Venezuela vive momentos cruciales tras la decisión temporal del Tribunal Superior de Justicia de (TSJ) de asumir las funciones de la Asamblea Nacional (AN), ello el pasado 30 de marzo. La AN, dominada por la derecha, ha sido transformada en un bastión de la burguesía y del imperialismo para socavar los ánimos revolucionarios del pueblo trabajador venezolano.
La medida del gobierno de Nicolás Maduro inmediatamente fue vista por toda la derecha internacional y sus medios masivos de información, como una magnífica oportunidad para intentar arrinconar al pueblo venezolano a través de toda serie de amenazas, incluida la hecha de manera velada por el jefe del Comando Sur de Estados Unidos, almirante Kurt W. Tidd, quien insinuara el uso de la fuerza velica para solucionar lo que él llamó la “crisis humanitaria” que se vive en aquel país.
Por su parte la derecha mexicana no se ha mantenido al margen del putrefacto coro contrarrevolucionario y a través de Peña Nieto manifestó su apoyo a las acciones reaccionaras e injerencistas que pretende imponer la Organización de Estados Americanos (OEA) contra el gobierno bolivariano, todo ello a nombre de la “democracia”. Acto seguido, Peña se reuniría con Lilian Tintori, esposa de Leopoldo López, jefe máximo de la contrarrevolución venezolana encarcelado por su responsabilidad ante evidentes actos de sabotaje contra las conquistas de la revolución; el resultado de la entrevista, de acuerdo a Lilian Tintori, sería el compromiso de Peña por “retornar la democracia” a Venezuela.
Escalada injerencista
Las presiones de la derecha mexicana no son nuevas y se remontan a las sistemáticas declaraciones de Fox al frente del gobierno (2000-2006) denostando a las conquistas de la revolución e incluso justificando el golpe de Estado de 2002 contra Chávez. Los reiterados ataques de Fox pusieron en un punto de quiebre la relaciones diplomáticas entre ambos países tras la IV Cumbre de las Américas (Mar del Plata, 2005) cuando el mandatario mexicano arremetió contra Chávez al ser éste quien liderara un frente de mandatarios (Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador…) para frenar las maniobras de la OEA para usar dicha reunión a favor del ALCA.
Por su parte Calderón (2006-2012) mantuvo una tónica muy similar contra Venezuela por medio de declaraciones y a través de sus agentes del PAN, quienes mantuvieron durante todos esos años contacto directo con Leopoldo López, coordinando acciones contra la revolución bolivariana. Ya como expresidente Calderón continuó en el mismo camino, razón por la cual finalmente sería declarado como persona “non grata” por las autoridades venezolanas en junio de 2015.
¡Y ahora a éste coro de ángeles se le une el nada menos “democrático” Peña Nieto!
Pandilla de hipócritas
Es de llamar la atención los llamados de esa trinca de gánster a defender la democracia; defensa que sólo es entendida por ellos como toda aquella medida que aniquile los ánimos revolucionarios del pueblo trabajador venezolano. ¿Pero qué clase de democracia defienden esta tercia de pandilleros? Ellos defienden la “democracia” que mantuvo al PAN y al PRI en el poder por medio de los fraudes electorales del 2016 y 2012; reivindican la “democracia” que a ellos y sus familias los ha vuelto multimillonarios; a la “democracia” de las privatizaciones a costa de mandar a la pobreza a casi 70 millones de mexicanos; propugnan la “democracia” que por más de década y media ha sacado al ejército a las calles para en los hechos tomar control de los poblados campesinos e indígenas, así como de los barrios obreros para intentar inhibir infructuosamente lo ánimos de lucha del pueblo trabajador; ellos defienden a la “democracia” de los casi 30 mil desaparecidos y los 100 mil muertos en el marco de la supuesta “guerra contra el narco”, todas ellas cifras que hacen padecer a las de las dictaduras de Pinochet en Chile o a las de la junta militar argentina.
Internacionalismo
Esa es la ejemplar “democracia” mexicana y desde la cual Peña y sus antecesores atacan a Venezuela, pues temen que el pundonor y la resistencia demostrada por los trabajadores de ese país durante ya caso dos décadas, sigan siendo ejemplo para nosotros los trabajadores mexicanos y del resto de América Latina, sobre el camino a seguir contra el imperialismo y en la lucha por nuestros intereses.
Es por eso que la defensa de la revolución bolivariana contra la ofensiva multinacional e imperialista orquestada por la OEA y a la cual se ha unido Peña Nieto debe ser también obra de los trabajadores y la juventud mexicana organizando un frente común con los obreros, campesinos y estudiantes de todo nuestro continente, que se movilice en cada uno de nuestros paises contra todas aquellas fuerzas reaccionarias que pretendan arrodillar a los trabajadores y al pueblo.
Pero para que la lucha y la revolución pueda avanzar y que ésta no sólo sea un capítulo más de resistencia, las acciones internacionalistas que desarrollemos deben de ir acompañadas en la insistencia de corregir el rumbo de la revolución, hace falta apartar a todos aquellos oportunistas que se sumaron al movimiento bolivariano con el objetivo de conseguir un buen cargo desde el que beneficiarse de la revolución y que hoy tienen más en común con los ricos que con los trabajadores. Hay que desechar a los arribistas y acabar con ese cáncer de la revolución que se llama burocracia, tal como señaló Hugo Chávez. Hace falta que todo el poder político y económico pase efectivamente a los trabajadores, a la juventud, a los oprimidos de Venezuela. Es el momento para que el gobierno bolivariano tome medidas socialistas efectivas para acabar definitivamente con el capitalismo. Ese es el camino para despertar el entusiasmo de la población, para resolver las graves carencias que hoy amenazan a la revolución, y para movilizar la solidaridad de todos los pueblos del mundo.