mayor número de ganancias. 

Refieren posibilidades de que no sea un asesino aislado, sino que estén inmiscuidas redes de trata de personas, pues es sabido entre la población la existencia de redes de complicidad y protección entre empresarios, políticos y grupos delictivos en Puebla y Tlaxcala. Sin embargo, las investigaciones no se orientarán a desenmascarar a nadie de quién se encuentra en el poder político o económico. Una justicia y solución real solo será posible si el poder es de nuestra clase.

En una realidad de violencia contra las mujeres, las estadísticas de Puebla hablan. Cifras proporcionadas por Odesyr, las cuales no registran la totalidad de feminicidios, señalan que desde 2012 se han documentado 324 casos de feminicidio, es decir, que ¡cada cinco días una mujer es asesinada en este Estado! Y ¿qué pasa?

Aún más aberrante, de esos 324 casos, 318 homicidios siguen impunes, tan sólo seis han recibido una sentencia condenatoria de nuestro supuesto “Poder Judicial”. Somos revictimizadas ante una cultura machista, pese a ser agredidas física y sexualmente, siempre queda la sospecha machista: "si lo provocaste, si saliste a altas horas de la noche de fiesta, si te vestiste provocativa", ante ello somos enfáticos: no hay argumento válido, nuestra libertad, nuestro derecho a la vida ¡no es negociable! ¡No tiene que existir ningún condicionamiento para ello!

Por la presión ejercida en medios muy seguramente se sancionará a Cabify, y se procesara al conductor, pero quedarnos sin ver más allá, es algo que no pasará, cada día nos hacemos más conscientes de nuestra realidad, y la consciencia nos invita a la acción.

Como en el reciente caso de Lesvy, estudiante asesinada en Ciudad Universitaria, la indignación sobre este caso se expresó en las recientes marchas del domingo 17 de septiembre de 2017.  A esta rabia y frustración debemos darle un cauce, ORGANIZACIÓN. Debemos establecer mecanismos ágiles y eficaces para enfrentar la tragedia cotidiana de las desapariciones y asesinatos de personas, y en este caso particular, de mujeres.

Desde Libres y Combativas te exhortamos a sumarte a la organización, de la mano de nuestros compañeros de clase, nuestros enemigos no son los hombres, es este sistema que se basa en la opresión y reproducción de ideas retrógradas, a quien le beneficia tenernos subyugadas y nos orilla a vivir con miedo, pero ¡NO!, el miedo no es nuestra forma de vida, ganamos consciencia y vamos a luchar por nuestra vida, libertad y la de nuestra clase.


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