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En los últimos años hemos sido testigos de un aumento considerable de la delincuencia, tan sólo por citar un ejemplo el robo a transporte de carga ha aumentado en el primer semestre del año cerca del 30%, del cual aproximadamente de la mitad (47%) han ocurrido en la zona metropolitana del DF y Estado de México según datos de la  Asociación Mexicana de Empresas de Seguridad Privada e Industria Satelital (AMESIS).

La crisis social por la que atraviesa el país es sólo una expresión de la crisis orgánica de un sistema que es incapaz de ofrecer una alternativa a la sociedad: el capitalismo. Y es que la crisis por la que atraviesa la sociedad mexicana no es solo producto de la delincuencia como pretende señalar el gobierno espurio de Calderón, pues dicho fenómeno sólo una consecuencia de la acumulación de las contradicciones del capitalismo y la burguesía; bajos salarios, desempleo, ínfimo acceso a la educación, pobreza, etcétera es lo que la burguesía y Calderón nos ofrecen a los trabajadores.

Los intentos de linchamiento que hemos visto en los últimos días no son sino el reflejo del hartazgo de los trabajadores y demás sectores oprimidos que se expresan contra la incapacidad del gobierno para garantizar la seguridad de nuestras condiciones de vida, ya bastante deplorables. Aunque los medios masivos de comunicación, la mayoría propiedad de la gran burguesía mexicana, han intentado orientar el debate en torno únicamente al distrito federal, casos como el de Ecatepec, Estado de México, del 18 de mayo o bien el más reciente en las cercanías de Toluca, demuestran que el hartazgo también se está expresando también en el estado de “la gaviota”.

Pero hay que decir en primer lugar que la delincuencia es en su mayoría producto de la falta de oportunidades. No es una casualidad el aumento de la participación de jóvenes en actos delictivos dada la falta de oportunidades de educación, empleo y libre esparcimiento. Aunque en este mismo rubro hay que decir que paras la burguesía los jóvenes son delincuentes por naturaleza y no porque ello así sea sino por que reconocen en la juventud a un sector sensible de la sociedad y que puede transformarse en la chispa que encienda la llama de la revolución.

La alerta roja que se ha encendido dentro de la intelectualidad burguesa en torno a los ninis (jóvenes que ni estudian ni trabajan), quienes representan el 30% de los jóvenes entre 15 y 29 años de edad, es sólo un reflejo del miedo que le tienen a la juventud. El ejemplo más claro de ello ha sido el actual rector de la UNAM, José Narro Robles, quien ha insistido en torno a la problemática de la educación y las oportunidades para la juventud. Para él, esto “una vergüenza” que 7.5 millones de jóvenes se encuentren sin educación y sin empleo, como realmente deberían ser llamados sinsin, cuando durante las últimas dos décadas ha sido uno de los principales impulsores de la elitización de la máxima casa de estudios que se reflejó en medidas como el recorte a dos de los cuatro turnos del Colegio de Ciencias y Humanidades en 1996.

Es necesario insistir que la delincuencia es fundamentalmente producto de la falta de empleo que permita llevar a los hogares de los trabajadores en pan de cada día. La crisis económica por la que atraviesa el mundo es uno más de los factores que se agregan a las variables que han influido en la delincuencia. Y no es una casualidad pues este fenómeno es una expresión de la podredumbre social. Esta crisis es pues también uno de los acicates de la delincuencia por la que atraviesa el país. Según datos del INEGI el desempleo durante el segundo trimestre se ha aumentado 1% con respecto al mismo trimestre en 2009, situándose en 5.3% de la PEA para el periodo comprendido entre abril-junio del 2010. Claro estas cifras están completamente amañadas pues según la misma institución el desempleo en las grandes urbes es mayor (6.4%) que el de las zonas menos urbanizadas (5%). Y esto empeora si se analiza detalladamente los datos pues la tasa de desocupación por estados (Coahuila con 8.1%; Distrito Federal 7.4%; Querétaro 7.2%; Tabasco 7.0 %, Chihuahua y Tamaulipas 6.9%, Nuevo León 6.8%; Aguascalientes y el Estado de México 6.5%, Sonora y Tlaxcala 6.3%) dan muestra de que son justamente los éstos donde se encuentran las principales ciudades y centros industriales del país. Pero la farsa del pleno empleo aun no termina pues 12.8 millones de la PEA se encuentra en el sector informal, que representa 28.8% de ésta ¡Una tercera parte! Significa que el ingreso de ésta población no es regular sino fluctuante. Tan solo estos datos ya demuestran que el problema del desempleo y subempleo es bastante serio, con lo que el problema de la delincuencia no sólo se mantendrá sino incluso puede empeorar.

Otro factor importante que se agrega a los ya mencionados es la guerra perdida que Calderón encabeza contra el narcotráfico. El espurio pretendía usar la guerra contra el narcotráfico como un medio de legitimar su gobierno ante el fraude electoral del 2006, y como aprendiz de brujo que invoca fuerzas mucho mayores a las de su fuerza, éstas se han apoderado de la situación. El evidente fracaso de su guerra contra el narcotráfico no sólo envalentona a esta capa de zánganos, que como el defienden los intereses de sus ganancias, sino incluso puede animar a algunos sectores que, producto de las presiones para llevar algo de comer a casa, vean en la delincuencia una falsa alternativa al desempleo.

Son en general estos los factores que han animado el aumento de la delincuencia. Pero los trabajadores y jóvenes debemos ver en este problema, una cuestión de clase y no dejarnos guiar por los juicios y llamados histéricos de la burguesía y sus medios sobre este problema. A los trabajadores y jóvenes proletarios es difícil que nos secuestren pidiendo millones de pesos por nuestras vidas. Los medios masivos han explotado esta situación delicada para mediante llamados histéricos y poco claros, llaman a la sociedad a protestar contra la delincuencia; hay que recordar el caso Martí hace unos meses que incluso ha sido olvidado por los medios sin aparentemente razón alguna. La burguesía entiende la lucha contra la delincuencia sólo como la lucha contra quienes se atreven a despojarles de sus inmensos bienes. Para nosotros los trabajadores la delincuencia es más que el que nos despojen algún bien, pues atenta directamente contra nuestras condiciones de vida que son ya bastante deplorables.

Pero los explotados también sufrimos de la delincuencia de la burguesía, que para ellos es completamente legal cuando no nos pagan nuestros salarios completos, cuando no pagan derechos como la seguridad social, cuando no pagan liquidaciones si somos despedidos, cuando desaparecen nuestra empresa por serle incomoda a los intereses de su gobierno: es decir cuando mutilan y mancillan nuestros derechos laborales.

La mejor forma de resguardar nuestra integridad como la de nuestras condiciones de vida es mediante la organización, y en especial mediante la organización de comités barriales o coloniales y comités de fábrica que permitan una articulación de todos nosotros contra aquellos que pretendan atentar contra nuestra clase. La formación de cuadrillas de seguridad que estén subordinadas a estos comités puede ser alguna de las medidas que tomemos los jóvenes y trabajadores para resguardar nuestros bienes, es decir nuestras condiciones de vida. Pero como hemos explicado más arriba, la lucha contra la delincuencia pasa por aniquilar la base material que le permite desarrollarse: la decadencia del capitalismo. Nuestra lucha debe pasar de la defensiva a la ofensiva. Es decir tenemos sí que organizarnos contra los delincuentes que azoten nuestras colonias, pero a la par tenemos que dar una batalla por transformar nuestras condiciones laborales.

Los trabajadores tenemos que luchar por la reducción de la jornada laboral sin disminución de salario, que permitirá sectores en desempleo o subempleo se integren al trabajo con lo que degollaríamos el aumento de la delincuencia. Tan sólo este elemento garantizaría disminuir el capital humano de la delincuencia, que se traduciría en un paso adelante. Pero además de ello tendríamos que exigir la escala móvil de salario con respecto al aumento de la canasta básica, pues el sólo empleo no garantiza que las condiciones laborales mejoren. Ello significaría no sólo menor explotación hacia nosotros sino incluso permitiría mejorar nuestras condiciones de vida, pues la burguesía pretende cargar a nuestras espaldas la crisis que ellos han provocado que indudablemente significa malas condiciones de vida.

Los trabajadores tenemos que huir de la lumpenización, es decir de la degradación humana de nuestra clase. Claro que estas medidas pueden realizarse en unas fábricas con mayor o menor facilidad, pero ello en nada significa que por implementar estas medidas en nuestra fábrica ya todo está solucionado. Por el contrario la delincuencia al ser un problema de clase, tiene que ser solucionado por el conjunto de nuestra clase; para ello será importante llevar este tipo de propuestas a más compañeros trabajadores con lo que estas medidas se generalicen en el país. Ello hace necesario que pensemos en mecanismos mediante los cuales podamos articularlas por ejemplo entre distintos centros de trabajo mediantes comités regionales o de zona para una mayor garantía de erradicar la delincuencia de nuestros barrios y centros de trabajo.

Evidentemente la burguesía pondrá el grito en el cielo ante estas medidas contra la delincuencia, ante eso los trabajadores tenemos que tomar la fábrica y ponerla a funcionar bajo nuestro control, expropiando a la burguesía. Nosotros sabemos qué papel debemos de jugar en el proceso productivo, sabemos cómo manejar la maquinaria y hasta en qué podemos mejorar la producción en nuestros centros de trabajo. No necesitamos de los patrones que nos digan que hacer o como hacerlo, por el contrario ellos sí nos necesitan para echar a andar las fábricas. Somos los trabajadores quienes tenemos el poder de la sociedad en nuestras manos, somos quienes tenemos que luchar decididamente contra la delincuencia luchando por la mejora de nuestras condiciones de vida junto con la de nuestros hermanos de clase. La lucha por el socialismo es la verdadera y única lucha seria contra la delincuencia.


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