La reciente crisis bancaria ocurrida en nuestro país, pone en evidencia una vez mas lo que los marxistas revolucionarios hemos venido sosteniendo desde hace tiempo sobre la necesidad imperiosa de nacionalizar la banca para poder garantizar la viabilidad del proceso revolucionario.
Hemos venido presenciando como a pesar de los incesantes llamamientos y decretos hechos por el gobierno para que la banca privada oriente mayores recursos para el otorgamiento de créditos al consumo, la compra de viviendas, las cooperativas o a sectores productivos pequeños y medianos, los mismos son burlados una y otra vez por la banca burguesa, evidenciándose la contradicción irreconciliable entre el interés social del gobierno y el interés por la tasa de beneficio por parte de los capitalistas.
La actual crisis tiene la característica fundamental de vincular a un sector oportunista de la burguesía financiera nacional con sectores muy corrompidos y degradados de la burocracia gubernamental, quienes utilizando recursos y colocaciones públicas en pequeños bancos de reciente existencia ( Bolívar banco, Real, BanPro) y otros de mayor trayectoria como Canarias y Central, se dedicaron a adquirir empresas y a realizar inversiones financieras especulativas para su provecho personal, utilizando la figura del testaferro en la mayoría de los casos. Por esta razón, esta crisis afecto sólo en forma periférica al sistema bancario privado, ya que no involucró a los bancos más grandes a pesar de los esfuerzos que hizo un sector de la derecha mediática por generar una corrida generalizada que produjera una desestabilización del gobierno
¿Cómo acabar con la corrupción de la burocracia y la especulación capitalista?
La existencia de estos nexos entre un sector de la burocracia y la burguesía ha venido siendo denunciada desde el PSUV y otros espacios revolucionarios por diversos voceros y grupos de trabajadores. Es el caso de Mercal, por ejemplo, donde es público y notorio las millonarias compras que se realizan al grupo Polar; o el caso de la ejecución de obras públicas, donde se realizan contratos con empresas privadas de la construcción nacionales y extranjeras, que encarecen enormemente los costos, ante la vista gorda de funcionarios de ministerios, gobernaciones y alcaldías, quienes por supuesto cobran jugosas comisiones. En el caso de las obras públicas, es lamentable como en muchos casos, además del sobreprecio, las mismas son retardadas largamente en su ejecución y en otros casos dejadas inconclusas.
Llama la atención, el retardo por parte de los organismos del Estado encargados de supervisar la actividad financiera, en detectar las irregularidades que comprometían el patrimonio de dichas instituciones, lo cual revela que la madeja de complicidades y corruptelas también existe dentro de estos entes.
Pero también es de resaltar la forma acertada y eficaz como el Presidente Chávez abordó la situación, tanto desde el punto de vista de las medidas tomadas como en el manejo mediático de la situación, logrando conjurar la conspiración que comenzó a fraguarse en un sector de la derecha. Luce nuevamente la figura de Chávez, como el solitario justiciero, que pone las cosas en su lugar ante un aparato burocrático cómplice y cruzado de brazos. Chávez no vaciló en advertir a la derecha sobre la nacionalización de toda la banca, en caso de proseguir la ola desestabilizadora y esta firmeza lleno de temor a los banqueros quienes detuvieron la jugada.
¡Estatización bajo control obrero¡
Cabe ahora hacer el balance de todo lo ocurrido a la luz del futuro. Las medidas de detención tomadas en contra de altos funcionarios vinculados a los bancos intervenidos, incluso el hermano de un ministro, han levantado la moral de los sectores revolucionarios y la imagen del gobierno en general, pero no es suficiente. Hay plena conciencia en la población de que la pústula es muy grande y grandes deseos de que se profundice la investigación y se haga justicia caiga quien caiga como ha dicho el propio presidente.
Pero mas allá de la coyuntura, para los marxistas revolucionarios la lección más importante es poner en evidencia, una vez más, que es imposible seguir adelante con el proceso revolucionario mientras no se derrumbe por completo el Estado burgués con su estructura jerárquica, sin controles efectivos y con sus métodos corruptos. De nada va a valer la buena intención del Presidente en “depurar” los organismos si la misma no va acompañada por la sustitución de la actual estructura (todavía capitalista) del estado por un estado bajo control de los trabajadores, basado en la elegibilidad y revocabilidad de todos los cargos, que ninguno perciba más del salario de un trabajador cualificado y la rendición, etc. De lo contrario, si estas medidas no son aplicadas, un burócrata será sustituido por otro funcionario que terminará siendo otro burócrata corrupto, es la lógica del sistema.
Esta lección le enseña al pueblo, que sólo nacionalizando la banca, y poniéndola bajo estricto control de consejos conformados por sus trabajadores, empleados y ahorristas, así como por el conjunto de la clase obrera, será posible tener una banca honesta y al servicio del desarrollo nacional. Es necesario redoblar esfuerzos para que los delegados del Congreso Extraordinario del PSUV se eduquen, como ha señalado el Presidente, en las ideas del marxismo y el socialismo científico a fin de definir el verdadero rumbo socialista de la revolución venezolana, esto es tarea fundamental para los marxistas en la hora actual.