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La presente versión es un resumen del artículo publicado en la página de internet militante.org: La revolución de Independencia de 1810 El inicio de un largo proceso de revoluciones burguesas en México En el caso del proceso revolucionario de 1810, este no se puede explicar sin el conjunto de acontecimientos que se desataban en finales del siglo XVIII y principios del XIX. La revolución de independencia norteamericana, así como la revolución francesa habían generado una gran expectación en los sectores ilustrados del bajo clero y sectores medios del ejército en la posibilidad de una reforma que diera pie ala independencia de México. En 1808, en el marco de la invasión napoleónica a España había sido frustrado a sangre y fuego un intento, digamos “institucional” de independencia por parte de los funcionarios criollos del ayuntamiento de la ciudad de México. A finales del siglo XVII, en España, la casa de los Habsburgo (estirpe que gobernó durante los siglos anteriores) se queda sin descendencia y se inicia una lucha por la corona española. La victoria de los Borbones en la guerra de sucesión española, permitió al nuevo monarca emprender una serie de reformas cuyo fin era centralizar el gobierno, sanear las finanzas públicas y reorganizar las fuerzas armadas. Las reformas borbónicas hacían prácticamente imposible que un criollo ocupara algún cargo por lo que el rechazo a la corona era generalizado en este sector. Por otra parte algunos sectores de españoles peninsulares empezaron a ver con desagrado las nuevas reformas ya que consideraban que eran muy liberales, ellos tenían el poder político pero no el económico que lo tenían algunos criollos. En la Nueva España la conspiración inicio al tiempo que fue ocupada la península por Napoleón; propusieron la creación de una junta de Gobierno, semejante a las que funcionaban en España contra el invasor, con la esperanza de que le poder pasara al pueblo, es decir, a los criollos ricos. La reacción de los peninsulares no se hizo esperar. Temiendo que la colonia se independizara y con ello se acabara sus privilegios encarcelaron a los rebeldes.

El estallido

En la madrugada del 16 de septiembre de 1810, en el pueblo de Dolores, de la intendencia de Guanajuato, al mando del cura Miguel Hidalgo, cientos de campesinos, mineros, indígenas y mestizos se lanzaron a la insurrección. Pronto se vieron al frente de millares de entusiastas insurgentes, no era un cuerpo bien armado y disciplinado, ni estaba provisto de alimentos, pese a su desorganización, avanzaron incontenibles. Después de tomar Celaya, Guanajuato y Valladolid, Hidalgo se dirigió a la capital del país, pasando antes por le monte de la Cruces, el cual divide a Toluca del Valle de México. Ahí sostuvo un duro enfrentamiento con las tropas realistas donde por cierto, participó como capitán Agustín de Iturbide. Tras la victoria del ejercito insurgente, que ya contaba con más de 100 mil combatientes, el camino estaba totalmente abierto para la toma de la ciudad de México, sin embargo, Hidalgo decide regresar a Valladolid y marchar a Guadalajara, a pesar de los consejos de Allende, del entusiasmo de las masas y de la enorme simpatía que había despertado en las clases explotadas de la ciudad de México que lo veían como un libertador. Posiblemente quería evitar un saqueo y una masacre como la de Guanajuato, lo cierto es que la toma de la ciudad se hubiera dado con relativa facilidad. Finalmente el 21 de enero de 1811, las fuerzas insurgentes son derrotadas por el ejercito realista comandado por Calleja en la batalla del Puente de Calderón. Los dirigentes lograron escapar por poco tiempo. Allende fue fucilado el 26 de junio de 1811 e Hidalgo el 30 de julio del mismo año. Las cabezas de Miguel Hidalgo, Allende, Aldama, y Jiménez fueron colocadas, en octubre, en los cuatro ángulos de la Alhóndiga de Granaditas, en Guanajuato, como amenaza para las masas campesinas para que no se volvieran a levantar; sin embargo la revolución no terminaría aquí. En el sur, Morelos pasó de guerrillas a un ejército muy disciplinado con el que toma Aculco, Oaxaca y Morelia, por su lado López Rayón, hace una junta en Zitácuaro y forma un congreso, mientras que Pedro Moreno sostenía la independencia en Jalisco. Fusilan a Morelos en 1815 y con él, se acaba el movimiento militar quedando a nivel de guerrillas campesinas que continuarían presentes durante los siguientes años.

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